La valentía que Ian Valverde Mesén demostró el día en que casi muere en un accidente de tránsito es la misma que deja ver hoy en sus redes sociales.
Ian, que tiene ahora 14 años, sobrevivió a un choque que lo llevó dos veces a sala de operaciones del hospital de Niños. En la actualidad es colegial y sueña con ser cirujano plástico o fotógrafo, pero mientras llega el futuro disfruta como todo un “influencer” desde sus perfiles en Tik Tok o Instagram, medios que utiliza para hablar con naturalidad de las cicatrices que le quedaron como recuerdo de un hecho que casi le cuesta la vida.
Además habla de su autoestima y de los intentos --sin éxito-- de quienes han tratado de hacerlo sentir mal u ofenderlo por las marcas, que él lleva con orgullo porque dicen que él venció en una batalla que muchos han perdido.
Quienes conocen su historia dicen que es un milagro porque la vida de Ian pudo haber acabado al mediodía del sábado 31 de diciembre del 2016, cuando él tenía apenas 9 años.
La familia salió en carro aquel día de barrio Cuba, en San José, a las 6 a.m. Katherine Mesén, mamá de Ian, iba en el asiento del acompañante; manejaba su novio de entonces y en la parte de atrás iban Ian y Donovan, su hermano menor.
El destino era Golfito, donde planeaban recibir el año nuevo.
Tanto Ian como Donovan iban en las sillas especiales que deben usar los niños que midan menos de 1,44 metros; pero Ian ya era más alto y la cabeza casi le pegaba en el techo del carro. A eso del mediodía les faltaban 41 kilómetros para llegar a Golfito.
Cuando pasaban frente a la escuela de Piedras Blancas, el chofer rayó a otro carro. Katherine nos cuenta qué pasó.
“Le metió ciento cuarenta de velocidad, le dije ‘vaya despacio’, pero él estaba desesperado por llegar. En eso nos salió un carro de una calle aledaña, y él (su novio) desvió el volante para no chocarlo y el carro en el que íbamos derrapó, pegó en una piedra grande que nos hizo dar una vuelta completa. El carro (volcado) se fue arrastrado por el pavimento, el techo se arrancó y después el carro volvió a quedar con las llantas sobre la tierra. La parte trasera se arrugó, el vidrio trasero se quebró y los pedazos comenzaron a cortar a Ian, que además sufrió fuertes golpes porque llevaba la cabeza pegada al techo, quedamos dentro del carro al lado de la calle, en una zanja”.
Parte del cuero cabelludo de Ian quedó pegado en el techo, le niño tenía muchas heridas y sangraba un montón.
“Donovan lloraba y gritaba, pero Ian no decía nada, me tiré encima de él para agarrarle la cabeza y evitar que le saliera más sangre. La puerta del lado en el que él iba estaba prensada, recuerdo que un señor le puso a mi hijo una camisa en la cabeza para evitar que le saliera tanta sangre”, recuerda Katherine.
Bombero ayudó en su último día de trabajo
Aquel 31 de diciembre, el bombero Esteban Jiménez estaba en su último día de trabajo. Iba con un compañero para Golfito cuando les informaron del accidente de tránsito. Minutos antes habían pasado frente a la escuela de Piedras Blancas, así que se devolvieron. Estaban a solo un kilómetro y medio.
Ellos fueron los primeros en llegar.
“Ese accidente me marcó por la fuerza de Ian, las heridas que tenía eran para que no estuviera consciente ni orientado. Es todo un campeón, se mantuvo calmado, de ese accidente recuerdo que desde atrás se podía ver como a Ian le faltaban aproximadamente diez centímetros de cuero cabelludo, se le veía el cráneo, parecía una herida hecha por una lata”, cuenta el bombero.
“Las heridas eran graves y era mucha la pérdida de sangre, lo atendí alrededor de una hora y fue un milagro que se mantuviera consciente”, añade.
El hermano de Ian solo se fracturó un dedo y tenía golpes, a la mamá y al conductor no les pasó nada.
“Lo que yo creo es que la fricción o una lata provocarob los cortes del cuero cabelludo, tuvo dos heridas importantes, una arriba en la cabeza y otra en la frente que iba de oreja a oreja”, mencionó Esteban, quien ahora trabaja en turismo y da servicios de guardavidas.
Llegó casi sin sangre
A Ian lo llevaron grave al hospital Tomás Casas, en Osa, donde lo estabilizaron y lo mandaron después en ambulancia hasta el hospital de Niños; no lo trasladaron en avioneta porque la presión de la altura podía perjudicarlo, según le dijeron a la mamá.
