Coco Roper, la guerrera hija de Lynda Díaz, dio a conocer a profundidad algunos detalles de cómo ha afectado a su matrimonio la enfermedad que padece desde hace tres años y que la ha dañado muchísimo físicamente.
La joven contó en una transmisión en vivo que hizo en Instagram que cuando se mudó a Texas buscaba un poco más de independencia y a la semana conoció a quien hoy es su esposo. Su relación de noviazgo duró apenas seis meses y se casó, ya estando embarazada de su hija Ellie.
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Ella confesó que crearon una cultura un poco tóxica y no saludable desde el principio, con algunas mentiras y falta de conocimiento de la pareja, por lo que las bases no eran sólidas para enfrentar algo tan fuerte como lo que tiempo después les llegaría.
Coco dijo que ambos son personas muy opuestas, él no es muy sociable y solamente con alcohol podían conectar de alguna manera.
“Cuando tuvimos a Ellie, la bebida del alcohol disminuyó y también la conexión emocional y la posibilidad de poder conversar, era muy difícil saber los sentimientos de él. Él tiene 42 años y yo 28, también hay un aspecto cultural, el latino suele ser amoroso, más expresivo, emocional y quiere estar siempre toqueteándose y yo venía acostumbrada a eso y él como buen americano era bastante frío, yo lo entendí, pero al principio era un punto de discusión, yo me fui acostumbrando a cómo era y creo que eso fue uno de los errores que cometí”, dijo.
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El asunto no venía muy bien y empezaron a ir a una consejera matrimonial, que les ayudó un tiempo pero la cosa no mejoró.
“En eso se me vino abajo la vida cuando fui diagnosticada, todo fue muy rápido, en una semana pasé de pensar que iba a estar bien a saber que ni tan siquiera iba a poder sobrevivir”.
Cuando le dieron la noticia, Coco y su esposo conversaron e hicieron una promesa enorme.
“Yo estaba muy preocupada por lo que iba a pasar con Ellie. Hicimos una promesa de que nos íbamos a quedar juntos hasta que el proceso del cáncer hubiera pasado, donde yo pudiera recuperar mi salud y en el futuro tomaríamos la mejor decisión para nosotros, sí separamos los cuartos y todo, pero honrando el matrimonio, pero priorizando mi enfermedad”, comentó.
Roper dice que agradece mucho a su esposo porque se convirtió en una especie de papá soltero por mucho tiempo y que cumplió en temas emocionales y económicos el tiempo en que ella estuvo hospitalizada, que fue alrededor de un año.
Comentó que resiente algunas cosas que asegura son culturales, pues siempre le ha hecho falta contacto físico, amor, apoyo y empatía, pues él es más de tener detalles de servicio y no tanto de apapachar.
En cuanto al tema sexual, dice que su esposo lo ha entendido bien, ya que por todo lo que ha enfrentado no se puede tener intimidad, pero que ella notaba que los cambios físicos de ella le afectaban mucho a él.
“Mis bolsas han sido muy difíciles para él, él se ha desconectado emocionalmente de mí, se ha enfocado en proveer para mí hija, pero yo aprecio tanto lo que él ha hecho por mí, porque sé que hay personas enfermas que las dejan tiradas...”, asegura.
Agregó que siguen juntos porque ella no se ve viviendo en otro lado que no sea Texas, piensa por encima de todo en su hija y sabe que su salud es inestable y por eso tiene que estar cerca del papá.