“No logro entender a mi expareja. Nosotros terminamos y soy un padre que quiere estar presente para mi hijo, soy solidario en lo económico, los afectivo y lo presencial, pero ella tiene un carácter tan difícil que lo que hace es complicar las cosas. Nosotros no tenemos nada como pareja, pero ella insiste en discutir y pelear por cosas en las que yo no tengo ni vela en el entierro, porque son de su vida personal, y como hago caso omiso de todo esto lo que hace es bloquearme a mi hijo”.
1. Es lamentable que ante la posición de apertura, anuencia e integración de su paternidad esta sea la posición que ella asume. Este proceso no puede estar atado a temas de orden personal. El derecho de interrelación, es un derecho de los menores y no puede estar sujeto a conflictos interpersonales provocados por una o ambas partes. Los conflictos interpersonales no deberían afectar el espacio de relación del niño con uno u otro.
2. Un acto de madurez es reconocer que como pareja no se pudo continuar, pero esto no es razón para que los haga entrar en conflicto en torno al acompañamiento y la construcción de una relación que contribuya a un sano desarrollo integral de su hijo.
3. Es conveniente buscar asesoría legal a partir de los hechos, considerar estrategias que permitan establecer un régimen de visitas, que esté orientado al bienestar del menor y a la organización de los tiempos y espacios de relación del niño con uno u otro.
4. Si por vía de la comunicación, procurando una conciliación, no se logra nada, pues tocará llevar esto a un Juzgado de Familia, con el propósito de no vivir en una curva de inestabilidad, debido a los cambios emocionales de las partes involucradas, ya que esto termina afectando dicho espacio. La alternativa es buscar un intermediación legal que los lleve a una conciliación justa, prudente y equitativa, pensando en el bien del menor.