“He escuchado que el amor es una decisión y eso he tratado de comprenderlo por 12 años de matrimonio. Ella es una mujer muy difícil a diferentes niveles, su carácter es muy explosivo, las cosas tienen que ser como ella dice y es una persona llena de miedos e inseguridades. Entonces, si ella no quiere salir en la noche porque tiene miedo, no se hace; si no quiere ir a la playa, no se hace; no podemos tener perros porque ella no quiere y mis hijos no pueden salir a una fiesta porque ella no los deja. He intentado por todas las formas posibles que ella sea más flexible, pero no se puede, le he propuesto muchas veces buscar ayuda y su respuesta es: “Si usted no está contento, váyase”. Con los años aprendí a callarme y a no decir nada, pero ya no pude más y me separé. Mis hijos, de 12 y 10 años, se vinieron a vivir conmigo, pero esto también ha sido muy difícil porque ella no quiere escuchar y está complicando todo con los abogados”.
1. Todo ser humano, desde su historia, puede tomar decisiones y el gran reto de la vida es aprender a elegir lo que nos hace bien. Hay decisiones muy fuertes, por ejemplo, un divorcio, porque implica múltiples duelos y puede generar contradicciones.
2. Pero si usted considera que la posición de su expareja no contribuye a un diálogo sincero que posibilite una comunicación orientada a la construcción de acuerdos, los cuales ha vivido desde la imposición y la intransigencia, y que a partir de ahí decide qué camino tomar, pues está en su derecho.
3. Ahora, si la separación o el divorcio es el camino, si sus hijos decidieron vivir con usted, quizá esto sea el resultado de la historia vivida y, como usted está en una fase de reorganización, creo que debe buscar apoyo psicológico y legal para tomar las mejores decisiones y procurar que se logren acuerdos sanos. Pero si el proceso por vía de conciliación o mediación no posibilita establecer un mutuo acuerdo, busque asesoría legal para trazar un camino orientado a la búsqueda de soluciones.
4. En esto hay dos caminos, o se hace por mutuo acuerdo o se pide una intervención judicial y al final el juez, a partir de cada caso, actuará con base en la ley y esto permitirá hacer un cierre a muchos niveles que va a permitir estructurar una nueva vida y establecer patrones para que se vea el divorcio como un nuevo comienzo y no como una extensión del conflicto que se tenía cuando se estaba en pareja.