Al hospital de Niños llegó a las 6 p.m.
Katherine se tuvo que devolver en bus hacia San José con Donovan y cuenta que en el camino, además de llorar, oraba por un milagro porque sabía que la condición de Ian era crítica.
“Llegué ese mismo sábado a las diez de la noche, mi hijo menor se lo di a mi mamá, tía y hermanas que ya estaban en el hospital. Busqué a los doctores y hubo uno de nombre Steve que me decía que mi hijo era un milagro, porque llegó sin sangre, tenía una hemoglobina de dos, que es incompatible con la vida y que él hablaba y decía su nombre”.
Cuando pudo ver a Ian ya lo habían operado y estaba despierto. “Movía las piernas y decía incoherencias”, recuerda.
Cuenta la mamá que en aquel momento quería como quitarle las vendas de la cabeza y ver cómo le había quedado.
A pesar de la gravedad, Ian se recuperó bien y el 5 de enero del 2017 le dieron la salida. Cuatro días después lo revisaron en curaciones y le dijeron que le debían cortar todo el pelo y limpiar porque las heridas se le estaban infeccionando.
“Me dijeron ‘necesitamos volverlo a operar para hacerle un lavado quirúrjico’; el cumple años el diez de enero y ese día lo operaron por segunda vez”, detalla Katherine.
Después del accidente la familia no volvió a salir a pasear, odian la velocidad y cuando ven carros rayar es como una tortura.
“Los médicos del hospital de Niños me devolvieron a mi hijo, si no lo atienden a tiempo se me muere; ellos cuidaron a mi hijo como si fuera de ellos, siempre le hablaban y hasta le cantaron cumpleaños”, cuenta la mamá.
Katherine no quería alejarse de Ian y a veces dormía junto a la cama de él.
“Al personal del hospital lo recuerdo con cariño, hubo un enfermero que vio que no había comido nada y me llevó comida, me dijo ‘esto no lo puedo hacer, pero, mamá, usted tiene que comer’”.
“Tengo la autoestima muy alta”
Los doctores le explicaron a Ian que a las personas que pasan por accidentes como el que tuvo él no les vuelve a crecer el pelo del todo en las partes afectadas.
“Le decían que más bien estaba para que donara cabello a otros”, mencionó la mamá.
Esta historia de vida llevó a Ian a depertar su pasión por la tecnología y contarla por medio de Tik Tok, videos que graba con la supervisión de la mamá.
En esos videos queda claro que tiene una gran facilidad de palabra y que es muy despabilado.
“En el 2020 comenzó a hacer los videos, al principio no lo dejé, pero luego comprendí que era parte de su entretenimiento y de desahogarse; también me dijo que quería una gata y la tenemos, se llama Princesa Alberta, ya la castramos”, cuenta.
Ian tiene actualmente 17 mil seguidores en Tik Tok. Tiene videos en los que ha contado su historia de vida y han sido reproducidos unas 130 mil veces. Poco a poco fue ganando seguidores que desean saber de él.
Explica que del accidente no recuerda nada.
“En los comentarios de los videos me preguntan mucho qué me pasó en la cabeza, hay gente que ha querido hacerme sentir mal, pero esas personas no suman ni restan en mi vida, no les hago caso, porque tengo la autoestima muy alta”.
“En un video me dijeron ‘ojalá se hubiera muerto’, pero le respondí de buena manera, explicando que lo que me pasó no se lo deseo a nadie. Es muy fuerte lo que soporté y luego me escribieron para perdirme perdón, la gente dice que respondo muy bien a los comentarios ofensivos, me han dicho hasta ‘Chucky’”, comentó el colegial, que cursa el octavo grado.
En uno de sus videos lo explica muy bien: frases de ese tipo le entran por un oído y le salen por el otro.
Hoy el adolescente les pide a los choferes que midan las posibles consecuencias de sus acciones y que la prisa nunca es buena.
“A mí no me da miedo montarse en un carro, pero a mi mamá sí. Los choferes deben ser responsables, muchas veces los inocentes son los que sufren las consecuencias”, añade Ian.
La mamá reconoce que durante aquel viaje que hacían hubo imprudencia al acelerar y que algunos conductores no piensan en que les puede ocurrir un accidente hasta que un allegado lo vive en carne propia.
Esteban, el bombero, se mantiene en contacto con Ian, pero no lo ha vuelto a ver personalmente; asegura que se abrió una cuenta en Tik Tok para ver los videos en los cuales el muchachito comparte con los demás su historia y demuestra la gran valentía con la que afronta la vida.