El periodista Camilo Rodríguez asegura que vive días llenos de dolor desde que le quitaron la posibilidad de ver a tres de sus hijos.
El comunicador tiene tres meses sin verlos y tampoco ha podido hablar con ellos, situación que los tiene desbastado.
El también escritor contó que luego de algunas diferencias con su exesposa, Gabriela Arroyo, de la que se divorció en el 2019, ella decidió que no podía ver más a sus hijos.
Camilo es padre de cuatro niños; María Pía, de 11 años, producto de una relación anterior, así como de Joaquín (6 años), Montserrat (4 años) y Almudena (1 año), quienes nacieron fruto de la relación con Gabriela con la que se casó en octubre del 2013.
“Nosotros nos separamos y los chiquitos no conocían a la hermana mayor, por lo que decidí, en mayo pasado, que era hora de que la conocieran, así que salieron juntos quince veces, pero ahora tengo tres meses y una semana de que no me dejan verlos. Yo puedo ser exesposo, pero no expapá de mis hijos, ni mis hijos son exhijos míos”, dijo muy dolido.
Según explicó, tanto él como su expareja tienen medidas de protección, del uno contra el otro, por lo que no puede ni hacer el intento de verlos aunque sea de lejos.
“Los chiquitos podrían venir con mis papás, pero ella no ha querido. No hay ninguna restricción para que yo vea a mis hijos, pero como mis hijos están con ella yo no puedo acercarme a ellos”, explicó.
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Pelea por verlos
Camilo comentó que ya se presentó a la Corte de Alajuela, pues su deseo es que un juez determine una crianza compartida; pero sigue a la espera de una respuesta. Él aclaró que su intención no es quitarle los pequeños a su mamá, ya que el solo quiere verlos.
“Igual de malo es que ella me los quite a mí, como que yo se los quite a ella. Los chiquitos tienen derecho a la mamá y tienen derecho al papá”, expresó.
El escritor aseguró que lo que más le duele es el sufrimiento que deben sentir sus hijos, quienes estaban acostumbrados a que los fuera a ver entre semana y que durmieran juntos algunos fines de semana.
“Cuando hay un divorcio la persona que se deja a los niños está en una ventaja absoluta y la Ley es injusta, es omisa, la Ley es cruel, porque es cruel conmigo, pero sobre todo, con mis hijos. Yo tengo 45 años, puedo ir a misa todos los días, puedo ir a un sicólogo, puedo ir a caminar, puedo ponerme a llorar o pedir que me pongan en oración, pero mis hijos están muy pequeños y ellos no entienden por qué tenían a un papá que todos los días los veía y ahora tienen un papá que no puede verlos, en su inocencia no saben por qué papá desapareció”, mencionó.
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Un infierno emocional
A raíz de ésta situación Camilo emprendió una campaña en sus redes sociales para expresar su molestia por el poco apoyo que reciben los hombres ante situaciones como la que él vive.
También se unió a la Asociación Familia Parentabilidad y Crianza para crear un grupo de ayuda, pues ha recibido unos 500 mensajes de otros papás, en donde algunos tienen años sin ver a sus hijos.
“Yo estoy pasando un infierno sin mis hijos pequeños. A María Pía sí la veo, pero el problema fue que yo me atreví a que María Pía conociera a sus hermanos, y eso es una injusticia”, recalcó.
Camilo ha tenido que acudir a abogados y sicólogos, para que lo ayuden y lo orienten sobre cómo manejar la situación. Además, ha tenido que ir al médico varias veces, pues dice que no puede dormir bien.
“Un niño no es un objeto de su mamá, es una persona con derechos y quitarle a su papá es quitarle un derecho humano fundamental. Además es arrebatarle a la familia porque mis papás, que son adultos mayores, tampoco pueden verlos”, dijo.
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Es una injusticia
El periodista aclaró que él no pretende tener más problemas con su expareja y que lo único que pretende es hacer valer su derecho como padre de estar junto a sus hijos.
Lo malo es que tiene casi tres meses esperando que un juez revise su caso y resuelva.
“Yo puedo conseguir 50 testigos que digan que los chiquitos se llevan bien conmigo, lo puedo demostrar con videos, con fotos, con libros. Le he escrito libros a todos, a María Pía y a todos los hermanos pequeños, entonces, no es justo que debido a que la mamá y yo no tenemos ninguna relación los chiquitos no me puedan ver.
“Es una injusticia y uno se siente impotente, sin derecho a decir nada, ni reclamarle a nadie. El PANI en esto es una institución pésima, no sirve para nada, porque debería salir y decir: ‘no mire señora, usted tiene que permitir que los niños vean a su papá', pero lo que salen diciendo es que el caso está en manos de un juez”, agregó.
Camilo concluyó que no desea que ningún otro padre responsable pase por un caso como el suyo y que mucho menos más niños pierdan el derecho de crecer viendo a sus tatas.
Intentamos contactar a Gabriela para conocer su posición, pero fue imposible ubicarla.