Cuando una persona cumple 100 años es motivo suficiente para tirar la casa por la ventana y hacer un buen pachangón. Por eso la familia de doña María del Consuelo Monge Portuguez llevaba rato planeando una fiesta para celebrar la tejita de vida de la señora, a quien sus amigos y parientes llaman “Carmen”.
Sin embargo, el coronavirus se paseó en los planes, pero ellos en vez de bajonearse le encontraron la comba al palo.
Por eso el pasado viernes 5 de junio, día en que estaba de manteles largos, la familia decoró una pared e hizo una videollamada por Zoom, para que todos los parientes compartieran la cena con doña María, aunque fuera de manera virtual.
Pero la cosa no terminó ahí, la mejor parte quedó para el sábado.
“Llevábamos meses planeando una fiesta para ella con toda la familia, es difícil hacer una fiesta para más de 250 personas. Nosotros en casa celebramos cada cumpleaños sin falta, pero este año sería más especial que los otros, 100 años es algo que queríamos celebrar en grande; sin embargo, por la pandemia, es algo que no pudimos hacer como queríamos, por lo que ideamos hacerle una caravana de carros que pasara frente a la casa”, relató su hija Mayra Calvo.
Unos 20 vehículos decorados con papel china, confeti, globos y carteles llenaron de color y alegría el barrio de la cumpleañera, en San Nicolás de Cartago.
"Dentro de la urbanización en la que vivimos, los familiares estacionaron sus vehículos en una fila de más de 100 metros y desde ahí comenzaron la caravana que pasó al frente de la casa.
"Iban con la música a todo volumen, haciendo bulla con cornetas y con los pitos. Ya cuando se acercaban, bajaban más las ventanas y mostraban los carteles con felicitaciones para tita, iban pasando uno a uno frente a la casa", contó Katherine Ortiz, una de las nietas.
Y la homenajeada quedó encantada con el regalazo que le dieron sus seres queridos.
“Muy feliz, la música siempre me ha gustado, vino mucha familia. Estuvo muy bonito, extrañaba mucho verlos, no pude abrazarlos por la situación que está pasando”, contó la cumpleañera.
Como una chiquilla
Doña María del Consuelo, la menor de cinco hermanos, llega a la tejita con toda la pata.
“¡Como chiquilla de quince! Me siento muy bien y feliz. Me levanto, tiendo mi cama y arreglo mi cuarto, me baño, desayuno y camino por mi vecindad, meriendo, almuerzo con mi familia, descanso por la tarde, tomo café mientras rezo el rosario con la radio, escucho la misa, ceno y me acuesto temprano”, nos contó con gran alegría.
Sus familiares dicen que es una persona activa, independiente y la definen como un roble. Siempre está presente para cualquiera de sus “chiquitos”, como suele decirle a su descendencia.
“¡Es un orgullo! No solo amo seguir teniéndola a mi lado, sino que me siento agradecida de que goce de buena salud y que su mente se encuentre lúcida, ella es la perla preciada de la familia.
“Me encantaría llegar a esa edad. Tita siempre nos enseñó que la edad no determina la forma de vivir, así que sin importar si llego o no a los 100, quiero tener siempre la energía y vitalidad de ella”, contó su nieta Katherine Ortiz, de 24 años.
Gran familia
Doña Carmen tuvo una infancia llena de juegos, fue amante de las muñecas, los vestidos y la naturaleza. Siempre le gustó trabajar para comprarse sus propias cosas, por lo que desde los diez años laboró en múltiples oficios.
Se casó a los 22 años con Salvador “Cocolo” Calvo, ambos eran amantes de su trabajo en agricultura y ganadería. Sus parientes dicen que los dos eran como una yunta de bueyes que formó en valores y principios a más de 150 personas, que son su descendencia.
“¡Me gustan las familias grandes!”, reconoció la centenaria cumpleañera.
Tuvo 11 hijos, de los cuales solo cinco viven, una de ellas es Mayra Calvo Monge, de 60 años.
“Mami es una mujer muy estricta, daba amor y rigor. Describo a mi mamá como una mujer fuerte, firme en sus decisiones, solo existe blanco y negro para ella, es una mujer dulce y tierna, es amable y me enseñó a ser servicial.
“Me enseñó a valorar las cosas que tengo y a siempre ganarlas con el sudor de mi frente. Me enseñó que la unión familiar es lo primero. Ella tiene veinte años de viuda. Era una esposa abnegada, sumisa, entregada, trabajadora, comprometida. Fue una compañera que junto a mi padre edificó el patrimonio familiar”, aseguró Mayra.
Doña Carmen, además de sus 11 hijos, tiene 47 nietos, 82 bisnietos, siete tataranietos, cinco cacaranietos y tres cacacaranietos.