Mientras decenas de personas hacen la romería para agradecer un milagro o pedirle otro a la Virgencita de Los Ángeles, hay quienes los experimentan propiamente durante el recorrido, algo que hace crecer su fe en la Negrita.
Un caso así es el de don Hernán Quirós Jiménez, quien tiene más de 20 años de caminar hasta Cartago desde Río Claro de Golfito y que en 1996, durante el paso devastador del huracán César por el país, vivió dos milagros en cuestión de horas.
Quirós, hoy de 64 años, cuenta que el primero se dio cuando él y otros 150 romeros no pudieron quedarse en la escuela que siempre usaban como albergue ya que fue destruida por un río desbordado; es decir, de haberse quedado en aquel sitio posiblemente muchos de ellos habrían muerto.
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El segundo milagro ocurrió pocas horas después cuando Quirós, quien entonces era voluntario de la Cruz Roja, y tres de sus compañeros rescataron a tres niños pequeños que habían quedado atrapados en una isleta dentro del río que destruyó la escuela mencionada.
Casi 26 años han pasado desde que don Hernán fue testigo de esos dos hechos y cada vez que los recuerda se le quiebra la voz y se le eriza la piel; aún sigue sorprendido por lo que Dios y la Virgen hicieron por él y sus compañero romeros en aquellas fechas.
“Cuando íbamos de regreso (hacia Coto Brus) tuvimos que pasar el río, que ya estaba normal, y cuando llegamos al otro lado fue algo muy emocionante. Todos lloramos, nos unimos en oración, junto con parte del pueblo, para darle gracias infinitas a Dios por salvarnos la vida. Fue algo muy especial”, contó Quirós.
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El huracán César golpeó indirectamente al país en 1996, especialmente a la zona sur, y dejó 39 fallecidos, decenas de desaparecidos y perdidas por más de $151 millones.
Llaves nunca aparecieron
Los hechos ocurrieron el sábado 27 de julio de 1996, cuando don Hernán realizaba la romería desde Coto Brus (diez años después fue que empezó a hacerla con otro grupo que salía desde Río Claro).
“En ese tiempo yo vivía en San Vito de Coto Brus y era socorrista voluntario de la Cruz Roja, además era masajista. Los compañeros (de Cruz Roja) me dijeron que ya iba a empezar la romería y que querían que los acompañara, entonces acepté”, recuerda.
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Aquel día todo se inició con normalidad, el grupo romeros salió desde buena mañana rumbo a San Pedro de Cajón, en Pérez Zeledón, donde se encontraba uno de los albergues que siempre usaban para descansar y pasar la noche.
Sin embargo, según Quirós, Dios y la Virgen tenían un plan diferente para ellos y las organizadoras del recorrido nunca pudieron abrir las puertas del lugar en el que recuperarían fuerzas.
“Las organizadoras, doña María Ester Elizondo y doña Adriana Conzumi (que de Dios goce), siempre se iban adelante en la pura mañana para buscar las llaves del albergue, que era en una escuela y en una especie de salón.
“Poco antes del mediodía llegó doña María Ester toda preocupada porque no encontraban las llaves, el señor que las tenía no apareció, entonces ya en la tarde decidieron que nos íbamos a quedar en la escuela México, que estaba varios kilómetros más abajo”, recordó Quirós.
“Eso fue verdaderamente un milagro, porque el señor que tenía las llaves no apareció, entonces no nos pudimos quedar ahí”.
— Hernán Quirós, romero.
Huracán se hizo sentir
Cuando el grupo de romeros llegó al nuevo albergue ya estaba cayendo una lluvia bastante fuerte; cuenta don Hernán que aún no sabían nada acerca del huracán César, que ya afectaba varios puntos del país.
“Estaba lloviendo bastante, pero nosotros no sabíamos que era que estaba el huracán, lo ignorábamos por completo”
— Hernán Quirós, romero.
