Durante toda su vida a Lynda Díaz le ha sido fácil mostrar su lado más sensual, extrovertido y hasta polémico, pero esta vez salió a la luz uno que pocos conocían: el de madre.
La bella expresentadora de 7 Estrellas vive un momento que nadie quisiera atravesar, ya que una de sus hijas, Nicole, padece de cáncer, el cual está en etapa 3, lo cual significa que está muy avanzado.
De momento, la joven está en tratamiento con quimioterapia y cuenta con todo el apoyo de su familia y en especial de su mamá, quien aunque vive lejos, viaja constantemente para echarle una manita con todo lo que necesita.
Lynda, desde Miami, conversó con La Teja y abrió su corazón para contar cómo enfrenta esta dura situación en medio de una pandemia.
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–¿Cómo han sido estos últimos meses para ustedes?
Nosotros nos hemos dividido este tiempo entre Texas (donde vive su hija) y nuestra casa en Miami, con el miedo siempre de que uno se pueda contagiar en los aviones porque sabemos que hemos estado muy expuestos, especialmente Linda Liz y yo que somos las que vamos y venimos. Creo que Dios nos protege porque desde que empezó la pandemia no he parado de estar en un avión.
Lo hacemos con mucha precaución, nos cuidamos porque Nicole está muy enferma y sus defensas están bastante bajas y no la podemos enfermar, por eso nos la hemos ido jugando y es complicado porque ella necesita de nuestra ayuda y apoyo.
–¿En qué momento detectaron la enfermedad de Nicole?
Fue como un mes antes de que reventara lo del coronavirus, ya había casos, pero no tantos como ahora.
–¿Cómo ha sido el proceso de enfrentar un virus que azota el mundo con la enfermedad de su hija?
Cuando me enteré, las dos primeras semanas fueron muy fuertes porque uno como mamá entra en una especie de negación. Lloré mucho y me deprimí varios días hasta que un día llegó uno de mis hijos y me dijo que tenía que ser mamá y eso me llegó mucho porque aunque sentí que estaba cayendo tenía que seguir adelante por la casa y por los demás. Me levanté, me bañé y arranqué de nuevo, no es que no lo sufra, pero ya soy consciente de que no puedo dejarme caer, aprendí a vivir la situación día a día y a estar fuerte para los demás.
–¿Aparentar estar fuerte es lo más duro de todo este proceso?
Sí, este año ha sido muy duro. Además de lo del coronavirus, nosotros ya veníamos con el juicio del papá de las chiquitas, que fue una primera bofetada y al salir de eso vino lo del cáncer de Nicole y luego el virus. Yo no sé de dónde saco esta fuerza, si es Dios, son los ángeles o el Buda al que le rezo, pero me siento en paz, ahora soy menos explosiva, tomo las cosas con más calma y pongo todo en manos de Dios, lo que vaya a pasar no lo podemos evitar y la vida continúa.
–¿Cómo está Nicole ahorita?
Esta enfermedad es muy fuerte y lo más duro para ella es que no nos tiene todo el tiempo con ella. Nicole está con su esposo y su hija y no quiere dejar toda su vida allá para venirse más cerca, además de que está con muy buenos doctores. Tiene momentos en los que cae y se siente débil por lidiar con la chiquita aunque se sienta mal. A pesar de que es muy duro, lo ha hecho excelente; nosotros le damos mucha fuerza, no lloramos con ella sino que le damos la motivación que necesita.
Ella está en quimioterapia con radiación y debe terminar ese tratamiento para finales de noviembre, ahí habría que hacer un nuevo estudio para saber si le ha hecho efecto, hasta ahora el tumor se ha achicado bastante y eso es bueno porque se podría sacar, yo creo que vamos por buen camino.
–En redes sociales ella mostró cuando se rapó, ¿qué sintió usted en ese momento?
Para toda mujer el cabello es un accesorio, yo estaba en una cena cuando me avisaron y al verlo, totalmente me cambió el ánimo. Me impactó mucho porque no lo sabía, pero igual, se ve tan linda, el pelo después crece y hay que seguir para adelante.
–Los últimos años ha sido muy duros para usted y su familia en temas de salud...
Son pruebas que la vida nos ha puesto, ¿cómo salgo de ellas? No sé, Dios me ha dado mucho, pero también he sufrido bastante, he tenido situaciones fuertes y creo que el aprender a vivir con las situaciones se ha convertido en parte de mí. Tengo una familia grande en la que siempre ocurre algo y soy la que debo resolver, ya me acostumbré, sé que mi vida siempre va a ser un poco complicada.
–Dice que es menos explosiva, ¿eso es una enseñanza de todo lo que le ha pasado?
Sí, cuando estaba allá en 7 Estrellas era muy torpe para hablar, directa y hasta grosera, al pasar los años fui cambiando, hice viajes espirituales y eso me ayudó a sentirme diferente, porque a pesar de todo lo que me ocurre estoy tranquila. Recuerdo que cuando mi mamá estaba en el hospital, mi hermana estaba atacada llorando y me dijo que si yo no sentía nada y yo le dije que sí, por supuesto que me duele, pero si todos nos ponemos a llorar se vuelve un desastre y yo he sido esa persona.
–¿Pero sí lo hace?
Siento que si me pongo a llorar estoy perdiendo el tiempo, aunque lo hago, en ocasiones me pego mis buenas lloradas pero en privado, no soy de que me vean hacerlo en público, si ha pasado es porque ya no doy.
Después de que voy a verla me golpea fuerte porque veo que ha bajado de peso y sé que sufre, trato de ayudar en lo que pueda, pero una vez que me monto en el avión procuro desconectarme del dolor porque no puedo volver baja de pilas ya que tengo más hijos que me necesitan, descanso un día y al siguiente sigo adelante, hacer eso me ha ayudado a no volverme loca.