Desde su creación en junio de 1974, el Organismo de Investigación Judicial (OIJ) ha resuelto montones de homicidios, pero no todo ha sido color de rosa, pues incluso ese camino lo iniciaron con el pie izquierdo, ya que los agentes no pudieron resolver judicialmente el primer asesinato que investigaron.
Se trató de la muerte del fotógrafo Jorge Barrot Sibaja, de 68 años, quien fue asesinado el 11 de octubre de 1974 dentro de su casa, ubicada en San Juan de Tibás. Ese caso fue archivado pues nunca se logró vincular a un sospechoso.
Pese a ese amargo final, uno de los agentes que participó en la investigación de ese caso le contó a La Teja que, a nivel policial, sí le llegaron a los responsables de ese crimen; sin embargo, nunca contaron con una prueba de peso para acusarlos judicialmente.
“Nunca tuvimos la prueba necesaria, pero si cabe el término, policialmente sí se logró, porque yo estoy seguro que fueron ellos”, dijo el exinvestigador, quien pidió que su nombre no fuera revelado.
Incluso, señaló que él está seguro de que en ese crimen participó un familiar muy cercano de Barrot, quien se habría puesto de acuerdo con unos reos de la antigua Penitenciaria Central (actual Museo de los Niños) para cometer el asesinato, con la intención de robarle el equipo fotográfico, pero al final hasta se fueron con las manos vacías.
Casi media teja |
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El 12 de diciembre de 1973 se reselló la Ley número 5229 de creación del OIJ por no encontrase vicio de inconstitucionalidad y se decreta como Ley de la República por la Asamblea Legislativa. El 1° de julio de 1974 inicia funciones administrativas el Organismo de investigación Judicial. |
Primera llamada por homicidio
Aunque han pasado casi 48 años desde ese día, el exagente aún recuerda como si hubiera sido ayer cuando en horas de la tarde recibieron la llamada que alertaba sobre el primer homicidio que tendría que atender el OIJ.
Ese fue un momento de sentimientos encontrados, pues la adrenalina que conllevaba dicha labor se mezcló con el nerviosismo que él y sus tres compañeros sentían, pues la Policía Judicial apenas tenía tres meses de haber iniciado labores y ellos aún era unos novatos.
“Llamaron a la central de radio patrullas y dijeron: ‘En esta dirección en Tibás asaltaron una casa y el hombre podría estar muerto’. Eso me pareció muy sospechoso, porque había como mucha preocupación de que el ocupante de la casa no hubiera muerto”, recordó el exinvestigador, quien señaló que la llamada fue confidencial.
Los cuatro se trasladaron hasta el lugar del crimen en el único carro que tenían, a su llegada descubrieron que el homicidio tuvo lugar en una casa que también funcionaba como estudio fotográfico.
“Descubrimos que, además de ser fotógrafo, era un señor que se dedicaba a la conservación de orquídeas, era una persona muy culta y que vivía sola”.
Lo mataron por error
Dentro de la vivienda, los investigadores hallaron al fotógrafo maniatado y con una especie de paño en la boca. Posteriormente, por medio de la autopsia, confirmaron que Barrot murió asfixiado por ese paño.
Aunque no encontraron mayor desorden, los agentes realizaron una revisión para buscar huellas dactilares, pero al final no encontraron ni una sola.
El exagente también dijo que por medio de la investigación determinaron que en el crimen participaron al menos cuatro hombres, quienes en apariencia no tenían la intención de asesinar al fotógrafo.
“Ellos al parecer no llegaron a matar al señor, llegaron solo a robar. Como no llevaron con qué amarrarlo, arrancaron un cable eléctrico de las instalaciones y le amarraron las manos a la espalda y se las juntaron con los pies.
“Yo presumo que ellos no tenían la intención de matarlo, incluso eso de amarrarlo fue algo improvisado”, recordó.
Otra cosa que les llamó la atención fue que los delincuentes no se llevaron el equipo fotográfico de la víctima, el cual era muy costoso.
Lamentablemente, y pese al arduo trabajo, en la escena no encontraron ni una sola evidencia de peso.
Estancados y sin recursos
El exinvestigador contó que él y sus tres compañeros le pusieron alma, vida y corazón a ese caso, se trasnocharon durante meses buscando una pista que los llevara a los sospechosos, pero al final todo terminaba en un callejón sin salida.
Además, debían hacerle frente a la presión que había sobre ellos por tratarse del primer homicidio investigado por el OIJ, pues muchos exigían que este fuera resuelto para demostrar el valor de la recién formada Policía Judicial.
“Con este caso, nuestro sistema judicial nos puso a echarnos un pulso, éramos novatos y al personal apenas lo estábamos instruyendo, ni siquiera habíamos empezado el primer curso”, recordó el exagente.
