Escuchar“Estoy conociendo a una persona, pero resulta que tiene un año de separado y firmó el divorcio hace como dos meses. Él dice que se siente listo para tener una nueva relación, pero a mí me da miedo. Mis amigas dicen que debo tener cuidado porque él no me ha dicho cuáles son sus verdaderas intenciones y porque una persona recién divorciada no sabe lo que quiere. Esto me asusta mucho y me preocupa”.
1. Toda persona, después de finalizar una relación, necesita un tiempo para reacomodar su proyecto de vida, tomar decisiones, ordenar finanzas y sus cosas, por lo que me cuenta, esto podría afectar una eventual relación sobre todo si él no tiene las cosas resueltas.
2. No existe una regla universal que diga que después del mes 12, el 15 o el 18, una persona está más o menos lista para una nueva relación, ya que se debe analizar la particularidad de cada caso. Si él tiene un año de separado y divorciado, si tiene clara su situación emocional y resolvió los temas legales y económicos con su expareja y definió una ruptura definitiva para enfocarse en volverse a darse una oportunidad a nivel social, afectivo, económico y laboral con una nueva pareja, creo que lo que procede es ir con calma, observar, evaluar y analizar si la propuesta que le hizo es estable, positiva y constructiva.
3. El consejo que le dan sus amigas es un poco prejuiciosa y sin fundamento, aunque no vamos a descartar la realidad porque hay que valorar si él está lista.
4. Un divorcio bien integrado puede contribuir a que una persona defina sus objetivos afectivos, su camino y que todo el aprendizaje de su ruptura se convierta en una base sólida para establecer una nueva y mejor relación a partir de las lecciones aprendidas, por eso no se puede partir del hecho de que una persona divorciada no sabe lo que quiere.
5. En cualquier relación es clave tener la capacidad de definir muy bien qué camino se va a seguir. Le recomiendo la prudencia, ser transparente, poner sus límites, hablar de sus expectativas, alinear sus objetivos y evaluar si hay una clara tendencia al compromiso para hacer planes certeros. Cuando dejamos que los miedos y los prejuicios se convierten en la norma de interpretación de nuestras decisiones puede que nos equivoquemos o nos absorban ideas preconcebidas.
