Gustavo Manzur Orozco, de 53 años, experimentó un verdadero milagro hace 13 años, pues sobrevivió a un aparatoso accidente de tránsito que tenía todos los elementos para ser mortal y que fue provocado por un conductor que manejaba bajo los efectos del alcohol.
Lo más sorprendente en la historia de Manzur es que pareciera que hubo una intervención divina en su caso, pues una misteriosa persona, que algunos podrían considerar un ángel, intervino para evitar que él muriera ahogado dentro del río en el que había caído.
“Había llovido en días anteriores, pero el caudal no era muy fuerte. Yo caí boca abajo en el río y me contaron que una persona se tiró por el margen del río, hasta llegar donde yo estaba, para darme vuelta. Hasta el día de hoy no sé quién fue esa persona”, contó a La Teja.
Testimonios como el de Gustavo toman más relevancia en esta época de celebraciones de Navidad y fin de año, pues lamentablemente son fechas donde muchas personas irresponsables deciden conducir sus vehículos aún cuando se encuentran pasados de tragos.
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Afortunadamente, Manzur sobrevivió a ese terrible accidente, pero no son muchas las personas las que cuentan con esa misma suerte cuando el alcohol y el volante de un carro se mezclan.
“La vida es solamente es una y en un instante se puede destruir o acabar por completo. La vida es una y hay que cuidarla”, dijo Gustavo, quien es un apasionado del ciclismo.
No regresó a casa
El terrible accidente que marcó un antes y un después en la vida de Manzur ocurrió a eso de la 1 p.m. del jueves 13 de mayo del 2010, cuando él viajaba en su motocicleta por Alajuelita, en San José.
“Ese día fui a cumplir con el proceso de revisión técnica de la pequeña moto que tenía y decidí salir por la rotonda de Alajuelita, porque venía del Riteve de Alajuelita. Me acuerdo haber salido del centro de Alajuelita y después de eso fue estar completamente mojado y viendo el sol, después de eso no recuerdo nada más”, contó.
El aparatoso incidente se dio cuando Manzur estaba atravesando un puente en dirección a la capital, momento en el que un conductor borracho invadió su carril y se lo llevó por delante a gran velocidad.
“El golpe fue tan fuerte que no supe en dónde estaba hasta tiempo después”.
— Gustavo Manzur, sobreviviente de accidente provocado por conductor borracho.
El hecho fue sumamente violento, pues Gustavo primero pegó contra el parabrisas y luego contra el techo del carro, finalmente cayó desde el puente, a una altura de más de 8 metros, al cauce del río.
La situación en ese momento era crítica, pues Manzur cayó boca abajo dentro del río, por lo que si no era atendido rápidamente, existía la posibilidad de que muriera ahogado, afortunadamente fue en ese instante cuando llegó su “ángel”.
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“Hubo alguien que me preguntó si yo estaba bien, a lo que yo le dije que sí, también le dije mi nombre, dónde trabajaba y hasta el número de la empresa. No supe quién fue esa persona, pero de verdad le agradezco que me haya salvado la vida”, contó.
Esa persona misteriosa acompañó a Manzur hasta que este fue rescatado por los cuerpos de emergencia, los cuales se encargaron de llevarlo al hospital San Juan de Dios.
Cinco días de puras dudas
Gustavo contó que pese a lo aparatoso del accidente, él nunca perdió el conocimiento; sin embargo, pasó cinco días internado sin saber por qué se encontraba en la camilla de un hospital.
“Durante esos días estuve consciente y alerta, pero no me acordaba de nada. Mis padres y mi familia llegaban a visitarme y yo los saludaba, pero días después la gente que llegaba de nuevo a visitarme me preguntaba si me acordaba de que me habían ido a ver antes y yo no me acordaba de nada”, contó.
Fue hasta el quinto día, cuando despertó en la Unidad de Cuidados Intensivos, que algunos recuerdos del accidente vinieron a su memoria, lo que fue un impacto muy duro para él.
