El periodista Adrián Méndez ya cumplió un mes fuera del hospital luego de haber estado en coma por culpa del covid-19.
Aunque su recuperación va muy bien, el narrador todavía no puede caminar debido a las secuelas de permanecer durante 52 días en cama e intubado.
Además, el virus lo hizo perder más de 40 kilos en tres meses, por lo que ahora está fortaleciendo sus músculos.
Conversamos con el comunicador de Teletica Radio y TD Más sobre esta difícil prueba que pasó desde que cayó al hospital, el pasado 8 de abril, por culpa del virus.
Esta no es la primera vez que Adrián dura tanto tiempo sin poder caminar, pues hace 10 años también burló a la muerte al sufrir un accidente de tránsito que le dejó varias fracturas en sus piernas.
– ¿Cómo se ha sentido a un mes de haber salido del hospital?
Mi primer mes de recuperación ha sido espectacular. Mis papás y mi hermana prácticamente le han dado otra vez movilidad a mi cuerpo, me han sanado una pequeña úlcera que tenía y según me dicen los fisioterapeutas, avancé en el primer mes lo que se tarda tres meses.
Ya me levanto en andadera y doy algunos pasitos, pero todavía falta para volver a caminar.
– ¿Qué ha sido lo más rudo en este proceso?
No podía ni lavarme los dientes, ni comer solo, ni voltearme, los pies me los tienen que acomodar en las noches para cambiarlos de posición y al principio ni el celular podía agarrar porque se me caía. Conforme avanzaron los días empecé a recuperar la movilidad sobre todo de las extremidades inferiores, gracias a los fisioterapeutas y a mi papá que me hace los masajes todos los días.
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– ¿Qué le dijeron los doctores sobre no poder caminar?
Las neuropatías que tengo en los pies es por tanto rato de estar encamado y las posiciones. Cuando estaba en coma pasaba en una misma posición muchas horas y eso provoca que el cuerpo se coma los músculos de las pantorrillas, la tibia y los muslos, por lo que se me debilitaron mucho las piernas.
– ¿Qué tipo de terapia recibe?
Me están atendiendo dos terapeutas, Marvin Aguilar es el encargado de la parte de ejercicios y más movilidad, y Carlos Montoya es el neurofisioterapeuta, que trabaja todas las neuropatías, él es el que me está despertando, por decirlo así, las partes que aún están dormidas.
– ¿Cada cuánto recibe terapia?
Un par de veces a la semana vienen los dos y también estoy recibiendo terapia física en el hospital una vez por semana. Papi se ha convertido en un entrenador de educación física y mami en una enfermera. Laura, mi hermana, es la que administra mis asuntos, somos un equipo completo.
– ¿Qué recuerda de ese momento cuando despertó del coma después de tantos días?
Cuando desperté estuve como una semana o diez días en los que tenía la mente como volando, la sedación no me permitía pensar con claridad o ver las cosas, Mis familiares y enfermeros me dicen que me reía o que hablaba incoherencias. Cuando recobré la conciencia, no sé que día de mayo, a la que vi fue a mi mamá cuando entró a la UTI y ahí le dije: ‘pucha, no me morí' y empecé a pensar ¿qué estoy haciendo aquí? No tenía movilidad, pero nunca me desesperé porque me dijeron que la iba a recuperar. A partir de ahí sí me acuerdo de todo.
– ¿Cómo resume todo esto que está viviendo por culpa del covid?
Es una lección y una oportunidad que me da Dios a la vez. Lección porque yo no tenía buenos hábitos y el covid me agarró desprevenido. Uno piensa que no me va a pasar lo que me pasó y esa es la primera lección.
A partir de ahora veo la vida de otra forma y quiero ser otra persona en muchos aspectos y por supuesto, en la parte espiritual porque yo sé que mucha gente en Costa Rica y fuera del país oraron mucho por mí y soy católico, pero no practicante. Ahora me he dado cuenta del gran poder de la oración, lo importante que es estar cerca de Dios y de la virgen de los Ángeles, que la tengo tan cerca.
