Una mujer de baja estatura, de piel morena (algo quemada por el sol), con un gran carisma y corazón: así era la Trafiquina, una mujer que por años se encargó de alegrar todas las mañanas al presentador Ítalo Marenco.
Todos la conocieron como la Trafiquina; sin embargo, su nombre real era Janneth Pérez Espinoza, nicaragüense quien desde el 2012 cuidó carros en las inmediaciones del residencial El Bosque, en San Francisco de Dos Ríos, hasta hace unas semanas cuando enfermó, se retiró de su trabajo y le pidió al presentador de Repretel ayudarla a devolverse a su natal Nicaragua.
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La Trafiquina era una mujer muy dulce y gracias a eso se ganó el cariño de Marenco y de todos los conductores que pasaban por ese sector. A todos les daba la bendición de una forma muy particular, pues hasta tenía un baile para eso.
Ítalo contó a La Teja, en el 2020, que su amistad con la Trafi, quien vivía sola en un cuartito que alquilaba cerca de El Bosque, nació desde que le tocó empezar a ir a dejar a su hija Irene donde su suegra, en San Francisco, quien se la cuidaba durante las mañanas, mientras él estaba en el programa de canal 6.
“Cuando yo paso, ella le dice a uno: ‘Deme la mano’. Luego empieza: ‘La bendición, la bendición’. Ella todos los días me bendecía, ella ora por uno lo conozca o no y empecé a agarrarle cariño porque todas las mañanas me toca pasar por su esquinita de trabajo”, explicó el galán del 6 a este medio en el 2020.
Tanta fue la amistad que crearon, que el presentador intentaba pasar cada día más temprano por el lugar donde ella estaba para conversar un rato, hacer videos y vacilar.
Así fue como se enteró que era una mujer muy sola y madre de un único hijo.
“Me contó una historia que la familia de ella siempre le decía que no iba a ser nada en la vida y que ella les respondió que estaban equivocados porque es tráfico en Costa Rica, ya que ella es la que pone orden en su esquina. Me gustó porque entre todos sus problemas ella es muy positiva y siento que Dios me la puso en el camino para ayudarla”, mencionó el presentador hace cinco años.
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Valiéndose de su poder de figura pública y de sus miles de seguidores en redes, Ítalo se dio a la tarea de chinearla un poquito.
Con ayuda de patrocinadores y hasta de gente que sintió identificada con el carisma de Trafiquina, Ítalo le llevaba con frecuencia comida, plata, tenis, abrigos.
Uno de sus grandes deseos era conseguirle un trabajito mejor, pero ella decía que de su esquina nadie la sacaba, y así fue.
“A mí me gusta aquí. Todo el tiempo la gente me ayuda con café o pan cuando tengo hambre y aunque soy pobre tengo muchos amigos”, decía Trafiquina, quien en un inicio desconocía que Ítalo Marenco era un presentador de tele de los más populares del país.
Trafiquina murió este jueves a los 55 años y su partida dejó bastante triste a su queridísimo amigo costarricense.
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