El locutor Jair Cruz estaba acostumbrado a vivir solo, pero desde hace un par de semanas tiene a dos “precaristas”, bueno tres, contando al perro, que lo tienen viviendo una etapa muy bonita en su vida.
Y decimos “precaristas”, porque él mismo les llama así, también les dice “arrimados”, pero obviamente, todo es en plan vacilón, pues sus nuevos inquilinos son una de sus hijas mayores, Valeria, y su yerno, Esteban Gutiérrez, así como el perro de ambos, Cocoa.
El también animador de El Chinamo de Teletica decidió darles posada por una razón muy especial: les están remodelando la casa de su fallecida madre para que vivan más cómodos.
El pasado 13 de abril, Rogelia Cruz Chévez murió y él decidió prestarles la casa de ella para que sigan haciendo su vida en pareja.
Anteriormente, ellos vivían en un pequeño apartamento de alquiler que tiene Jair, pero para que se ahorren esos cinquitos los dejó quedarse con él mientras terminan las reparaciones de su nuevo hogar.
El vivir bajo el mismo techo con su hija, de 27 años, y su novio es lo que acapara ahora el contenido diario de sus redes sociales, pues han sido días de muchos cambios para todos; sin embargo, el locutor dice estar disfrutando mucho la experiencia.
“Creo que el momento que se da para nosotros es muy lindo. Yo de verdad una de las cosas que siempre quise era tener cómo volver a la casa de mi mamá (sin sentir tanto dolor por su ausencia) y que ellos estuvieran en unas condiciones muy bonitas y todo es la mejor forma. Además, hay que apoyarlos, entonces decidimos como hacer eso, una pequeña remodelación para que ellos puedan tener las condiciones bonitas y para que puedan estar y yo poder ir a esa casa, ¿verdad? Poder ir de una manera tal vez distinta”, explicó.
Jair contó que a la casa de su mamita decidieron cambiarle el techo y botarle algunas paredes porque ya estaban algo viejitas y para hacer más espacio.
Además, Valeria quiso hacerle otras remodelaciones a los cuartos para que quede más a su gusto.
“Doña Valeria quiere hacer las cosas de manera distinta, pero bueno, por lo menos va a ser esa casa donde yo sé que puedo llegar en cualquier momento igual a desayunar, a almorzar, a vacilar y también da para que podamos reunirnos con mis otros hijos en algún momento”, dijo.
El presentador tiene cinco hijos más: María Angélica, de 28 años; Fabiana, de 25; Jahir, de 20 e Isabella, de 15 y Camila, de 25 años, quien no es hija biológica, pero que crió desde bebé.
Pero, además de ellos, tiene dos yernos más; Andrey Agüero y Steven López, quienes también son parte de las reuniones semanales de los Cruz.
No todo es verdad
A pesar de que en sus redes sociales se la pasa compartiendo videos donde salen peleando por la sacada de la basura, por ver quién recoge los regueros de la casa o discutiendo, principalmente con el yerno, porque no quiere seguir lavando los platos siempre, el locutor asegura que está feliz de tenerlos por dos meses en su casa.
El hecho de que los dos son “muy colaboradores” (lo de las historias en redes es en broma) y que desde siempre ha existido un respeto entre todos es lo que cree Jair que ha hecho que la conviviencia se torne bonita, a pesar de que tenía años viviendo solo.
“La enseñanza más grande que yo tengo de esto es que si todos en la casa tenemos un rol, creo que no hay forma de tener un problema. El problema viene cuando nadie cumple el rol. Y aquí nadie tiene una obligación de nada. Y creo que una de las cosas muy importantes cuando decidimos que vivieran conmigo era: ‘ok, yo no quiero cambiar mi rol de vida porque ustedes vienen, pero tampoco quiero que ustedes se sientan como que no están en su casa. Ustedes siéntanse en su casa y disfruten’. Y lo bonito de esto es eso, que a todos nos gusta compartir. Entonces, desayunamos juntos, almorzamos juntos, cenamos”, señaló.
Cruz agregó que ya se siente tan acostumbrado a verlos todo el día que más bien cree que le van a hacer mucha falta cuando se vayan a su nuevo hogar.
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Se siente abuelo
Pero no solo a ellos los extrañará sino también a Cocoa, a quien en un principio no dejaba ni entrar a su cuarto y ahora más bien lo llama para que se acueste en su cama a ver tele juntos y hasta se siente como el abuelito alcahueta que lo deja comer de todo.
“Ha sido muy divertido porque ellos le ponen una barrerita para que no entre a mi cuarto y un día me encuentro el perro acostado en mi cama y yo: ‘pero ¿qué hace este perro aquí?’, y al final yo ahora hasta lo llamo para que llegue”, contó entre risas.
Según dice, sus otros hijos entienden muy bien la situación y no se ponen nada celosos de que ahora comparta más tiempo con Vale y Esteban. Eso sí, trata de apoyarlos a todos de diferentes maneras.
Jair tiene un chat con todos sus hijos y yernos y tienen por costumbre verse mínimo una vez a la semana para comer y para contarse “lo último bonito que nos pasó a cada uno” para así seguir fortalaciendo la sana relación entre todos.