“Es frustrante ver que mi esposo no se involucra nada y ser yo ‘la mala de la película’. Ambos trabajamos y me siento cansada, toda la responsabilidad de la casa y lo que hay que hacer con los hijos me toca a mí. Me siento sola y cansada, hablar con él es una pérdida de tiempo”.
1. Un componente importante, al margen de que los dos trabajen fuera de casa, es reconocer que una familia debe operar con dos gerentes y que puede haber una división de funciones en virtud de variables como el tiempo, habilidades, destrezas, intereses y mucho más. Tiene que haber un proceso de apoyo mutuo y de responsabilidades compartidas y adecuadamente distribuidas.
2. La crianza requiere establecer un modelo en el que los padres se vean como un bloque que contribuye a que la formación sea coherente y consistente para tener límites claros y evitar contradicciones que podrían generar roces.
3. El amor en pareja, en todo momento, pero aún más cuando hay un proceso de crianza, debe pasar por la cooperación, el aporte de ambos, la sana distribución de responsabilidades; de lo contrario se establecen procesos de agotamiento.
Estamos en una época en la que ambos deben verse como responsables de la supervisión y el apoyo integral de los hijos en temas de desarrollo emocional, formación de valores, involucramiento en todas las áreas de vida de una familia. Sobrecargar a uno de los padres genera situaciones de múltiple tensión.
4. Cuando el esquema familiar descansa exclusivamente sobre uno de los miembros de la pareja, el estrés financiero, la carga laboral, la administración de la casa, educación de los hijos, se torna pesada, desgastante, frustrante y esto tiene un impacto en diferentes niveles
Esto podría resolverse con una visión de autonomía, sentido de responsabilidad, cooperación, una sana, justa y equitativa distribución de las responsabilidades.