Raquel Vargas es oriunda de San Pedro de Montes de Oca, sin embargo, en El Salvador la quieren como una hija más. Tanto así que están deseando que se nacionalice para que los represente en algún concurso de belleza.
Pero resulta que la tica no podría complacerlos, ya que pues incumple uno de los principales requisitos: la edad.
La guapa costarricense tiene 40 años, auténtica mujer de cuatro décadas, pero los años ni se le notan. Además está casada y es mamita de una hija.
Vargas tiene 10 años de vivir en El Salvador, donde llegó a trabajar como modelo y actualmente es presentadora del programa número de este país.
–¿Qué la hizo irse para El Salvador?
– Me vine por un desamor (risas). Yo por lo general salía constantemente a Centroamérica a trabajar como modelo y me salió un contrato por tres meses y me lo fueron extendiendo tres meses más, tres meses más y al final conocí aquí a un salvadoreño con el que empecé una relación y me quedé trabajando para diferentes marcas. Luego tuve un contrato de exclusividad por tres años y medio con una marca de telefonía y luego con una marca de licores, entonces aprovechaba para traer modelos ticas a trabajar aquí.
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–¿Cómo llegó a la tele?
– Ya había estado en dos programas anteriores como modelo. Uno que era "Trato Hecho", que también se transmitió en Costa Rica, y luego estuve en "Minuto 2014", que fue un programa que se hizo para el Mundial de Brasil. Desde hace tres años estoy en una franquicia argentina que se llama "A todo o nada", que ahorita tiene el mejor raiting del país, lo ven millón y medio de personas diariamente entonces es donde la gente empieza a tenerme un poco más de cariño y de aceptarme porque igual no ha sido fácil.
No es fácil estar fuera de tu país, de su comida y sus costumbres. A pesar de que son países muy cercanos las costumbres son completamente diferentes, entonces el adaptarme no ha sido fácil a pesar de que ya llevo 10 años acá.
–¿Vive sola?
– Vivo con mi esposo y mi hija, que tiene 7 años. Al principio me vine sola con cinco ticas más a trabajar y conforme fue pasando el tiempo me fui quedando sola hasta que conocí a mi esposo. Hace cuatro años nos casamos, pero fue que nosotros hicimos todo al revés, nos juntamos, después tuvimos a nuestra hija y después nos casamos.
¿Ya ha venido con ellos a Costa Rica?
– Sí, claro. Mi hija tiene la doble nacionalidad y ama Costa Rica. Yo trato de ir a Costa Rica cada vez que puedo, obviamente se me complica muchísimo más ahora porque ella (su hija) está en tiempo de escuela.
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Posted by A Todo o Nada El Salvador on Wednesday, March 21, 2018
–¿De qué trata el programa A todo o nada?
– Es un programa de juegos donde la persona tiene que realizar un juego que tiene su parte de complejidad pero todos son realizables. Al que gana se le da un electrodoméstico como una refrigeradora, una cocina, equipos de sonido. Son juegos sencillos como el soplar una pelotica y tiene que caer en un vaso, no son tan complicados. Se les cita a las personas que lleguen a participar, hacen una fila y van ingresando según la fila. Solo tienen derecho a jugar una vez. Ya el programa tiene tres años de estar al aire y tiene muy buena aceptación, es para todo público.
Mucho tiene que ver el animador principal del programa porque es una persona muy simpática, no es solo el momento del juego, sino que nos ponemos a actuar, a bailar o hacemos alguna tontera y eso hace que el programa sea más divertido.
–¿Y cuántos juegan por programa?
– Los que lleguen, todos juegan (risas). Ahí la producción tiene que ver qué juegos mete, cuáles son los más rápidos, llevar bien los tiempos (es de dos horas de transmisión) y hemos tenido de 120 a 130 personas en un día. Nunca hemos hecho un programa donde no entren todos, todos tienen que pasar.
– Gracias a este programa es que los salvadoreños le tienen tanto cariño y es por eso, que hasta le piden que se nacionalice para que sea su reina de belleza. ¿Qué opina?
– No es fácil ganarse ese cariño, la misma situación del país con respecto a la seguridad, no es como allá que entre los vecinos se pueden decir 'venite a tomar un café', esa confianza aquí no existe, la gente es muy reservada con su vida, entonces el que a uno le abran la puerta de la casa, que te traten con tanto cariño para mí no tiene precio. Yo soy una persona que cuando estoy en el programa trato de poder expresar lo que más pueda de cariño, de llegar y abrazar o tener algún gesto con algún niño o persona que llega a participar porque siento que no hay forma de poderles pagar tanta atención y tiempo. Yo jamás pensé que la gente me aceptara porque con los extranjeros son más quisquillosos.
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–¿Piensa nacionalizarse para ser la salvadoreña más hermosa?
– (Risas) Eso del concurso no creo que sea posible porque ellos no saben mi edad (tiene 40 años). Si he pensado en nacionalizarme en algún momento porque me facilitaría mucho las cosas con respecto a papeleos, pero no es tan fácil, un día me tomé el tiempo para averiguar los requisitos y para eso tengo que sacar tiempo para ir a Costa Rica a pedir todos los papeles que necesito. Para mí es un halago que piensen así.
–Dice que los salvadoreños no saben su edad. ¿Habla muy poco de su vida personal?
– Sí, por la misma situación del país. Aquí la seguridad es más complicada porque hay mareros, entonces mi vida personal la mantengo muy al margen. No saben que soy casada, que tengo una hija por lo mismo, por mantenerla más segura.
–¿Y alguna vez le ha pasado algún susto por la inseguridad que vive el país?
– Gracias a Dios nunca me ha pasado nada grave, solo un día que me llevé un gran susto, estaba trabajando en Multiplaza como modelo y llegó mi esposo y me dijo que teníamos que irnos, me faltaba como una hora para terminar de trabajar, y me dijo que había toque de queda y que había que estar a las 6 p. m. en la casa sino los mareros iban a empezar a volar bala si veían gente en la calle, se me soltó el cuerpo en un temblor porque faltaban como 15 minutos y yo vivo como a 20 minutos de donde estaba, yo sentía que de todos lados me iban a salir mareros a matarme. Yo iba llorando para mi casa y llamé a mi mamá casi que despidiéndome de ella del susto. Llegué a la casa histérica, casi hago maletas y me vengo.
Yo digo que la gente en Costa Rica no llega a apreciar la bendición que es estar, vivir o nacer en Costa Rica. Para mí el valor más grande que tiene mi país es la libertad.