A esa mujer, de unos 70 años, que deambula por las calles de Buenos Aires, Argentina, se le observa bastante pulcra y coqueta: todas las mañanas se levanta, se peina y se arregla.
Niega decir su nombre, evita cruzar palabras con los transeúntes que rondan por San Telmo, y no pide dinero ni acepta limosnas. Pese a que su carácter es un poco huraño, es amable con las mujeres, pero se la ha visto discutiendo con hombres que pasan cerca suyo.
Esa mujer desconocida que se encuentra en situación de calle podría ser Marcela Basteri, la madre del cantante mexicano Luis Miguel.
Según cuenta Infobae, ella desayuna en un bar de la avenida Independencia. Rechaza con cortesía la invitación del mesero, ya que ella siempre paga el café y las dos medialunas (los populares cangrejos de Tiquicia) que consume, exigiendo que le entreguen a cambio la factura correspondiente. En las pocas palabras que pronuncia se le siente un acento italiano que parece mezclar con otros idiomas.
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Todo esto se especuló en un informe que una periodista mexicana elaboró a principios de 2018 para un canal de YouTube (Made in Buenos Aires), siguiendo los pasos de Basteri, quien desapareció a mediados de agosto de 1986. Su paradero aún hoy desconcierta a su familia, a los miles de fanáticos de el Sol de México y a quienes se tiraron su exitosa serie en Netflix y que hizo a todos preguntarse ¿qué se hizo la mamá de Luis Miguel?
Infobae volvió a escarbar la historia recientemente e indica que no sonaba descabellado que estuviera en la Argentina, pues aunque nació en la Toscana, Italia, vivió por mucho tiempo cerca del río de la Plata.
Hija de Sergio Basteri, un soldado con gran talento para el canto, y Vanda Tarroso, ama de casa, Marcela fue dejada en un orfanato siendo apenas una niña. Su padre había decidido venir a Buenos Aires para escapar de la miseria; su esposa no quiso acompañarlo. Años después, cuando tenía 10, su papá regresó a Italia, pero solo para buscarla: de la mano juntos cruzaron el Atlántico para instalarse en la más europea de las ciudades de América Latina.
Concluida su adolescencia, Marcela conoció a un cantante español en un verano en Mar del Plata. Se enamoró perdidamente de ese joven decidido y embaucador (no solo en sus encantos), que se presentaba como Luisito Rey. Se mudaron a Puerto Rico: allí nació el primer hijo, Luis Miguel. Ya en México tendrían dos varones más.
Lo que sigue es más conocido. Los pasos iniciales de esa promesa precoz de la canción, las presiones de un padre poco afectivo y un empresario inescrupuloso, los temores de su madre al sentir que su hijo mayor era explotado, su desaparición.
Pasaron tres décadas. Y justo a pocos meses de que se estrenara la serie de Netflix, esa periodista mexicana vino a hallar a una mujer adulta en situación de calle en la lejana Ciudad de Buenos Aires, y si bien no conversó con ella, supuso que era Basteri.
“Yo no soy quien buscan”, fueron las primeras palabras que dijo la señora, pero ante la consulta del conductor Luis Ventura, quien también le preguntó si conoció a Luis Miguel: “¿El torero?”, dijo, un poco confundida.
Cuando se topó con la nota en Internet, un hombre español aseguró que era su hermana. La identificó como Honorina Montes. Internada en el Hospital Moyano, la Justicia dictó de inmediato una medida cautelar para que no se difundiera información sobre ella. Nada podía publicarse sobre ella. Y al igual que Marcela, Honorina se perdió en la incertidumbre.
Flavia e Ivanna, primas de la madre de Luis Miguel, presentaron una denuncia intentando que se realizara una prueba de ADN para comprobar si en verdad no era la mujer desaparecida que la familia Basteri busca con desesperación. Por el momento, ese examen no fue autorizado. Y la Justicia incluso les niega a Flavia e Ivanna tener algún tipo de contacto con Honorina, quien sigue alojada en dicho neuropsiquiátrico.
“Contamos con elementos más que suficientes para sostener que esa mujer puede ser Marcela Basteri. No entendemos por qué nos impiden realizar el ADN, y hasta conversar con ella. La mamá de Luis Miguel está en algún lugar, no se ha esfumado. Y si está muerta, debería hallarse su cuerpo. Pero alguien no quiere que esto se sepa”, asegura el abogado Martín Francolino, quien representa a las primas.
La sospecha sobre el rol de Luis Rey en la desaparición de su exesposa tiene tantas certezas como falta de pruebas, pero lo cierto es que esté donde esté, el Sol extraña a su mamá.