La historia de Javier Rojas, a quien bautizaremos como “Javier el travieso”, representa muy bien lo que fueron los años ochentas y noventas cuando los chiquitos podían andar tranquilos en la calle con sus amigos, jugando y jalándose tortas sin el miedo de que algo malo les pase como ahora.
Comenzó el 26 de octubre de 1997 cuando en un partido Saprissa contra La Liga en el antiguo Estadio Nacional, el pequeño, vecino de Alajuelita, se metió no solo a la cancha, sino a la celebración del tercer gol de los manudos hecho por Richard “la Pantera” Smith.
En una foto que fue publicada en el periódico Al Día, el 27 de octubre de ese año, aparece el niño, que ahora tiene 33 años, celebrando junto con la Pantera, David Diach y Giovanni Hidalgo, el pepino que los ponía al frente en el marcador y que al final le daría la victoria a los liguistas por 3 a 2.
Lo vacilón es que, al mejor estilo de Michael Jackson, se tomó la jareta como dedicándole el gol a la afición morada y eso quedó capturado en el lente del fotógrafo.
La historia de “Javier el travieso” tuvo un nuevo capítulo hace unas semanas cuando Diach llevó esa imagen, que tiene hasta enmarcada en su casa, al programa La Platea, de TD Más, en donde cada lunes comparte con Christian Sandoval, Allan Alemán, Carlos Castro y otros invitados.
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Posted by TD Más on Monday, October 5, 2020
En medio del vacilón se pusieron a decir que sería algo increíble dar con el pequeño, de quien no tenían ninguna referencia hasta ese entonces.
Gracias a la facilidad que dan ahora las redes sociales, por fin se le pudo poner final a ese cuento tan vacilón, ya que este lunes tuvieron de invitado a Javier junto con su hermana Jessica Rojas, quien es periodista de La Nación.
Ante el asombro de muchísimas personas que vieron el programa en vivo y los mismos panelistas, Javier contó lo que vivió en aquel momento y la chispa que tuvo, no solo para meterse a la cancha, donde nadie más excepto los jugadores podían estar, sino para cuentear a su familia de que andaba en misa.
El cuento
El travieso chamaco recordó que ese día le dijo a su abuela y a su mamá que iba para misa a la iglesia de Alajuelita con sus amigos de toda la vida.
En lugar de eso, sabiendo que había clásico en La Sabana, se fueron a pulsear que algún buen samaritano los metiera al estadio, pues en aquella época los niños entraban gratis acompañados por un adulto.
Como Javi es manudo y sus compas morados, una vez dentro, no se sintió cómodo con la afición saprissista y jaló solito al lado de los rojinegros.
Según cuenta, como no era muy quedito que digamos, allí tampoco podía ver mucho y por eso se brincó la malla y se fue a sentar como si nada en la silla del entrenador liguista Manuel Keosseian, quien estaba de pie dirigiendo la mejenga.
En el momento de gol el traviesillo no pudo contener su alegría y se fue a celebrar con sus ídolos, sin saber que esa imagen quedaría grabada en el recuerdo de muchos.
Al terminar la mejenga se tuvo que devolver solito a su casa porque se le perdieron los compas con los que andaba.
Un día después, jaló para la escuela como si nada hubiera pasado y cuando regresó su abuela y su mamá lo esperaban con el periódico para darle una buena fajeada por mentirles y por el gesto que hizo, el cual no les causó mucha gracia.
Un pacho
Lo que en aquel momento fue una travesura se convirtió en toda una anécdota, la cual le permitió compartir nuevamente con sus ídolos.
“Mi hermana me llamó y me dijo que me estaban buscando en el programa para hablar de eso, yo no me acordaba de lo que pasó, pero cuando vi la foto todo se me vino a la cabeza”, dijo Javi, quien tiene una barbería llamada La Barbe en Hatillo centro.
Javi dice que esa historia solo la sabía su familia, habían guardado el periódico, pero al tiempo se perdió, ya que no era algo que los enorgulleciera.
“Para ellos era una pachucada. Ahora nos reímos, pero en aquel momento me llevé una buena fajeada por andar mintiendo y por lo que hice, es que yo era megahiperactivo, siempre me andaba escapando a lugares así”, contó.
Para el travieso, toda esa experiencia valió mucho la pena, por lo que vivió en ese momento y por poder compartir nuevamente con sus ídolos.
“Fue muy bonito, salí regalado y me trataron muy bien, hasta nos pusimos a repetir un poco la escena, también me firmaron los premios y los invité a la barbería”, señaló.