Al periodista José Miguel Cruz el covid-19 le dio tan duro, que aprendió a valorar aún más la vida, incluso por el simple hecho de dar gracias por el agua que toma.
El presentador de “Más que noticias” estuvo un mes alejado de las cámaras pues la vio bastante fea al contagiarse del virus. Para completarla de hacer le dio una recaída cuando pensaba que ya había pasado lo peor.
El famoso JM, como le dicen, contó que se puso tan mal que tuvo que ir al hospital Calderón Guardia donde los doctores descubrieron que tenía una infección en los riñones, lo cual lo terminó de joder más. Para su suerte no lo dejaron internado.
El hecho que el virus no afectara sus pulmones fue lo que lo salvó de no parar en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) como sí les ocurrió a otros colegas suyos del canal.
El comunicador se enteró de su contagio la última semana de mayo y no fue hasta este miércoles que regresó al programa más delgado y sonriente de lo normal.
“Los primeros días me dieron muchos dolores de cabeza y fiebres altísimas. En teoría ya me había recuperado como a los siete días, pero como tres días después me volvieron las fiebres, pero más fuertes todavía y no me bajaban con nada. No podía ni levantarme de la cama”, explicó.
De hecho, él era de los que pensaba que si le daba el virus sería “como una simple gripe” o algo leve, pero ya vio que la cosa no es jugando y que no todos los cuerpos reaccionan igual.
“Esto es como una ruleta rusa. No pensé que me fuera a dar tan duro porque hago ejercicio y en teoría soy una persona joven”, recalcó.
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Sopita sanadora
José Miguel comentó que cuando más mal se sentía falleció el papá de su compañero Johnny López (el 28 de mayo) y en las noticias solo hablaban del aumento de muertes el covid-19 por lo que llegó a pensar que su nombre llegaría a sumarse a esa lista.
Para terminarla de hacer también contagió a su pareja, Esteban Fernández, por lo que se le sumó una preocupación más. Por dicha, a él lo afectó menos y lo pudo asistir cuando sentía que sus fuerzas decaían.
La sopita de gallina que les mandaban de su restaurante “La Esquinita de la Abuela” y los antibióticos que le recetaron le salvaron la vida.
“Fueron momentos reduros, de pasar mucho tiempo en cama, muy débil y por dicha solo perdí el olfato. El gusto nunca lo perdí, entonces, siempre comía y yo creo que lo que me ayudó mucho fueron las sopas de gallina criolla que me mandaban, así como todo lo que nos decían que tomáramos como jugo de limón con jengibre y miel, todo eso nos ayudó”, mencionó.
El poder de la oración
JM dice estar convencido que el poder de la oración también es sanador, ya que no dejó de rezarle a san Rafael Arcángel para que los curara pues nunca se había sentido tan mal de salud.
Además confesó que esta enfermedad hizo que su fe aumentara aún más pues está seguro que sus oraciones fueron escuchadas.
“La verdad cuando pasé por eso no sabía si iba a seguir viviendo y me tuve que entregar a Dios. Curiosamente, tienen que pasar estas cosas para que uno reflexione e interiorice un montón de cosas. Ahora todo lo bendigo, hasta el agua que me tomo para que me regenere y me recupere bien”, dijo.
Perritos lo consolaban
Durante todos estos días de encierro sus cuatro perritos Kripy, Temazcal, Honguitos y Marchamo (todos son bulldogs francés) fueron sus grandes motivadores para seguir adelante.
Ellos fueron como una medicina para el alma en esos días y con sus gestos lo ayudaron a sentirse mejor anímicamente.
“Ellos siempre estuvieron a la par nuestra dándonos esa energía sanadora, ellos también fueron parte de esa recuperación porque los perritos nos ponían las patitas, la cabecita en los pies como diciendo: ‘todo va a estar bien’. El poder abrazarlos fue como una terapia para mí”, mencionó.