En casos como el de Solís, los maleantes no sabían que se trataba de Alonso Solís a quien iban a llevarse entre las patas, sino que se fueron detrás por el chuzo de BMW que andaba el exfutbolista lo que los alertó.
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El final del día 7 de diciembre del 2006 quedó como un recuerdo ingrato en la memoria de Alonso Solís. "Tener un arma que le apunte a uno a la cabeza se siente un frío terrible por dentro y por fuera", dice al recordar lo que pasó.