Convertirse en una gran maestra y ser una persona de bien para ayudar a sus más cercanos, ese era el principal sueño de la adolescente Ausdelin Elena Hernández Solís, de 13 años.
Ese sueño no lo logró cumplir, pero una tía por parte del papá, Delia Hernández, se ha encargado de enseñarle a sus cuatro hijas (todas menores de 10 años), que la sobrina mayor de la familia siempre fue una joven de alma buena.
Y aunque estas niñas nunca llegaron a conocer personalmente a Ausdelin, sí la tienen presente en sus memorias, porque siempre preguntan por ella y además han visto sus fotos, las cuales Delia mantiene en sus redes sociales.
Les contamos la historia de Ausdelin porque justamente en este mes de noviembre que acaba de concluir, se cumple una década de su fatal muerte, de la que el responsable logró salirse con la suya porque nunca hubo justicia.
“Mis hijas me preguntan: ‘¿Mamá cuánto tiene mi prima de haberse muerto?’, siempre les respondo los años que han pasado. Para cuando ella murió, mi hija mayor estaba recién nacida, Ausdelin sí la conoció, pero ninguna de mis hijas la recuerda a ella viva.
“Ella siempre sonreía y era amante de los animales”, afirma Delia.
La adolescente fue asesinada en un camino solitario en Matama de Limón.
Lo último que se supo de ella en vida es que salió de su casa en María Luisa de La Bomba y debía caminar cuatro kilómetros para llegar al colegio de Agua Zarcas de Matama, donde cursaba el sétimo año.
La joven caminaba parte del trayecto sola y luego se encontraba con otros compañeros de estudio.
La joven, junto a su mamá y padrastro, tenían aproximadamente seis meses de estar viviendo en esa zona rural, en la que hace una década los buses solo pasaban los lunes, miércoles y viernes, durante tres veces al día, a las 5:30 a.m., 12 p.m. y 5:30 p.m.
Los martes y jueves la jovencita debía caminar para llegar a clases, siempre salía a las 6 de la mañana.
Camino solitario
El martes 20 de noviembre del 2012, la estudiante tenía un examen de inglés y, como de costumbre, siempre se iba temprano para llegar a tiempo.
Debía cruzar un trayecto solitario, un camino de lastre, en la que solo tenía la compañía de los árboles, así como una que otra casa que estaban a larga distancia.
Algunos vecinos, en ese momento, recordaron que la estudiante esa mañana caminaba sonriente y saludó a varios de los lugareños como siempre lo hacía, pues se caracterizaba por ser una niña inocente y humilde, quien veía a los desconocidos como personas buenas.
Entonces un desalmado se aprovechó que iba sola y la agarró con fuerza, la metió a un potrero donde la atacó, a tan solo 250 metros de la casa en la que vivía, nadie sabe si la joven gritó por ayuda, por la misma lejanía de las casas y la abundante vegetación que había en la zona.
Ausdelin solo hacía el examen y se devolvía, debía llegar a casa entre las 11 a.m. y las 2 p.m., pero a las 6 de la tarde de ese martes no llegaba, entonces su familia se preocupó, dio la alerta y los padres se enteraron que tampoco había llegado al Colegio.
La denuncia de desaparición fue interpuesta en el Organismo de Investigación Judicial (OIJ) de Limón.
El pueblo se unió y ese día en la noche nadie durmió buscando a la inocente entre las propiedades, también visitaron el centro de la comunidad, pero allí les dijeron que nunca la vieron, no obstante, ya era muy tarde, la adolescente había sido asesinada desde la mañana de ese día, ninguno de sus seres queridos lo sabía.
Su cadáver fue hallado al día siguiente, el miércoles 21 de noviembre del 2012, 700 metros adentro del potrero. Estaba en una poza, boca abajo y le dejaron una piedra en la nuca y en la espalda.
En apariencia, la causa del mortal ataque fue para silenciarla luego de que abusaran sexualmente de ella.
El cuerpo lo encontró un vecino llamado Ronald Benavides, la muchacha llevaba una enagua y blusa café, el uniforme lo tenía sucio. Pero no encontraron el bolso en el que llevaba sus cuadernos y las demás pertenencias.
La familia se enteró del hallazgo del cuerpo por medio de una llamada telefónica.
La jovencita fue despedida en la iglesia cristiana pentecostal Oasis de Salvación, en barrio Nazareth de Betania de Siquirres, y la sepultaron en el cementerio de la localidad.
Los compañeritos del colegio y vecinos la acompañaron hasta el final.
La justicia nunca llegó para ella, en el pueblo decían que el sospechoso se había suicidado, pero eso nunca fue confirmado por las autoridades judiciales.
Siempre presente
Delia recuerda que su sobrina creció los primeros años en casa de su familia, de esta manera fue como la vio crecer; sin embargo, su hermano Cristian Hernández (papá de la niña) y Cyntia Solís (mamá) se separaron dos años antes del brutal ataque, y Ausdelin se fue a vivir con la mamá largo de ella.
“Yo la cuidaba, ella (Ausdelin) vivía con nosotros, entonces ella y mi otra sobrina pasaban mucho con nosotros.
“De Ausdelin recuerdo que era muy alegre, pero siempre pasaba callada. La última vez que la vi fue dos años antes de su ataque, porque la mamá se la llevó a vivir con ella a Matama y yo vivía en Matina, además con su muerte la familia se alejó”, recordó la tía.
La distancia es tanta que de la adolescente casi no se habla, no porque no la quieran, sino para no revivir la herida de haberla perdido.
Delia sí mantiene presente a su sobrina y protege a sus hijas porque no tiene duda que hay personas malas en la calle.
“En Facebook guardo los recuerdos de ella, muchas fotos en las que se siempre sale sonriendo, tenía muchas metas y es inevitable no pensar que tuviera sus 23 años y quizás su meta profesional cumplida, porque era una niña muy esforzada”, manifestó la tía.
La tía menciona que siempre acompaña a sus hijas y en casa siempre pone seguros en las puertas y ventanas, además le pide a Dios que siempre los libre de todos los peligros.
“Soy mamá de cuatro niñas, paso mucho con ellas, nos encerramos porque donde vivimos hay vecinos, pero en las noche es solitario y vivo con el temor de volver a enfrentar el dolor de perder a un ser querido de la familia”, cuenta con tristeza.