Además de llevarse 7,5 millones de colones del programa ¿Quién quiere ser millonario?, doña Kattya Obando, participante de este martes, también obtuvo una lección de vida.
La señora, vecina de Dulce Nombre de Cartago, asegura ella era de las que se sentaba cada semana frente al televisor a criticar a los participantes por no saber alguna respuesta que, en teoría, era fácil.
Sin embargo, como dicen, no es lo mismo verla venir que bailar con ella, por lo que la brumosa entendió, en carne propia, porqué a los participantes que se sientan en la silla caliente a veces les cuesta contestar.
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“Es terrible, es un nivel de nerviosismo difícil de controlar, yo era de las que me sentaba a criticar porque según yo todo lo sabía y esto fue una lección de vida porque la adrenalina que se siente es muchísima, solo el que se sienta ahí puede entender lo que se vive”, comentó.
Eso sí, aclaró que se comía a los concursantes en su casa, jamás metiéndose a una red social a ofender o burlarse.
“Yo nunca lo haría a nivel de redes, pero sí le digo a la gente que sí lo hace, que hagan la prueba y que participen, que vean que no es jugando, es una experiencia muy linda, se la pasa muy bien, pero es como un examen que se hace en televisión nacional, hubo varios chascos que ya no me atrevo (a criticar) porque a cualquiera le pasa y sabía que a mí también me podía pasar. Yo les digo que bajen el nivel de las críticas porque sentarse ahí es más difícil de lo que se piensa, esa silla de verdad que es caliente”, agregó.
Doña Kattya explica en que ella iba mentalizada en analizar bien las preguntas, en no apresurarse y usar bien los comodines, para evitar que le pasara cualquier chasco.
Ahora verá el programa con otros ojos y aprovechará sus milloncitos para pagar deudas y darse un paseíto en familia.