A pesar de que en muchas ocasiones el querido folclorista Lorenzo "Lencho" Salazar no recuerda si ha comido o quién lo llegó a ver recientemente, las visitas de sus inseparables amigos musicales se convierten en una bocanada de aire fresco para el naranjeño más popular.
Este viernes fuimos testigos de la "mañarata" que le llevan cada vez que pueden sus compas Gilbert "Brujo" Castro y Rodrigo Blanco a la casa de Salazar, ubicada en La Garita de Alajuela, en donde vive con su señora, Ana Solano. A ellos también los acompañó Claudio Campos, un fiebre de la música de Lencho.
La actividad es simple, pero llena de energía. Los dos músicos se ubican al lado de la cama donde Lencho suele pasar la mayor parte de su tiempo, afinan sus guitarras y van cantando piezas según su gusto o las peticiones de Salazar, quien en muchas ocasiones les ayuda con los coros.
Se echan piezas como "La Culpa la tuvo el guaro" y "La vieja serenata" y entre pieza y pieza se les pasan las horas vacilando.
Si hay algo que no olvida Lencho, a sus 86 años, son sus canciones, las cuales interpreta apenas los instrumentos empiezan a sonar y las voces les dan vida a las letras.
"No sea bárbaro, yo estoy encantado, es la primera vez que me lo hacen", dijo Lencho, mientras sus amigos, muertos de risa, le recordaban que en cada visita la música y las buenas anécdotas nunca pueden faltar.
Incluso, hasta el legendario Miguel Salguero, fallecido el pasado mes de marzo, llegaba a hacer que los días de Salazar fueran más placenteros.
"En varias ocasiones vine con Miguel Salguero, él era el que siempre me acompañaba y ahora lo hago con Rodrigo, que es mi compañero y toca guitarra. Nos pusimos de acuerdo para venir a visitar a Lencho y a Ana. Ahí está él feliz de la vida, reposando, pidiendo canciones y pasando un rato agradable, porque de eso se trata, de visitar a un buen amigo", aseguró Gilbert.
De hecho, el músico no perdona si llegan "desguitarrados".
"El otro día vine de pasadita, solo a saludar, y me preguntó que si había traído la guitarra, le dije que no y me respondió: ¿Entonces a qué venís?", contó Castro.
En su caso, la amistad con Salazar surgió gracias a la admiración que le tiene por su gran talento y por todo lo que este vecino de La Garita hizo por la música en Tiquicia.
"No creo que haya autor más bueno que él, yo vengo a visitarlo por pura admiración y cariño que le tengo. Toda la vida he sido admirador de Lencho, pero hace seis o siete años nos hicimos amigos. Fuimos músicos toda la vida, pero no coincidimos y apenas empezó a ponerse malito de salud yo me acerqué por aquí y hemos creado una amistad muy profunda. Vengo frecuentemente a visitarlo, traigo la guitarra y le canto un poco porque sé que él se siente bien", aseguró el popular Brujo.
Por su parte, Campos, quien no es músico, se ha dedicado a recabar todos los discos del artista para grabarlos en discos compactos y dárselos a doña Ana para que los venda y puedan ayudarse económicamente.
"Yo recopilo todos los discos que hizo, son como 15 al menos. Tengo informes de que hubo una grabación de Lencho con el trío Alma de América, pero no he podido averiguar bien de eso y por eso ando detrás.
"Además tengo unos temas de Lencho que nunca fueron grabados, algunas canciones inéditas de él, otras con Rafa Pérez y una colección de cuentos que él escribió y grabó. Hoy traje uno que no había podido conseguir que se llama "Danzas costarricenses", comentó el naranjeño, quien trabajó como locutor en radio Columbia hace muchos años.
Chineado.
La cara de satisfacción de Lencho al escuchar a sus amigos hace que no sean necesarias las palabras para agradecerles, la que sí lo hace es doña Ana, quien pasa día y noche cuidando a su amor.
"Yo les agradezco mucho por lo que hacen por papito, a él le encanta la música, ahí donde está acostado, usted lo oye en la madrugada por lo menos tatareando una canción y esto lo alegra mucho", señaló.
En cuanto al estado de salud de Salazar, el músico pasa sus días acostado en su cama, bajo el cuidado de doña Ana, quien ni siquiera sale de su casa a hacer las compras de la comedera por estar pendiente de él.
"De salud está bien, en lo que cabe, duerme bien y come poco. De la cabecita sí está malito, porque se le olvidan algunas cosas. Le doy de comer y al rato me dice que por qué no le he dado o va a almorzar y me dice que mejor no porque no le gusta comer muy tarde, pero cuando le da hambre no sabe qué hora es y me pide", dijo Solano, quien ha tenido que acomodar sus horarios para la atención del artista nacional.
Colaboró: Ovidio Ramírez.