Cuba realizará este domingo un referendo sobre el Código de las Familias, un paquete legislativo que incluye el matrimonio igualitario y la gestación subrogada, la cual es una votación inusual, controvertida y de resultado incierto para los habitantes de la isla.
Según informa Clarín, el ejercicio pretende ser el punto y final de un proceso de años. Arrancó con la elaboración de la Constitución de 2019 y concluyó con la aprobación de la vigésimo quinta versión del Código de las Familias en la Asamblea Nacional (parlamento unicameral) en julio de este año, luego de tres meses de consulta popular y 79.000 reuniones con ciudadanos en barrios y municipios.
El texto, que sustituye a una normativa de 1975, contempla el matrimonio entre personas del mismo sexo y la posibilidad de que adopten, regula el embarazo “solidario”, la responsabilidad de los progenitores con sus hijos y el cuidado de las personas mayores, además de prohibir el matrimonio infantil y abordar la violencia de género.
El Gobierno y todas las estructuras del Estado se han volcado en la campaña por el “sí”, incluida la Comisión Electoral Nacional (CEN) y el Tribunal Supremo, con continuos mensajes en medios oficiales y redes sociales.
Argumentan que el código atiende a la realidad actual de las familias cubanas, amplía derechos y protege mejor a menores, mayores, personas con discapacidad y colectivos vulnerables.
La directora del Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex), Mariela Castro, dijo que el código responde a una “ampliación de derechos” en el ámbito del derecho familiar.
“El Código de las Familias aporta, amplía y contribuye a garantizar ampliamente los derechos de todas las personas y todas las familias. Contribuye a democratizar aún más las relaciones intergenéricas, intergeneracionales”, aseguró.
El “no”, por su parte, no ha tenido una campaña articulada ni presencia en los medios oficiales. En redes sociales activistas y algunas instituciones y colectivos han abogado por la abstención o el rechazo a la ley.
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Su oposición es en ocasiones rechazo al contenido, y particularmente a que los homosexuales puedan casarse y adoptar. Éste es el caso de la Iglesia católica, que recientemente criticó estos puntos y pidió votar “en conciencia”.
Pero el rechazo es también político. Opositores, disidentes y activistas aseguran que se abstendrán o votarán en contra porque consideran que el “sí” conlleva la legitimación del sistema político comunista con el que no están de acuerdo.