Una brasileña afirma que vivió 50 años siendo alguien que no era y por eso decidió iniciar su proceso para cambiar de sexo.
“Me llamo Leticia Lanz, soy sicoanalista, tengo 70 años y pasé por la transición de género a los 50, luego de sufrir un infarto. Viví una vida siendo una persona que no era”, así comienza la carta que esta activista del feminismo, los derechos LGBT y la igualdad de género publicó en la revista Universa de Brasil.
Allí sorprendió con su fuerte historia de lucha y relató cómo fue que se animó a dar el salto más importante de su vida.
Ella afirma que como sicoanalista ayudó a muchas personas a tomar una decisión similar a la de ella, pero todo comenzó cuando creyó que su vida había llegado a su fin, según cuenta diario El Clarín, de Argentina.
“Soy una mujer trans y lesbiana, casada con la misma mujer desde hace 45 años”, se define con mucha seguridad, aunque hace 20 años todo fue muy complicado para ella que se sentía atrapada en un cuerpo que no la representaba, pero debía afrontar críticas hasta de muchas personas del movimiento trans que cuestionaban que siguiera su matrimonio con su esposa.
En el momento en que sufrió aquel infarto se encontraba a mitad de camino en esa transición de género. Tenía dos vidas y su esposa e hijos, ya sabían que se había sometido a una terapia hormonal, que tenía senos y que por momentos se vestía como mujer. Pero fuera de la familia seguía siendo Geraldo.
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“Después de enfrentarme a la muerte, decidí que ya no tendría una doble vida y para mucha gente seguía siendo Geraldo. Me tomó tiempo aceptarme a mí misma. Desde la escuela, fui acosada y no entendí por qué. No achaco ni maltrato a nadie. Hice años de análisis para entender que esto pasaba porque yo era diferente.
“Vivía con miedo a que me descubrieran que me sentía mujer. Y eso fue muy cruel. Hasta que me di cuenta de que no estaba loco, que no estaba cometiendo un crimen, que en realidad no era un ataque moral a nadie, me tomó un tiempo. Hasta entonces era una criminal, delincuente, enferma, poseída por una enfermedad”, añadió.
Geraldo era un consultor de recursos humanos muy respetado. Trabajó para empresas y organismos públicos y privados en Brasil y en el exterior. Pero para Leticia no.
Las ofertas de trabajo se terminaron y la cuenta pasó de estar “llena de ceros” a “solo tener ceros”. No había tiempo para lamentos, encontró su lugar como sicoanalista y después de mucho tiempo logró que hoy los pacientes no se preocupen por si es trans, sino por tener un buen servicio.
Sus parientes saben y asimilaron con naturalidad su decisión, incluso su nieto sabe que él es su abuelo y no tiene problemas con ello.