Cuando Quirós y tres sus compañeros de la Cruz Roja se estaban preparando para dormir, recibieron una llamada de la Central (de Comunicaciones) de Pérez Zeledón y les pidieron ir a ver cómo estaba el río La Unión y sus alrededores porque había informes de que estaba muy crecido y había arrastrado piedras, árboles y ganado.
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“Fuimos a hacer la revisión y en ese momento que llegamos el río ya se había llevado una parte (de la calle) del lado de San Vito, por decirlo así; me acuerdo perfectamente que estando nosotros del lado de Pérez Zeledón vimos donde un carro pasó directo y cayó al río”.
En medio de esa situación tan caótica y mientras evacuaban a varios vecinos fue cuando don Hernán se dio cuenta de que había ocurrido un milagro. Recordar aquello aún le causa escalofríos.
“En un momento determinado nos dimos cuenta de que el salón y la escuela donde nos íbamos a quedar habían desaparecido por completo, el río se los había llevado.
“Lo que pensé es que ese momento (cuando el río se salió) todos íbamos a estar durmiendo, entonces no nos hubiéramos dado cuenta de nada, nos hubiera llevado el río a todos”, dice.
Segundo milagro
Luego de evacuar a varias personas, don Hernán y sus compañeros trataron de descansar en el albergue, pero a las 3 de la mañana fueron alertados de que la emergencia en ese lugar aún no había terminado.
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“Unos vecinos nos pidieron que fuéramos a revisar el lugar donde estaba una casa que desapareció arrastrada por el río. A llegar encontramos a dos niños, de cuatro o cinco años y a una niña de ocho años que quedaron en una isleta que el mismo río formó con unas rocas grandísimas”, detalla.
Según recuerda don Hernán, los niños vivían en la casa que había sido arrastrada, pero afortunadamente lograron salir a tiempo. El problema era que no veían una manera segura de rescatarlos.
“Nada más escuchábamos el ruido ensordecedor de las piedras donde iban bajando por el río, era algo increíble el ruido que hacían”.
— Hernán Quirós, romero.
Quirós recordó que la isleta en la que se encontraban los chiquitos estaba a unos treinta metros de la orilla y cruzar el río era imposible por la fuerza de la corriente.
”Tuvimos la idea de agarrar una cuerda y tirársela a los niños. Ahí fue cuando ocurrió el segundo milagro, porque se les dijo a los niños que trataran de amarrarla a un tronco grande que estaba ahí. Imagínese usted, unos niños tan pequeños haciendo un amarre.
“Nosotros amarramos el otro extremo a un árbol y con eso un compañero pasó colgando por la cuerda hasta el otro lado, con el milagro de que los chiquitos amarraron bien la cuerda”, recordó.
Finalmente los cruzrojistas lograron rescatar a los tres pequeños de aquel sitio tan peligroso.
Don Hernán cuenta que hasta la fecha no sabe qué pasó con aquellos tres niños y reconoce que para él sería muy bonito conocerlos actualmente.
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Única romería que no terminó
Tras sentir la fuerza del huracán César, don Hernán y los demás romeros tuvieron que quedarse en esa localidad por dos días, pues las calles habían colapsado y tuvieron que esperar refuerzos para salir.
“Como cuatro compañeros lograron pasar por un árbol caído que sirvió de puente y llegaron hasta San Vito para dar información a las familias de todos los romeros, porque gracias a Dios todos estábamos bien”.
Finalmente se logró habilitar un camino para que el grupo de peregrinos continuará hasta Pérez Zeledón, donde se quedaron en Casa Sinaí por cinco días.
Lamentablemente para aquel grupo, la romería terminó allí porque debido a los estragos causados por el huracán no hubo forma de llegar a la basílica de Los Ángeles.
“Es la única romería que no se pudo terminar”, dice Quirós.
Don Hernán afirma que los milagros que vivió durante el paso del huracán César avivaron más su fe y por eso siguió haciendo la romería para agradecerle a la Virgencita lo que hizo en aquellas fechas y lo que sigue haciendo por él y sus seres queridos.