Jeffrey Dahmer, “carnicero”, “caníbal” o “monstruo”. Así se lo conocía en su ciudad, Milwaukee, en el estado de Wisconsin, Estados Unidos. Este hombre fue uno de los asesinos seriales más conocidos en el norte del país de las barras y las estrellas durante 15 años. ¿Sus crímenes? Asesinó a cerca de una veintena de personas entre niños y adultos, además de tener fuertes tendencias al canibalismo (comer carne humana) y necrofilia (mantener relaciones sexuales con cadáveres) durante su carrera homicida.
Sus ataques y acosos los inició en 1978 y en 1991 cayó en manos de la policía gracias a Tracy Edwards, una de sus víctimas. Edwards logró escapar de sus garras aún con las manos esposadas y en su huída encontró a unos policías a quienes les contó absolutamente todo y los guió hasta la casa de Dahmer.
Así murió “el carnicero”
Dahmer no había huido, permanecía en su casa. Allí encontraron siete cráneos humanos, cuerpos en descomposición y fotos de crímenes previos. Lo condenaron a prisión, específicamente en la cárcel Columbia Correctional Institution, en el estado de Indiana, a cadena perpetua. No obstante, duraría tan solo dos años allí, ya que fue asesinado por su compañero de celda -llamado Christopher Scarver- quien lo golpeó hasta matarlo con una varilla de metal en 1994.
Scarver contó tiempo después que las razones por las cuales mató a Dahmer fueron por su comportamiento en prisión. Manifestó que el asesino serial fabricaba extremidades de personas con la comida y que utilizaba la salsa de tomate para simular sangre a borbotones.
Al principio, Scarver procuró mantener una distancia segura de él, sin embargo, fue testigo de diferentes actitudes “molestas” no solo con otros reclusos, sino también con funcionarios de la propia prisión, cosa que paulatinamente alimentó su desprecio hacia él. “Vi interacciones acaloradas entre él y otros prisioneros de vez en cuando”, manifestó al medio New York Post.
La paciencia llegó a su límite el día que lo mató. Mientras limpiaba en el gimnasio de la prisión junto a Jeffrey y otro convicto llamado Jesse Anderson, Dahmer lo golpeó por la espalda. “Me di la vuelta, y él y Jesse se estaban riendo por lo bajo“, recordó.
No obstante, al darse cuenta de que no estaban acompañados de los guardias de seguridad, Scarver siguió a Dahmer hasta el cuarto de servicio. En su bolsillo llevaba un periódico que relataba los delitos que hizo durante los años previos a su arresto y encierro.
Ya con Dahmer acorralado, Scarver agarró una barra de pesas del gimnasio, y bajo la poca vigilancia, decidió acabar con su vida de una vez. Lo golpeó sin parar, hasta matarlo. “Los guardias tuvieron algo que ver con lo que sucedió” , aseguró.
“Necesitaría un buen abogado para asegurarme de que no habría represalias por parte de los funcionarios de Wisconsin o para sacarme de cualquier tipo de represalia en la que me pondrían”, finalizó Scarver. Un golpe certero, fuerte y bien puesto en la cabeza fue suficiente para que Jeffrey Dahmer, el asesino serial, caníbal y necrofílico de Milwaukee, dejara el plano terrenal a los 34 años.