La frustración de no poder hacer pública una violación que sufrió, por miedo a perder su relación por conveniencia, es solo unas de las situaciones que vive una mujer que tiene un “sugar daddy”, o sea, alguien mayor que le da cuanto pide.
El término ha andado en boca de muchos desde que Víctor Carvajal lo utilizó en tele y le costó el puesto.
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Pero, ¿cómo es vivir teniendo un “sugar daddy”? (existe, claro, la “sugar mommy”).
La Teja se dio a la tarea de buscar a alguien que tuviera una relación de ese tipo y encontramos a una joven. A la muchacha la llamaremos “Sofía” y accedió a contarnos su historia si protegíamos su identidad.
Ella no ha tenido uno, sino tres “paganinis”.
A los 15
La primera vez que “Sofía” tuvo un acercamiento con una persona que pagara sus cuentas fue a sus 15 años (hoy tiene treinta y tantos) y en aquel momento, cuenta, era un vecino que poco a poco se enamoró de ella.
La diferencia entre ellos era de 33 años y el “sugar” era un norteamericano que estaba en el país luego de haberse pensionado del ejército de Estados Unidos.
“Todo comenzó como una amistad, él pasaba por mi casa cuando yo estaba con mis amigas y siempre nos invitaba a algo, nos llevaba comida y nos pedía que fuéramos a la casa de él, que era la única que tenía piscina, ahí íbamos las chiquillas y los jovencillos del barrio”, dijo.
“Sofía” asegura que el señor nunca se sobrepasó con ellas y que, incluso, le pidió la mano a su mamá. Su familia no tuvo problema con esa relación, pues les ayudaba a todos, que vivían una situación económica estrecha.
“Él me dijo que quería casarse conmigo y comenzó a comprarme ropa y cosas y ahí empezó el negocio. Mi familia no era pudiente y fue una opción que se dio porque nos ayudó a todos, comenzamos a ser como novios, pero no duró mucho porque la diferencia de edades era demasiada”, recuerda.
Ella siguió con su vida, conoció a otra persona y tuvo hijos, pero las cosas no funcionaron y volvió con el estadounidense.
“Como vivía enamorado de mí, me dijo que quería hacer algo por mí y me regaló una casita, actualmente mi mamá ya lleva más de veinte años de vivir ahí. Además, me daba lo que le pedía, si yo necesita seiscientos mil colones, sabía que me los iba a dar, fue muy espléndido conmigo, me llevaba a los mejores restaurantes y me andaba de arriba para abajo”.
“La relación fue más de amistad, lo mejor es que siempre fue una persona amable, hasta que se enfermó y murió. Yo siempre le agradeceré por la manera cómo me trató, pero nunca llegué a sentir nada por él”, revela.
Yo quedé desamparada porque no me quise casar con él”
— Sofía, mujer con sugar daddy.
Llegó otro
Una vez que falleció su amigo por conveniencia, “Sofía” se enfrentó a la realidad de que tenía que empezar a pagar sus cosas después de mucho sin hacerlo. Pero rápido apareció otra persona que tomó el lugar que tuvo antes el pensionado.
El cuento fue parecido, con la diferencia de que esta persona vivía en otro país y solo venía a Costa Rica unas cuantas veces al año.
“Duramos como seis años y en todo ese tiempo me mandaba mucho dinero desde donde estaba. Todo iba muy bien hasta que él sufrió un accidente de automóvil y falleció. Es como si yo fuera la viuda negra”, comenta.
En aquel momento, la diferencia de edades era de unos 20 años.
El actual
Aunque “Sofía” sabe que mucha gente juzgará su vida, ella afirma que siempre ha tratado de trabajar y de prepararse como el resto de las personas, con la diferencia de que tiene siempre una ayudita extra.
A su “sugar daddy” actual lo conoció en una actividad empresarial y aquello fue amor a primera vista, al menos por parte de él.
“Él me dice que vio una rubia preciosa y se enamoró. Comenzamos a salir y como él quería algo más, en diez días ya me había dicho que quería ponerme un apartamento para que nos pudiéramos ver y me acomodó en donde vivo”, contó.
El alquiler mensual del apartamento cuesta $900 (poco más de 554.000 colones), de los cuales ella no tiene que pagar ni un cinco. Su amigo también le paga el estudio a los hijos de ella, los recibos de ese apartamento y de la casa de su mamá y lo que vaya surgiendo, claro.
También le ha pagado cirugías estéticas y chineítos para que ella esté feliz.
