Ya sea como paciente, como amiga o como figura pública Lussania Víquez es una de las personas más autorizadas para hablar del tema del cáncer de mama.
La presentadora de Informe 11 vivió en carne propia el dolor, la soledad y el miedo que en muchas ocasiones embarga a una paciente de esta enfermedad. Además, conoce y ha visto de cerca muchísimos casos que a diferencia del de ella, no pudieron contar el cuento.
Es por eso que tiene muy claro que cuando se tiene alrededor a una persona con esta condición lo mejor es estar ahí, no para darle consejos médicos ni para intentar comprender el padecimiento, simplemente es importante que la gente que atraviesa el cáncer de mama sienta que tiene dónde apoyarse.
“Yo en mis charlas le digo a la gente que no se alejen, si usted tiene una amiga con la que acostumbra salir a tomar café, ir al cine o hacer diferentes actividades puede seguir haciéndolas aunque padezca cáncer de mama, lo importante es estar ahí, no como doctores ni enfermeros, solo estar”, afirmó.
Este consejo lo da porque la conductora del programa de historias de Repretel ha visto muchos casos en que las pacientes tienen que hacerle frente a su enfermedad solas, ya que sus familias o amigos los van haciendo a un lado, con o sin intención de hacerlo.
“He visto que todo mundo vive en el yo y siempre todos necesitamos a alguien, a veces son las mismas pacientes las que se alejan, pero uno puede leer a las personas, si uno como amigo está pendiente y ella no ve los mensajes y nunca contesta o prefiere estar sola está bien dar espacio, si lo toma a bien perfecto y sino no es mi problema, pero siempre hay que procurar estar”, aseguró.
Lussania vio cómo murió una de sus mejores amigos por esta misma enfermedad y en su consciencia está que la acompañó hasta el final, sabiendo que lo importante para ella era tener a alguien cerca.
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Muy duro
Hace unos días, Lussania compartió en sus redes sociales algunas fotografías y contó un poco la historia que vivió cuando atravesó la enfermedad, cuando tenía 26 años.
En setiembre cumplió siete años desde la primera quimioterapia y hasta hace apenas dos terminó un tratamiento hormonal que llevó para evitar que regresara el cáncer.
En ese tiempo le quitaron la cuarta parte del seno, enfrentó 16 sesiones de quimio, 33 radioterapias y una inyección en su estómago cada 28 días durante los primeros tres años, la cual le dolía muchísimo, según cuenta.
También tuvo que verse pelona, sin cejas ni uñas, además de sentir rechazo de algunos amigos que simplemente desaparecieron. Eso la hizo aún más fuerte.
“No es solo la enfermedad, implica mucho más, yo recuerdo que lloraba y a los 10 minutos salía de mi cuarto renovada”, aseguró.
Muy joven
A Lussania la enfermedad le comenzó a sus 26 años por una pelotita diminuta que se encontró cuando se hizo el autoexamen.
Al principio le dijeron que no era nada. después que era grasa y luego de hacerse un par de biopsias, una más profunda que la otra, se dieron cuenta que había algo que no estaba bien.
Como es normal en las personas más jóvenes, no creía que ella pudiera ser víctima, ya que siempre ha hecho deporte, llevaba una vida saludable y en su familia no había ningún caso de cáncer, por lo que cuando se lo confirmaron el impacto fue muy fuerte.
A pesar de eso, siempre fue muy positiva de que todo iba estar bien. Así pasó gran parte de su enfermedad.
Lussi cuenta que el miedo lo empezó a sentir tiempo después de haber superado el cáncer, cuando veía que otras personas con el mismo padecimiento no tenían el mismo resultado.
“Yo siempre lo vi como una operación y listo, nunca lo vi como que me iba a morir, pero me dio duro al ver que muchos se iban quedando en el camino, por eso me alejé de algunas organizaciones porque cada vez que veía a alguien morir, también moría yo emocionalmente”, señaló.
Para ella este mes, al igual que los demás, son muy especiales y se apunta en cuanta actividad haya sobre el tema.
“Trato de ir a un par de actividades, pero para mí esto es un sello, un tatuaje que llevo y por eso siempre doy charlas para ayudar a los demás".