Marianela Valverde y su esposo Juan David Cardona al fin están viviendo el deseo que tanto anhelaban de ser padre luego de años de lucha y muchos tratamientos médicos.
La expresentadora de Combate y se sometió el año pasado a un último proceso de fertilización, el cual terminó “pegando” gracias a muchos cambios que hicieron como pareja y que lo dieron todo en su último intento.
Nela conversó con La Teja de hace cuánto recibió la noticia de su embarazo y todo lo que ha vivido para mantener a su bebé con vida.
- ¿Hace cuánto recibió la noticia?
Exactamente, el día 26 de noviembre nos enteramos. La primera idea que uno piensa es apenas quede embarazada quiere gritarlo a los cuatro vientos, pero vieras que hasta yo me sorprendí, porque cuando ya uno está ahí hay muchas prioridades y eso (el anunciarlo) no se vuelve ni siquiera secundario.
No fue fácil. La gente idealiza mucho o romantiza el tema de los hijos arcoíris, pero es complicado. El hijo arcoíris también te viene a recordar miedos y traumas que ya viviste y no es lo mismo con una persona que siempre queda embaraza y todo bien, a una que ya ha tenido pérdidas, resultados negativos, malas noticias, entonces claro, nos invadió el miedo, el susto, estrés, ansiedad, todo junto y las preocupaciones que nunca faltaban.
LEA MÁS: Marianela Valverde compartió una noticia que le llena el corazón
- ¿Cómo fueron esas primeras semanas?
El primer mes fue complicadito porque el o la bebé estuvo en riesgo, durante mes y medio estuve en cama, solo me levantaba al baño nada más, sobrellevando el día y tratando de que el bebé sobreviviera y bueno, gracias a Dios, superamos esa terrible etapa porque sí fue muy angustiante, honestamente fue duro porque hay que superar los miedos y los fantasmas.
Después de esa etapa empezaron los achaques, que eso fue toda una aventura, por un lado mi esposo, mi mamá y mis amigas estaban felices de que tuviera achaques, pero yo estaba que me moría, que yo decía: ¿¡Dios mío, ¿en qué me metí?!’, pero al final vamos superando la etapa, todavía me da, pero ya mucho menos. Me dieron demasiadas naúseas y tenía aversión por la comida, no podía pensar, oír, oler nada con la palabra comida, se volvió una tortura el tiempo de la comida, al punto que me sentaba al frente del plato y lloraba porque no podía.
Mucho del peso que he tenido a lo largo de este proceso ha sido llevadero porque muchas mujeres en redes me han ayudado a sobrellevar la carga”.
— Marianela Valverde, expresentadora
LEA MÁS: Marianela Valverde grita al mundo con alegría la noticia que más esperó dar; ¡felicidades!
- ¿Y cómo hacía?
Después con las terapias y todo, me di cuenta de que el bebé los primeros dos meses se alimenta de la sangre de la mamá, entonces indiferentemente de que comás o no, el bebé siempre come, te chupa todos los nutrientes, entonces eso me alivió de la culpa y ahí fue cuando ya empecé a hacer las paces con el tema de la comida y a aceptarla poquito a poquito. Sí, bajé peso, pero eso es normal y ya lo estoy recuperando y lo importante es que el bebé ha ido creciendo bien.
- ¿Está en revisión constante con el doctor?
Ya no, porque ya pasé el periodo de riesgo, pero al inicio sí, todas las semanas íbamos cumpliendo todos los requisitos, cuando llegó la prueba de fuego, que fue el ultrasonido para escuchar el corazón, y lo llamo así porque en nuestro primer intento fue supertraumática esa experiencia, porque uno va con toda la ilusión y no piensa en lo negativo, y cuando llegamos no se le escuchó el corazón al bebito.
Esta vez, cuando le escuchamos el corazón fue como que hasta ahí logramos sentir la real alegría de lo que está sucediendo. Fue como: ‘juepucha está pasando’ y se vino la llorada del siglo. Fue algo maravilloso, pasé tres días seguidos llorando sin parar.
He tenido una red de apoyo increíble que no me ha soltado durante todo el proceso y eso lo agradezco mucho”,
— Marianela Valverde, expresentadora
- ¿Qué hicieron esta vez diferente para que el proceso sí pegara, porque ya llevaba dos embarazos fallidos?
En su momento sí tiré la toalla, me gusta ser clara y también siento que así acompaño a mucha gente en el sentimiento, llegó un momento en el que me rendí y dije: ‘ya no más, no voy a seguir intentando’, y bueno, me di mi tiempo.
La sicóloga me sentó y me dijo: ‘si usted no lo quiere intentar, entonces yo le doy herramientas para que deje ir su sueño, pero si usted quiere seguir tratando, yo le ayuda a que se levante y siga luchando’, Mi esposo, por otro lado, también me terminó de convencer y dije: ‘bueno, la peor lucha es la que no se hace’, así que si la vida me dice que todavía hay chance, aunque ya los doctores me hayan dicho que no, diay tenía que quemar el último cartucho y así fue, entonces para poder estar en paz en este último intento. Te juro que era el último intento, decidimos darlo todo, trabajamos desde la parte celular de nuestros cuerpos hasta la parte espiritual, sicológica, todo, no dejamos nada por fuera. Hicimos desde constelaciones familiares, hasta estudio de ángeles, oraciones de rodillas todo el tiempo, o sea, no hubo algo que no hice. Cambiamos la alimentación, el lugar donde vivíamos, todo.
- ¿Médicamente qué fue lo que cambió?
Cambiamos de médico y de clínica. En el 2023 cuando nos dijeron que ya no había nada qué hacer la única opción que nos daban era la donación de óvulos de otra mujer, porque la puesta de estos profesionales era que mis óvulos no eran de calidad aunque daba muy buena cantidad.
Todos los doctores se sorprendían cuando veían mi caso porque decían: ‘¿cómo una mujer de su edad (41) da tantos óvulos?, más por todas las teorías que después de los 40 el porcentaje es como de 2%, o sea nada, y yo estaba dando óvulos como si tuviera 20 o 24 años, entonces esa era la duda. De hecho, eso era la piedrita en el zapato que para bien no me dejó renunciar porque yo decía: ‘si los médicos dicen que ya no hay nada qué hacer, pero la biología y Dios me siguen dando X cantidad de óvulos, ¿por qué voy a renunciar?’, como que Dios y la vida me querían decir algo.
Ahí fue cuando buscamos otra opinión. Claro, fue una decisión durísima porque era nuestro último intento, en todo el sentido de la palabra, mental, espiritual, sicológico, de salud y económico, ya no dábamos más, el gasto económico era impresionante, de hecho yo vendí mi carro para pagar solo uno de los exámenes.