El señor llega al nidito de amor por lo general los fines de semana y la pasan como una pareja, a veces salen y ya después él se va a su casa. Ella no conoce muchos detalles de la vida de él, solo sabe que vive solo y tiene hijos en otro país.
Aunque nunca han hecho una lista como de mandamientos de la relación por conveniencia, ella sabe que le debe mantener respeto y exclusividad.
“Él no me llama a agobiarme a cada rato, videollamadas solo si yo se lo permito, no es de reclamarme nada ni me obliga a nada. Me siento como una reina estando con él, es muy atento, nunca me ha hecho nada que me duela o que me haga sentir mal”, afirmó.
Lo malo
Se podría pensar que tener un “sugar daddy” es como un cuento de hadas, pero no es así y “Sofía” lo sabe.
Hace un tiempo ella estuvo conociendo a un muchacho con el que había muy buena química, incluso ya pasaba por su mente si darle un espacio al amor en lugar de una relación por conveniencia, pero pasó algo que la dejó entre la espada y la pared.
Un día lo invitó a su apartamento para tomarse alguito y ver qué pasaba. Mientras ella hacía algo de comer, él, según cuenta “Sofía”, le puso algo en la bebida y después ya ella no supo nada más.
Cuando despertó tenía mucho dolor en la zona genital. El hombre la violó y huyó. Por más que denunció el caso y sabía bien datos del sujeto, no pudo hacer más bulla, pues tenía miedo de que el “sugar daddy” se diera cuenta y les quitara los beneficios a ella y a su familia.
“Uno también quiere vivir el amor, una persona que uno ame, que nos chineemos y pone en una balanza tener lujos o el amor, pero pasan esas cosas y uno se convence más de que está en el lugar indicado”, dice.
“Sofía” tiene claro que no puede meter hombres a su apartamento, aunque sean amigos. Tampoco salir de noche y no regresar a su casa.
“Cuando (su ‘sugar daddy’) se enoja conmigo por algo, se desaparece como tres días y ahí no tengo derecho de llamar a pedirle nada. Esto es así”, contó.
En su caso, más allá del dinero, ella exige buen trato y sentirse segura.
Los cuentos de hadas solo en Disney, ahora ya casi nadie se quiere casar y las relaciones están llenas de celos o infidelidades”
— Sofía, mujer con sugar
Costumbre
“Sofía” prefiere tener una relación por conveniencia a una llena de agresiones o infidelidades.
Se considera una “novia secreta”, no una prostituta y por más que la sociedad juzgue, ella es feliz y no cambiaría lo que tiene.
“Hay mujeres que llevan años aguantando las agresiones de un esposo, que hay rogarle para que ponga plata en la casa, les pega o se pasa borracho. En cambio, a mí me tratan como a una reina, él obtiene lo que quiere, yo también y listo. Es más, sería mentira decirle que en la cama uno la pasa mal porque son tan cariñosos con uno que hasta se pasa bien. Yo no siento ni repudio ni asco, más bien es como bonito saber que te ven así”.
Como es madre, le preguntamos si permitiría que su hija tenga un “sugar daddy” y afirmó que mientras sepa que la tratan bien, no tendría mayor problema.
“Si es una persona como las que me han tocado a mí, que me quieren, me cuidan y velan por mi familia y ella lo acepta, siendo mayor de edad, yo no me voy a interponer porque sé lo que es vivir como una reina. Me opondría si es alguien que anda en drogas, jugando de vivo o si le hace daño, pero con un sugar, jamás”.
“Sofía” no imagina su vida sin una persona que le pague sus gastos. “Yo hasta me siento orgullosa de tenerlo porque no todo el mundo puede darse ese lujo”, dice satisfecha.
Según la psicóloga María Ester Flores, muchas mujeres a la hora de seleccionar su pareja toman en cuenta la estabilidad de los hombres y esa, en muchos casos, la tienen los mayores. Además de la experiencia y conocimiento sexual, el cual para muchas es muy importante. El tema de los chineos es vital y a los más chiquillos en ocasiones se les olvida tener este tipo de tratos con las damas, una vez que se dio la conquista. Para ella, el tema de los “sugar dadd” está muy relacionado con los padres que haya tenido la persona, está el que la trató como una princesa y por eso buscan algo similar a la hora de elegir pareja; o el que estuvo ausente, cuando hubo carencias de amor, protección y apoyo del progenitor, se busca en otra persona mayor. |