El periodista William Bonilla volvió a desempolvar sus delantales de “La cuchara tica” y el sombrero que siempre usaba en la sección “La excursión”, de Informe 11 Las Historias, para usarlos en su nuevo negocito familiar.
Debido a la difícil situación económica provocada por la pandemia, el reportero tuvo que ingeniárselas para generar una entradita extra en su hogar y ahora vende granizados y postres a pie por todo Dulce Nombre de Cartago.
William bretea ahora para el programa Giros, pero al igual que a muchos trabajadores del país, su salario fue reducido y decidió ponerse manos a la obra aprovechando además que su señora, Karla Araya, cocina riquísimo.
Hace dos meses y medio crearon Gusstitos Kasary, cuyo nombre es en honor a los suegros del reportero quienes fallecieron hace tres años, ya que el señor le decía Sary a su esposa. Ka es por Karla.
La pareja ofrece a sus vecinos churchill, banana split, granizados con frutas, entre otras delicias.
Hasta tienen un granizado brumoso (con sirope azul) para los que quieren celebrar los ganes de Cartaguito refrescando el paladar.
“Yo soy el exprés a pata. Mi esposa hace todo y yo con mi canastica y el sombrero de la excursión me voy a entregar los pedidos. Eso sí, de momento solo en Dulce Nombre y sus alrededores porque después de ocho minutos se derrite todo”, contó el comunicador brumoso.
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A la vez hace ejercicio
William contó que cada vez que la gente lo ve caminando por su pueblo llevando los pedidos no hay quien no lo pare para preguntarle si fue que lo despidieron del canal o que si no le da vergüenza andar vendiendo postres por la calle.
“Cuando la gente me pregunta que por qué lo hago les digo que la andamos pulseando para poder pagar todo lo que se debe. Pero sí, el morbo de la gente siempre busca matar”, dijo.
William explicó que todo lo preparan en la cocina de su casa y que esto ha unido más a la familia porque entre todos ayudan a picar las frutas y alistar los pedidos.
“La gente me dice que que buen ejercicio para bajar la panza. Un domingo hice 18 viajes a pata, que calculándolo en ese ir y venir fueron como 10 kilómetros, dijo.
El periodista reconoció que hay ocasiones en que su señora le ha jalado el aire, pues muchas veces se queda hablando con los clientes o con los vecinos cuando lo ven pasar y se le olvida que el granizado se derrite.
William dice que espera que el negocito siga creciendo para más adelante poder ir a repartir a más lugares de Cartago, aunque sea en un taxi.
El negocito solo lo ponen a funcionar los sábados y domingos cuando él está libre para poder ayudar con las entregas.