Caminar de la mano y besarse en público es algo que los homosexuales de la ciudad conservadora polaca de Lublin solo pueden hacer de forma segura una vez al año: durante la Marcha del Orgullo y aún así detrás de un cordón policial.
Es todavía más difícil y peligroso en vísperas de las elecciones legislativas del 13 de octubre debido a que “la lucha contra la ideología LGTB” se ha convertido en uno de los elementos clave de la campaña electoral de la derecha nacionalista en el poder.
Este año, en Lublin, el cordón policial volvió a ser necesario en la marcha multicolor cuando la extrema derecha y activistas conservadores celebraron una violenta contramanifestación en la que lanzaron botellas y huevos y profirieron calificativos homófobos para intentar bloquear la marcha.
Las fuerzas antidisturbios usaron mangueras de agua a presión y gas pimienta para dispersarlos. La policía detuvo a unas 40 personas, dos de las cuales estaban en posesión de artefactos potencialmente mortíferos.
“Tengo miedo de que nosotros o nuestros hijos seamos atacados, tengo miedo de ser humillada delante de los niños, de que vandalicen mi coche o de que alguien incendie nuestro apartamento”, explica una pareja de lesbianas treintañeras que residen en Lublin. Pidieron conservar el anonimato.
"No nos atreveríamos jamás a ir de la mano en público en Lublin", añade una de las mujeres, que se plantea denunciar ante la justicia el acoso en el trabajo debido a su orientación sexual.
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La otra afirma que su exmarido se volvió violento y homófobo cuando le dijo que lo dejaba por una mujer.
A diez kilómetros de Lublin, la ciudad de Swidnik se convirtió en marzo en el primero de una treintena de municipios polacos en declararse “libre de toda ideología LGTB”.
Como consecuencia en los colegios de estas ciudades no se enseña educación sexual.