Cuando el actor y director Lucho Barahona visitó a Alejandro Rueda para proponerle entrar al programa La lucha de Lucho en la casa no había ni pan como para invitarlo a tomarse un cafecito.
Alejandro le pidió un momento para ir a comprar algo y cuando iba saliendo en su carro, echó para atrás y, ¡puuum!, le dio al del chileno.
Pero ni el golpe al pichirilito ni que Rueda fuera un carajillo le quitaron a Lucho la idea de ficharlo para el programa que, como les hemos venido contando, marcó una época en la televisión en los años 80.
Lucho se repone de una caída que le causó la quebradura de la parte izquierda del cuerpo, incluyendo el brazo y la cadera. Ya le quitaron los hilos y está en plena recuperación, razón por la cual decidimos hacerle un homenaje a su paso por la tele.
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Una torta
Alejandro, expresentador del popular programa TV Mejenga, cuenta que gracias al maestro fue que se mandó al mundo de pantalla chica en 1985, cuando dio inicio la serie.
“En el 78 me contrató el teatro El Ángel como actor y allí estuve durante muchísimos años. Cuando Lucho decide hacer algo en televisión me llamó y yo sabiendo que era un maestro no pude decir que no. Lucho es de los actores más creativos que conocía y yo era su gran admirador”, cuenta.
Sobre la visita a su casa y el bombazo al carro, recuerda: “Estaba con la señora y él llegó en un carrito rojo que tenía, me habló del programa y yo le pedí un momento para ir a comprar pan, me monté al carro y le di para atrás y golpeé el de Lucho. Fue algo muy divertido porque yo todo avergonzado y él me tranquilizó, es como un ángel porque sabía que yo la andaba pulseando por todo lado, tenía varios trabajos y estudiaba Derecho”, comentó.
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Una vez superado el chasco con el carro, y ya entre yoditos, se pusieron de acuerdo con lo de su participación en La lucha de Lucho, algo que los convirtió en estrellas del medio.
“Era un programa de personajes, chistes y bromas. Él (Lucho) quería que los personajes fueran a la tica, entonces eso fue lo que hicimos junto con María Torres, creamos cosas muy bonitas. Fue un proyecto muy osado que se convirtió en un boom. Todo el mundo lo veía y la gente siempre pasaba hablando de los personajes, marcó una época y yo tuve la suerte de estar ahí".
Recuerda Alejandro que era una cosa de locos salir a la calle y que para ellos no era fácil porque no estaban acostumbrados a que todo el mundo se detuviera a saludarlos.
“A veces me tocaba rasurarme las piernas o pintarme las uñas y tenía que explicarle a la gente por qué lo hacía, pensaban que el mae que salía andaba en cosas raras”, contó Rueda.
Lo descubrió
La influencia de Lucho Barahona en la carrera de Alejandro es enorme. Fue quien descubrió que podía ser un gran presentador de televisión además de actor.
“Nunca voy a olvidar un día que hicimos un sketch en el que yo hacía de animador y él se acercó y me dijo que eso era lo mío, que lo hacía naturalmente, generaba un personaje y lo asumía bastante bien. Yo nunca lo había pensado, él lo vio, me lo dijo y así fue”, señaló.
Alejandro trabajaba entonces en la cárcel El Buen Pastor, hasta donde llevaba grupos para animar el ambiente, ponía a las internas a actuar y él las anunciaba, pero fue hasta que Lucho le dijo que podía hacer carrera como presentador que entendió su potencial.
Cuando La lucha de Lucho dejó las pantallas, Alejandro pasó a Rueda la lucha y luego llegó TV Mejenga, el espacio por el cual más se le recuerda y en el que estuvo durante veinte años en Teletica y en canal 13.
“Seguí actuando pero creo que la vida me llevó a eso, tras Rueda la lucha vinieron actores venezolanos como Koke Corona (de Bienvenidos), con quien todavía tengo comunicación, y decidieron llevarse a ticos que supieran actuar a una gira por Centroamérica y me fui como seis meses con ellos. Después vino Ramón Coll a decirme que había una posibilidad de hacer un programa, yo era saprissista e iba a hablar con liguistas sobre fútbol y ahí nació TV Mejenga”, recordó.
Después de ese éxito Alejandro se dedicó a proyectos personales lejos de los estudios de tele, a su familia, es muy activo en Twitter y siempre está pendiente de su maestro.
“Generalmente lo llamo, pregunto cómo está, hablamos, lloramos. Hace poco murió un amigo allá en Chile y pude llorar un rato al teléfono con él. Es mi maestro porque yo fui un chiquillo al empezar a trabajar con él. Trato de reírme mucho cuando hablamos, a veces me gustaría que fuera más pero siempre paso pendiente”, afirmó.
Ahora espera que Lucho salga adelante --y que afloje la pandemia-- para ir a visitarlo.