Para colmo de males, en aquel momento el OIJ contaba con muy poco personal y recursos, por lo que los investigadores no podían centrarse en un solo caso, pues les tocaba atender todo tipo de crímenes, no solamente homicidios.
“Imagínese los recursos que teníamos, había agentes que ni arma andaban, teníamos que ir a las diferentes instancias de la guardia de asistencia rural a decirles que nos prestaran carabinas, eso es una muestra del panorama en el que se dio el caso de Barrot, nosotros estábamos lidiando con algo bravo”.
Dejaban salir a los reos
Como si no fuera suficiente la presión que tenían encima por resolver el caso del fotógrafo asesinado, los agentes también tuvieron que hacerle frente a los crímenes cometidos por la conocida banda de los “Hijos del Diablo” en la Penitenciaria Central.
“En ese momento se vino toda una pandemia de crímenes, cometidos por los que se llamó los “Hijos del Diablo”, nosotros éramos cuatro oficiales que tenían que demostrarle a estos sujetos que en Costa Rica había autoridad, y que ellos dentro del penal no podían hacer lo que les daba la gana”.
Por medio de las investigaciones relacionadas con esos hechos ocurridos en La Peni, los agentes descubrieron que, al parecer, había un enorme problema de corrupción en ese centro penal, ya que, supuestamente, algunos guardas dejaban salir a los reos a cambio de un pago y con la condición de que luego regresaran a la cárcel.
Según el exagente, esa situación trajo cierta luz al caso de Barrot, pues se dieron cuenta que un familiar muy cercano del fotógrafo estaba encerrado en dicho centro penal, por lo que era muy posible que este hubiera planeado el asalto a su casa en Tibás.
“En ese momento en esa cárcel había un reo de los más bravos, le decían Copetes y al parecer este conoció al familiar de Barrot y junto con otros dos reos se habrían puesto de acuerdo para darles un pago a los guardas para salir de La Peni y cometer el asalto.
“A ellos les interesaba el equipo fotográfico, que era muy caro, las cámaras eran Nikon y Canon, esa era una posibilidad, otra era que el señor tuviera guardada una plata en la casa, porque curiosamente no se llevaron nada del equipo fotográfico”.
Nunca dijeron nada
Con esa hipótesis entre manos, los investigadores se esforzaron por comprobar que Copetes y el familiar de Barrot eran los responsables de su muerte, pero nunca pudieron hacerlos hablar.
“Nosotros llegamos con informantes dentro de La Peni, metimos agentes como presos y no pudimos obtener nada. Todo nos llevaba a que esa tarde, como a mediodía, el familiar de Barrot, Copetes y dos más salieron de la cárcel, porque le echaban plata a los guardas de La Peni”.
El exagente dijo que sin pruebas técnica era imposible demostrar la culpabilidad de esos sujetos, pues además ellos tenían la coartada perfecta al alegar que ellos estuvieron en todo momento encerrados en la prisión, por lo que era imposible que hubieran estado en Tibás ese día.
“¿Cómo probar que sujetos que en ese momento estaban en un centro penitenciario fueron los mismos que cometieron el homicidio?”.
— Exagente del OIJ.
Otra situación que de cierta forma sostenía la hipótesis del exagente es que poco después del homicidio descubrieron que lo único que hacía falta en su casa era una reliquia familiar.
“Al parecer, cuando el señor Barrot era un padre joven, compró una camarilla, que era la que menos valía y parece que con esa cámara le tomó fotos a sus hijos, a su señora, fotos familiares y así. Esa cámara decían los testigos era invaluable para el señor, era su joya, y esa sí se perdió.
“Me atrevo a decir que esa cámara se perdió porque ahí estuvo el familiar de Barrot”, añadió.
No cedieron a la presión
El exagente sostiene que a nivel policial el caso “sí salió”, pues está seguro de que el crimen fue cometido por los reos; sin embargo, las pruebas nunca jugaron a su favor.
“Tuvimos presión de muchos sectores para que se pasara un informe pasándolos a ellos como imputados, pero la pega ahí fui yo, porque dije que sin pruebas contundentes no los iba a pasar.
“Antes el informe se pasaba al juez de instrucción, porque el Ministerio Público apenas daba sus primeros pasos, entonces yo tenía que llegar y decirle al juez que me abriera la causa, pero eso iba para el fracaso porque no había una prueba que lo sostuviera”, dijo.
Pese a que ese caso no terminó como lo deseaba, el exinvestigador dijo que su conciencia está tranquila, pues él y sus compañeros hicieron lo que pudieron con lo que tenían a mano y en el fondo saben que mucho de eso sirvió para ir dándole forma a lo que actualmente es el OIJ.