Además agradezco el trabajo de los doctores, los enfermeros, los auxiliares y a toda la gente que trabaja en el Max Peralta, porque son increíbles.
– ¿Era de los que pensaba que no le iba a dar el virus?
Siempre tuve miedo porque empezaba a revisar y los casos más graves eran de personas que tenían un estilo de vida parecido al mío.
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– ¿A qué estilo de vida se refiere?
Muy desordenada con la alimentación, lo que provoca subir de peso aceleradamente y que crezcan las posibilidades que el covid te dé más fuerte como me dio a mí. Cuando me di cuenta de esas cosas me dio miedo y me cuidé mucho, pero al final siempre me dio.
El miedo se me quitó cuando me dio el virus (a inicios de abril) y cuando llegó el momento final, donde era o esperar que me diera un parorespiratorio o intubarme. Yo tomé la decisión sin miedo y le dije: ‘doctor, intúbeme porque yo no me voy a morir”.
– Sus papás contaron que esa vez usted prometió que se iba a despertar...
Así fue. Esa llamadita es como una arma de doble filo y por más fuerte que uno trata de ser, te quiebra. Yo por más que decía: ‘no me voy a morir’, uno también piensa que esta es la última oportunidad que tiene para hablar con un ser querido, entonces, es realmente muy difícil.
– ¿Qué siente que le ayudó a superar esta prueba?
Primero, el creer en Dios, en que Él me iba a sanar, y tener claro que estoy viviendo cosas muy buenas a nivel personal y a nivel laboral y yo no podía dejar esas cosas inconclusas. Estoy viviendo momentos mágicos con mi hija Mariana (de 12 años) y yo no podía dejarla a ella.
– ¿Piensa seguir algún proceso nutricional para mejorar su salud?
Mi mamá me tiene aquí con un plan, la idea es seguirlo y cuando ya pueda hacer ejercicio. De hecho, estaba antojado de pizza y solo me comí dos pedazos, he estado comiendo con mucho cuidado porque desde el día uno que entré al hospital a esta fecha, es decir, en estos tres meses, he perdido más de 40 kilos.
– ¿Es cierto que esta es la segunda vez que libra la muerte?
Así es, la primera vez venía de Cartago hacia San José, fue un 24 de diciembre de 2011, por eso digo que los años terminados en uno no me ha ido muy bien, iba para la casa de mi hija a dejarle el regalo de Navidad y me dormí, choqué contra un árbol y quedé prensado varios minutos, pensé que me iba a morir ahí.
Por suerte, solo fueron problemas en los huesos, en la rodilla, en el pecho, al final pude pasar el Fin de Año en la casa, no estuve internado, pero sí tardé tres meses en caminar solito porque se me fracturaron los tobillos y la rodilla se jodió.
– ¿Qué piensa al saber que está es su segunda oportunidad de vida?
Si se tiene fe en Dios y en la virgen siempre va a estar uno protegido, eso es básico.
Ahora más bien vacilo que ya solo me quedan cinco vidas de las siete que tenía, pero sí, la verdad me siento bendecido y sé que tengo muchos propósitos que cumplir.
– ¿Qué sintió cuando vio el video que le hicieron los de la peña del Boca Juniors?
Fue lindísimo porque ese es el reflejo de Boca, es el equipo que siempre amé y hasta cumplí el sueño de irlos a ver allá, y ver la solidaridad de personas de otros países fue increíble. Ahí les mandé un mensaje para agradecerles. Mis excompañeros del colegio San Luis Gonzaga también me hicieron un video muy bonito y parecido.
Esos dos videos me hicieron llorar de alegría en el hospi.
– ¿Qué le diría a la gente que sigue sin creer en el virus?
¡Qué difícil! El covid mata, el covid hace sufrir a tu familia, el covid hace sufrir a tus amigos, te saca del trabajo, de tus actividades cotidianas, así que, los que puedan vacunarse que lo hagan.