Cuando va por los cielos don Carlos Eduardo Vargas se imagina que en las nubes hay letras musicales y cuando está matando fiebre con su batería, piensa que está volando.
Tal vez muchos lo recuerdan a la primera y los que no, se los presentamos: Vargas es piloto de la línea Volaris, tiene mucha experiencia en la aviación, pero también en la música, donde por muchos años fue el hombre detrás de los tarros del grupo Manantial.
Para que se dé un idea del legado que dejó en la música, Carlos Eduardo grabó, por última vez con la banda tica la pieza "Julieta ta", hace más de treinta años.
Su historia es bastante curiosa, pues es lo adverso a lo que muchos hacen, que trabajan en alguna profesión para poder disfrutar de la música. En su caso, breteaba con Manantial para poder pagarse sus estudios de aviación, lo cual se podría decir que es su gran pasión.
En esta semana que pasó, por pura casualidad, a don Carlos le tocó pilotear un vuelo de Costa Rica a El Salvador donde se topó a su excompañero Luis Jákamo, ambos compartieron ese momento en sus redes sociales, por lo que decidimos revivir un poco su historia.
–Cuéntenos, ¿cómo inició en la música?
Yo estuve en el Conservatorio Castella 11 años y me gradué como bachiller de Música con especialidad en percusión. Cuando salí del colegio decidí, junto con unos compañeros, hacer el grupo Amigos y ahí estuve tocando por varios años.
–¿En qué momento llegó lo de Manantial?
Cuando estaba en Amigos llegó Luis Jákamo un día verme y me dijo que si quería forma parte del grupo y yo como necesitaba plata para estudiar Aviación le dije que sí. Entonces, todo lo que me ganaba era para pagar horas vuelo, ahorraba tres o cuatro meses y volaba varias horas, así estuve como ocho años mientras saqué mi carrera que era lo que yo más quería.
–¿Cómo hizo para renunciar?
Yo traté de irme como cuatro o cinco veces, pero me quedaba por fiebre, hasta que me enteré que en Seguridad Pública necesitaban pilotos y les expliqué a mis compañeros que no podía estar madrugando para volar y trasnochándome para tocar, entonces me hicieron una despedida y ahí quedó. La última canción que grabamos fue "Julieta ta".
–¿Por qué no estudió Aviación en lugar de Música desde un principio?
Mi papá también fue piloto y él no quería que yo me dedicara a esto, pero yo lo veía despegar del aeropuerto en La Sabana y me enamoré de eso, entonces él me dijo que si quería ser piloto tenía que pagarme la carrera y por eso aproveché lo de la música.
–¿Por qué prefería volar a seguir tocando?
Es que volar era como una meta para mí, por eso luché tanto para poder lograrlo.
–¿Se arrepintió de no haber seguido en la música?
Sí, hubo cierto arrepentimiento, pero como le digo, ser piloto era un objetivo que tenía y fue gratificante poder lograrlo. A veces me pasa que cuando voy volando, veo las nubes y me imagino letras y cuando estoy en la casa tocando batería pienso que estoy volando.
–¿Qué recuerda de su época en Manantial?
Ah, muchas cosas, fue todo muy bonito. Hicimos cosas muy lindas, conciertos al aire libre en La Sabana, Ojo de Agua y hasta en Estados Unidos. Conocí lugares del país que no sabía que existían y fue algo muy lindo.
–¿Habló con Jákamo de otro posible reencuentro ahora que se vieron?
No, habíamos hecho uno hace unos años y ese día se dijo que era el último. Gregorio Richardson se fue para Estados Unidos y no se tocó el tema, aunque a mí sí me gustaría.
–¿Piensa volver a dedicarse a la música cuando se pensione?
Sí, más que todo para matar fiebre. Tengo 60 años y podría hacerlo por la Caja en dos años o por la aerolínea en 5 y luego dedicarme a tocar un poco.