“Dios guarde nos metiéramos al mar, los papás nos lo tenían prohibido, era como un gran pecado. Podíamos ir a la playa, pero a ver el mar de larguito", dice doña Minerva Hernández.
“Dios guarde nos metiéramos al mar, los papás nos lo tenían prohibido, era como un gran pecado. Podíamos ir a la playa, pero a ver el mar de larguito", dice doña Minerva Hernández.