Un ángel mandado del cielo, así es como describe doña Elizabeth Aguilar a su hijo Ángel Rafael González, quien falleció este 13 de noviembre tras varios meses luchando contra un tumor cerebral.
La señora, de 91 años, así como su esposo, don Rafael González, y, la mejor amiga del maquillista, Yorleny Aguilar, fueron parte de los que estuvieron a su lado hasta el último momento.
A pesar de que fueron meses muy duros, en especial los últimos tres, ellos están muy tranquilos y fortalecidos en Dios porque saben que su hijo se fue en paz.
“Lo acompañé todo el tiempo que pude y ayer (miércoles), precisamente, que él murió estaba yo con él. Pero lo que me llamó mucho la atención es que, como dos horas antes, me dice: ‘mami, yo ya quiero estar en el cielo’, y le digo: ‘papito, ya pronto va a estar en el cielo y va a ver a abuelita, a tíos y va a estar con Dios descansando’, y me hacía así (movimiento de la cabeza diciendo sí), él no podía hablar. Cuando él murió no hizo una sola mueca, murió con una paz que solo Dios pueda dar, porque esa paz que yo tengo ahorita en mi alma, solo Cristo la puede dar, y así murió, solamente se durmió”, contó su madre.
Doña Elizabeth nos contó que su hijo fue una oración contestada y que por eso era tan especial y tenía ese ángel que sobresalía en cualquier lugar.
“Dios es el único que nos puede dar esta fortaleza, porque como dice la palabra de Dios: ‘Dios da y Dios quita’. Él me lo dio porque fue un milagro desde que nació, yo ya no podía tener más hijos, estábamos luchando por tener y un día llegó mi mamá, que vivía con nosotros, e íbamos a mandar las cositas de la otra hija a donación y me dice: ‘no, no mande nada, yo oré y le pedí al Señor que le diera un hijo’, ella con 90 años, y me dice: ‘va a venir un varón’. Yo me voy para donde mi marido y le digo que no mande las cosas porque Dios nos va a mandar un hijo. Ya había ido a doctores que me habían dicho que no podía más, y al otro mes ya estaba embarazada”, mencionó.
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Además, recordó que cuando nació, el 8 de mayo de 1972, se vino a los siete meses de gestación y no solo tuvieron que dejarlo internado varias semanas, por estar muy bajo de peso, sino que también por poco ella pierde la vida en el parto, pues perdió mucha sangre.
“Estuve una semana donde mandan a los pacientes graves y a él me lo dejaron más tiempo porque había perdido, además, una libra de peso, él fue un milagro”, dijo.
Doña Elizabeth y don Rafael viven en Estados Unidos; sin embargo, desde marzo se vinieron para estar al lado de su hijo hasta el último momento y así fue.
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