La señora de Hacienda se ganó mis respetos. Ofrezco mis disculpas a los trabajadores esmerados, del sector público, que calladitos y con amor hacen sus tareas y quienes generalmente son opacados por los ruidosos y mediocres.
La señora de Hacienda se ganó mis respetos. Ofrezco mis disculpas a los trabajadores esmerados, del sector público, que calladitos y con amor hacen sus tareas y quienes generalmente son opacados por los ruidosos y mediocres.