“Me gusta estar con mi novia y realmente la pasamos bien, pero con ella todo es complicado, porque no le gusta salir, ni interactuar con amigos. A lo largo de tres años le he hecho propuestas para pasear, salir con amigos, hacer cosas juntos, pero nada le gusta. Poco a poco me he ido alejando de todo el mundo, porque no sé cómo hacer cosas solo sabiendo que ella no va a ir. He hablado con ella y su respuesta es que no tiene necesidad de buscar nada en la calle. Le he propuesto buscar terapia, pero tampoco quiere. Me di cuenta que no tenemos nada en común y no quiero vivir encerrado en la casa”.
1. Un análisis como el que usted hace es profundamente válido, ya que no basta con sentir química, atracción o pasar bien. Toda pareja debe tener una proyección sobre un plan de vida e implica definir un estilo de vida en el que se establecen intereses individuales, para luego buscar un balance, de forma tal que se tenga una relación de mutuo beneficio y no al ritmo exclusivo de uno de los dos.
2. Toda pareja debe evaluar la capacidad de negociación, flexibilidad, adaptación y modificación, porque una relación pasa por diversas etapas a lo largo del tiempo y se tiene que tener una visión orientada a ajustar expectativas, crear planes y mucho más. Si se topa con un patrón inflexible y de oposición, esto puede generar mucha atención y fragmentar las bases de una relación.
3. También llega un momento en el que una de las partes hace una serie de planteamientos, que pueden significar un beneficio para ambos, y se topa con un no frecuente, entonces es poco lo que se puede hacer y se debe asumir una segunda línea de análisis.
4. Aquí debe haber un balance que permita una funcionalidad adecuada para ambas partes, así que se debe analizar si se puede crear una estructura de satisfacción orientada a la cooperación y el desarrollo de posibilidades y alternativas de solución. Ahora debe determinar qué decisiones va a tomar o buscar ayuda.