En las calles de la zona roja de Bogotá algo nuevo y colorido ha comenzado a aparecer pegado encima de los grafitis en las paredes.
Mónica Quiroz, mordiendo tiras de cinta adhesiva gruesa, está pegando las páginas laminadas y fluorescentes de la edición de este mes de un periódico escrito por y para las trabajadoras sexuales locales, cuenta el diario británico The Guardian.
“No dejen que vean la cámara”, ordena Quiroz, señalando con la cabeza hacia la guarida de drogas que hay detrás de ella. Así es como se distribuyó la segunda edición de La Esquina, sujeta a los muros de Santa Fe, el triste barrio rojo. La repartición la hizo el personal, todos trabajadores sexuales.
Quiroz es una mujer transgénero de 44 años de la región cafetera de Caldas y que ha vivido y trabajado en Bogotá durante 30 años. Ella es una esteticista entrenada que recurrió al trabajo sexual hace 17 años.
Fundado en julio del año pasado cuando un grupo de activistas sociales y artistas querían comenzar un proyecto positivo en el vecindario, el periódico es producido por un grupo de trabajadoras sexuales principalmente transgénero. La edición “mural”, la que se pega a las paredes para que sus colegas la lean mientras esperan a los clientes, es la más popular, pero las copias impresas también se distribuyen en burdeles y tiendas.
Manos solidarias
Ángel López, de 23 años, graduado en política, es uno de los pocos miembros del personal que no es trabajador sexual. Es el editor voluntario de La Esquina y dirige las reuniones editoriales semanales.
“La idea es que el proyecto sea incluyente. No queríamos crear la imagen de personas que venían de fuera del vecindario e implementar su idea del mundo a través de un periódico. Así que comenzamos a encontrar maneras de poder hablar con las mujeres y hacer que se involucren en la iniciativa”, dice.
“Una de las cosas que tuvimos que idear fue el nombre. Las mujeres que participaron en las primeras reuniones tuvieron varias opciones, pero al final todos coincidieron en que La Esquina era el nombre que más se identificaba con ellas: la esquina de la calle, el lugar donde llevan a cabo su trabajo ”, agregó López. .
El proyecto cuenta con el apoyo de dos organizaciones con sede en el corazón de Santa Fe. El Centro de Atención de la Diversidad Sexual (Caids) –un proyecto apoyado por el gobierno que ayuda a personas que han sufrido daños psicológicos, sexuales y físicos– y la Fundación MovilizArte, que organiza proyectos artísticos para profesionales del sexo.
“Bajo el ojo de Caids, hay mujeres que llevan a cabo la prostitución, hay personas sin hogar y hay tráfico de drogas. Es un punto de encuentro entre muchas realidades, por lo que el periódico mural es estratégico”, explica López.
El equipo utilizó una encuesta para preguntar a los lugareños qué querían que cubriera el periódico. La política recibió un pulgar hacia abajo, mientras que los residentes dijeron que realmente querían escuchar sobre seguridad, salud y eventos.
Aura Francesconi, de 42 años, una entusiasta de los heavy metal y adivina, escribe los horóscopos, y es la única mujer cisgénero en el personal.
Aunque ella misma no es trabajadora sexual, es residente local y tiene un profundo conocimiento de las complejidades de Santa Fe.
“Este vecindario es deprimente. Tiene un alto nivel de violencia y adicción a las drogas y muchos problemas sociales, por lo que queremos traer un poco más de felicidad a la comunidad. El proyecto también podría significar que la gente del barrio tiene un poco más de cultura, porque la cultura es poder”, afirmó.
Pero La Esquina también cubre temas más contundentes, incluida la realidad de las cirugías plásticas fallidas que a menudo afligen a las mujeres transgénero del país.
Dos de los empleados del periódico, Marta Sánchez, de 61 años, y Lorena Barriga, de 49, compartieron sus historias sobre cómo inyectarse aceite vegetal en los pechos en un esfuerzo por mejorarlos para mejorar sus negocios, entre otros temas que interesan a la comunidad.