Se anuncia que a partir del 25 de diciembre comienzan las transmisiones de toros desde Zapote, en una sola tanda, a partir de las 8 p.m.
Me pregunto qué tanta falta hace estar viendo levantines para no pasar aburridos las noches de los últimos días de diciembre.
Si no hubo Festival de la Luz, una de las actividades más sanas y hermosas de la época, para prevenir masivos contagios de covid-19, por qué tanta insistencia en los toros.
No se trata de sí es bonita o no la actividad, se trata de la difícil situación sanitaria que vivimos. Ya Salud dijo que estará sobre la jugada porque si las Unidades de Cuidados Intensivos (UCI) están hasta el tope debido a los pacientes de coronavirus, no habrá espacio para un torero improvisado grave.
Unido a esto, durante todo el año se ha dado un gran faltante de sangre por la ausencia de donadores, otro efecto de la pandemia. La atención de los toreros improvisados heridos agravará la urgencia de sangre de los hospitales.
Carlos Villegas, director del Banco de Sangre, dijo en La Teja que gran parte del valioso líquido que recogían llegaba por medio de visitas a empresas cuyos trabajadores se apuntaban a donar, pero como muchas están en teletrabajo las campañas se suspendieron. Solo han recibido sangre del 60 de cada 100 donadores que normalmente ayudan.
Y detalló Villegas: “cuando hay corneadas las personas pierden sangre y hay que reponérselas. En otros casos se necesitan cirugías y a como se pueden ocupar dos bolsas de sangre en una operación se pueden ocupar diez o veinte”.
Perfectamente podemos vivir sin toros y sin improvisados lo que resta el 2020, aunque se nos enoje el querido Cañero.