El actor Brendan Fraser hizo arder las redes sociales cuando apareció en la celebración del Festival de Cine de Tribeca.
Acudió al festival para presentar su nueva película “No Sudden Move”, una cinta de suspenso ambientada en los años cincuenta, que protagoniza junto a Benicio del Toro, Jon Hamm y Don Cheadle.
Todo eso ocurrió el 18 de junio y Fraser dio mucho de qué hablar por su marcado cambio. Desde ese día su nombre no ha dejado de sonar entre sus seguidores y la gente relacionada al mundo del cine.
Con motivo de su reaparición, el diario El País, de España, contó cómo un saludo se convirtió en un acoso sexual que casi acaba con su carrera.
Entre 1997 y 2003, Fraser iba para arriba hasta que le sucedió algo que lo marcó profundamente.
Ocurrió en el hotel Beverly Hills, después de una cena de la Asociación de la Prensa Extranjera de Hollywood (HFPA), que cada año organiza la entrega de los Globos de Oro.
Luego de la comida, Fraser salía del hotel cuando se cruzó con Philip Berk, presidente de dicha asociación que, delante de un gran grupo de personas, le estrechó la mano, le agarró la nalga y algo más.
“Su mano izquierda se extiende, me agarra la nalga y uno de sus dedos me toca en el perineo. Y empieza a moverlo. Me enfermó, me sentí como un niño con un nudo en la garganta. Creía que me iba a poner a llorar. Fue como si alguien me hubiese tirado pintura invisible encima”, contó Brendan años después.
Regresó del “retiro”
El actor se fue a su casa aterrorizado, se lo contó a su mujer, pero decidió no presentar cargos contra Berk, quien aseguró a la revista GQ que Fraser había inventado la historia. Pero el actor no pudo olvidarlo y su angustia desembocó en una depresión. “Me hizo retroceder, me hizo recluirme”, confesó.
Tuvieron que pasar quince años para que Fraser decidiese hacerlo público, gracias al movimiento #MeToo, cuando muchas de sus compañeras daban un paso adelante y denunciaban los abusos que habían sufrido a lo largo de su carrera a manos del productor cinematográfico Harvey Weinstein y otros poderosos de la industria del cine.
A la depresión que sufría Fraser se unieron los efectos de todas sus lesiones físicas, que le obligaron a someterse a múltiples operaciones; luego llegó el divorcio de su mujer en el 2009, con la que llevaba 21 años casado, y cierta sensación, que nunca llegó a ser confirmada, de que Berk y su importante asociación hacían todo lo posible por boicotear la carrera del actor. Dejaron de invitarlo a los Globos de Oro, y las franquicias de “La Momia” y “Viaje al Centro de la Tierra” continuaron sin su participación.
Regresó. Fraser nunca dejó de trabajar, pero en producciones mucho más modestas y su nombre se perdió en la memoria del gran público hasta que en el 2016 lo ficharon para interpretar al melancólico funcionario de prisiones John Gunther en la serie “The Affair”.
A pesar de ser un papel secundario y estar presente solo durante una temporada, aquella fue la primera vez en muchos años que Fraser actuaba en un producto audiovisual masivo y su regreso fue celebrado.
Desde entonces, y luego de la confesión de los abusos sexuales que sufrió, Fraser se ha dejado ver cada vez más; encarnando papeles secundarios en diferentes series de televisión como “Trust”, “Titanes” o “Doom Patrol”.
Los papeles que Fraser ha interpretado en “No Sudden Move” y “The Whale” distan mucho de sus comedias de los años noventa, pero se asemejan más al trabajo de un hombre que sabe lo que es la reclusión, la soledad y el sufrimiento.
Cambio radical. Al actor todo el mundo recuerda por sus papeles de símbolo sexual noventero en comedias de éxito como “George de la Jungla” o dramas como “Dioses y Monstruos” (donde demostró, que era un gran actor), pero ahora se deja ver con un evidente sobrepeso y una postura extrañamente rígida.
La razón es simple: hace poco terminó de rodar “The Whale” (La Ballena) en la que da vida a un profesor de literatura que, con más de 270 kilos de peso, vive atrapado en su sillón mientras intenta recuperar la relación con su hija, de 17 años.
“No tiene nada que ver con cualquier cosa que haya hecho con anterioridad, pero puedo decir, aunque no la he visto todavía, que va a causar una gran impresión”, declaró Fraser hace una semana a Newsweek.
Aunque el actor no tuvo que engordar hasta sobrepasar los 250 kilos –eso se logra en la película gracias a la magia de las prótesis–, sí tuvo que aumentar notablemente de peso.
Otros tiempos. Hubo un tiempo, entre los últimos años de los noventa y los primeros del 2000, en el que era habitual ver la cara de Fraser en los pósteres en los cines de todo el mundo.
52 años tiene Fraser.
Sus comedias juveniles y cintas de aventuras, como la saga “La Momia”, recaudaban cientos de millones de dólares.
Inició con dos pequeños papeles en las películas “El Marino 1″ y “El Hombre de California”, una comedia juvenil, en la que interpretaba a un hombre prehistórico que resucita en Los Ángeles de los noventa, lleno de fiestas de piscina y broncas, luego de pasar miles de años congelado, papel le abrió las puertas de Hollywood y con “Dioses y Monstruos” consiguió un Óscar al mejor guion adaptado.