El querido folclorista Lencho Salazar murió este miércoles a sus 92 años, luego de una vida llena de logros y reconocimientos ligada siempre a la cultura de esta tierra.
Lorenzo, que era su verdadero nombre, pasó los últimos ocho años de su vida en cama y aunque en muchas ocasiones se rumoró lo que finalmente este 28 de agosto, ocurrió, lo cierto es que hasta sus últimos días mantuvo esa alegría y chispa que siempre lo caracterizaron.
Hace poco más de un año, La Teja tuvo la oportunidad de entrevistar a doña Ana Solano, fiel esposa del folclorista, quien muy amablemente nos comentó sobre el estado de salud de su “papito”, dándonos a conocer que a pesar de sus padecimientos, nunca dejó de ser Lenchito.
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“Él está bien, en lo que cabe. A veces se pone un poco quebradito de salud y otra vez se recupera y así va. A veces me come, a veces no me come y cuando no come entonces le tengo que dar una lechita especial y eso me lo tiene reanimadito. De color está bien y, de peso, puedo estar en unos 70 kilos”, nos contó Anita.
Los únicos males que tenía Lenchito en ese momento eran demencia y ceguera, que relacionados con la edad que él tiene, complican que se pueda levantar de la cama. Doña Ana dice que de otros padecimientos, Lenchito se curó.
“A él no le achacan ninguna enfermedad. Él no tiene ninguna enfermedad crónica. La presión la mantiene todo el tiempo bien, y en los exámenes (médicos) sale como un relojito. Azúcar ya no tiene, del colesterol y los triglicéridos todo lo tiene bien. A veces se me queja de que le duele la espaldita, las piernitas o los bracitos y es lógico, si él está en cama, entonces yo le hago masajitos donde él dice que le duele”, reveló.
Doña Ana contó que de vez en cuando su amor la sorprendía cantando canciones o narrando historias él solito desde su cuarto. En esos momentos de claridad mental del folclorista, ella aprovechaba para declararle el gran amor que le tenía.
Lenchito y Anita se casaron el 11 de agosto del 2015 y poco después de eso, él cayó en cama por lo que sin duda fue una historia llena de admiración, fidelidad y sobre todo, mucho amor.