En febrero de este año los policías penitenciarios descubrieron que unos vivazos cavaron un ducto debajo de un mosaico, en donde tenían escondidos 29 celulares.
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Es más, los bichos se van de la misma forma en la que entraron, únicamente pierden los celus que llevaban más no su libertad.
El peludito, al que en La Teja bautizamos como Reformita, protagonizó una persecución de película, ya que durante cinco horas 8 uniformados tuvieron que sudarse la chaqueta para echarle el guante.