“Al quinto día, cuando recordé todo, no podía creer lo que me había pasado, porque tenía un yeso con tracción en la pierna izquierda, otro yeso en la mano izquierda, tenía el pecho lleno de sensores y aparatos, me asusté muchísimo, porque hasta entonces no sabía lo que me había pasado”.
Hasta ese momento de su vida Gustavo se había considerado como una persona autosuficiente, con la capacidad de salir por sí solo de cualquier situación, pero eso cambió al ver la condición en la que se encontraba.
“En ese momento lo único que acaté fue a encomendarme a Dios y le dije que estaba en un problema del que no podía salir solo. ‘Te necesito y tuyo soy’, le dije a Dios, y a partir de ese momento y hasta el día de hoy gozo de una muy buena salud”.
Varias secuelas
Gustavo contó que tras el accidente permaneció 45 días internado en el hospital. Muchas de esas heridas se convirtieron en secuelas que lo siguen acompañando hasta el día de hoy.
“Sufrí una fractura grado 3 del pilón tibial de la pierna izquierda, en otras palabras, me destrozó la base de la tibia. Se me quebró el acetábulo (cavidad de un hueso en que encaja otro) de la cadera izquierda, me quebré la muñeca izquierda y el impacto en el pecho fue tan fuerte que se me salió una costilla del centro del pecho y me generó una disección aórtica”, detalló.
En aquel entonces, al ver la condición en la que estaba, Manzur pensaba que no volvería a ser el de antes, pero el apoyo de su familia le dio la fuerza para no dejarse vencer por esa situación y retomar su vida.
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“Mi padre cumplió un papel muy importante, que fue decirme que mi misión tenía que ser regresar mejor de lo que yo había llegado al hospital, me puso esa motivación enfrente y a los 45 días logré salir con un tutor externo en la pierna izquierda, con una cadera reconstruida, con placa en la muñeca izquierda y un stent (un tubo dentro de una arteria del corazón)”.
La recuperación de Gustavo no fue nada fácil, pues también tuvo que viajar a España a que le reconstruyeran su tobillo, pues ese tipo de operaciones no se realizaban en el país.
Pese a todo eso, no tuvo ningún problema en regresar a las carretera, incluso retomó una de sus grande pasiones, el ciclismo, el cual sigue practicando hasta el día de hoy.
“Mi objetivo era regresar a ser lo que yo era antes, entonces personalmente no he sentido temor en volver a la calle a andar en bicicleta, en motocicleta no puedo y no lo haré, pero en bicicleta no tengo temor, no he sentido miedo”.
Lloró y cerró capítulo
En cuanto al tema legal relacionado con el accidente, Manzur contó que fue todo un calvario el poder hacer justicia por lo que le sucedió, principalmente porque, según él, la autoridad que se apersonó el día del accidente no reportó completamente lo que había sucedido.
“Me tomó cuatro audiencias preliminares poder convencer y hacerle ver a las autoridades lo que había pasado, porque esa persona andaba a exceso de velocidad y comprobadamente borracho, todo eso para llevarlo a juicio y que le impusieran solamente dos años de cárcel con libertad condicional”.
Manzur fue claro al decir que no le guarda ningún rencor a esa persona, pues su intención de llevarlo a juicio era evitar que otra persona sufriera lo mismo que él, “por eso llegué hasta las últimas instancias en el proceso”, agregó.
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Ante la consulta de si ha vuelto a pasar por el puente en el que casi pierde la vida, Gustavo dijo que sí y señaló que la primera vez que lo hizo fue bastante tiempo después del accidente, cuando ya se encontraba más recuperado.
“La primera vez que pasé lloré como una Magdalena, lloré desde antes y hasta que llegué a mi casa. Pero cuando logré caminar con mis dos pies, que pasó más de un año para que pudiera caminar, regresé a ese puente, me bajé y me di cuenta de la altura de la que caí y de lo afortunado que fui, y di el tema por cerrado”.
Gustavo destacó que vive agradecido con Dios por esa segunda oportunidad que le dio y a diario hace un llamado a las personas para que tengan cuidado en carretera, pues como él lo dijo: “La vida es una y hay que cuidarla”.