Un chancero fue asesinado por no querer pagar 100 colones por el arreglo de una mesa, porque le pareció muy caro.
Su asesino, que era la persona a la que le debía la plata, tras el crimen se llevó unos enteros de lotería y hasta pegó terminación; sin embargo, hasta ahí llegó su suerte porque finalmente lo detuvieron y lo mandaron a la cárcel.
Don Juan Chavarría, de 65 años, era un chancero que la pulseaba por todo el cantón de Tibás, también era común verlo caminar, cargando en uno de sus brazos un montón de enteros de lotería, por las cercanías del Mercado Borbón, en San José.
Un exinvestigador del OIJ, de apellido Mora, quien participó en ese caso y que ahora se dedica a investigaciones privadas, nos contó que, según lo que ellos pudieron recabar, don Juan era un hombre muy serio, reservado y de carácter muy fuerte.
“Era un hombre que manejaba bastante dinero y eso le permitía ser un vendedor de lotería mayorista, entonces le daba a otras personas para vender y obviamente recibía una buena parte de las ganancias. Recuerdo que decían los testigos que era un buen vendedor, que tenía la capacidad de convencer hasta al que no le gustaba jugar, no tenía gran relación con los vecinos, pero ellos decían que trabajaba desde muy temprano y hasta que ya no daba más por las noches”, dijo Mora.
El 5 de octubre de 1983, el olor que salía de una casa, ubicada detrás del ICE de La Florida de Tibás, era insoportable y entonces los vecinos sospechaban que en el hogar de don Juan había ocurrido una desgracia.
“Ellos le tocaban la puerta al señor, estaban pendientes porque era común verlo todos los días entrar y salir, él les ofrecía la lotería, tenía clientes fijos en la comunidad. Cuando estaba en casa las luces estaban encendidas, pero en varios días, al no tener respuesta, decidieron llamar a la Policía”, dijo Mora.
Ese 5 de octubre una de las vecinas no espero más y dio la alerta, una patrulla llegó y, al percatarse del olor, los oficiales entraron a la vivienda. Adentro parecía que había pasado un tornado, todo estaba desordenado y tirado.
Todos los miedos se confirmaron, en uno de los cuartos estaba el cuerpo de don Juan en avanzando estado de descomposición.
El cadáver tenía una sabana amarrada a la cabeza, la víctima estaba en pijama y tenía amarrados los pies y las manos con cordones de zapatos.
“Fue uno de los primeros casos en que me tocó colaborar, pero el olor era tan fuerte que es de esos que se te quedan pegados por siempre en la nariz, aún paso por donde estaba la casa del señor y recuerdo lo ocurrido”, dijo investigador.
Todo apuntaba a un robo
Los agentes judiciales, al ver el desorden que encontraron, supusieron que el asesinato fue por un robo.
“Nosotros estábamos seguros de que quien lo mató era alguien conocido de él, porque no había forzado la puerta ni las ventanas, solo la forzó la Policía para entrar, incluso el sospechoso cerró después de salir como si lo hubieran invitado a pasar, nadie había escuchado ni visto nada misterioso en la vivienda”, dijo Mora.
“Hicimos un recorrido por la comunidad para ver si alguien sabía algo, pero el señor era huraño y muy reservado, era bueno para vender, pero no soltaba detalle de su vida. Los vecinos sí sabían o presumían que tenía dinero en la casa, sobre todo los viernes y fines de semana que llegaban los vendedores a pagarle lo que él les había dado, por lo que eso nos indicaba que siempre había dinero en esa vivienda”.
En la revisión de la casa, los oficiales se percataron que en un sillón había un hueco, al parecer, ahí estaba escondida la plata, también encontraron unos cabellos y faltaba lotería.
El asesinato de don Juan fue uno de los primeros casos de un chancero asesinado que fue investigado.
“La autopsia permitió determinar que fue asesinado el 1º de octubre de 1983, tenía cinco días de fallecido y la causa fue por asfixia”, dijo el hombre quien ahora tiene muchos clientes buscando a personas que no quieren pagar la pensión alimentaria.
Terminación lo cantó
Sin embargo, una semana después de que empezó la investigación, la Policía recibió una alerta de que un hombre joven estuvo cambiando unos pedazos de lotería ya que había pegado terminación con el número 15. Una conocida del vendedor de chances asesinado fue quien lo vio.
“Esa persona que resulta ganadora es conocida por varia gente en la comunidad, pero no es de su agrado porque contaba con antecedentes policiales, es ahí que nos damos cuenta que de vez en cuando le ayudaba a don Juan con algunos trabajos en su casa y que al parecer él le dio en algún momento lotería para que la vendiera”, dijo.
El investigador no recuerda cuánto fue lo que ganó el asesino con la terminación, pero según los periódicos de 1983, el premio era de ¢900.
Las características de él, dadas por los vecinos permitieron que los oficiales dieran con el entonces sospechoso, un joven de apellido Garita, de 25 años, que se dedicaba a la ebanistería.
Confesó
La detención se dio un día después de que cambió el premio en Tibás, el muchacho confesó que él había acabado con la vida de don Juan porque le reparó una mesa y le cobró 100 colones, pero al hombre le pareció que era mucho dinero, entonces se dio una discusión entre ambos y eso provocó que lo atacara.
El joven aseguró que unos pelos encontrados en la escena eran los suyos y que él había sacado de un hueco del sillón ¢1.900 y 10 enteros de lotería.
“En aquel entonces no existía nada de lo que hay ahora, porque esos pelos los hubiésemos podido someter a pruebas de ADN y se hubieran contado como una prueba más, antes todo era más como por deducción”, comentó Mora.
Además, el oficial comentó que, según lograron determinar, ese mismo muchacho, con ayuda de otros, había asaltado a don Juan tres meses antes del homicidio, pero como tenían sus rostros tapados, él no logró denunciarlos, esa vez se le llevaron un entero de lotería y ¢8 mil colones.
Otro detalle que el sospechoso le contó a la Policía Judicial fue que cuando cometió el delito había usado unas medias del fallecido para no dejar evidencias.
El sospechoso fue condenado a 15 años de prisión por el homicidio.
Iba de viaje a Nicaragua
Don Juan nació en San Ramón de Alajuela, pero la mayoría de su familia estaba en Nicaragua.
Yolanda Báez, una prima, nos contó que para toda su familia fue muy triste lo ocurrido.
“Era un hombre trabajador, se le recuerda con mucho cariño. Para ese año él tenía la ilusión de viajar a Nicaragua a pasar las fiestas, por eso era que estaba trabajando tan duro. Muchas veces le dijimos que se viniera para acá con nosotros, vivimos en Rivas, pero él no quería, a él le gustaba Costa Rica y le iba muy bien”, dijo Báez.
“Tenía pensado venirse por dos semanas y yo le iba a hacer unos picos que son rellenos de piña y de queso con azúcar que le encantaban, pero bueno, ocurrió esta pesadilla ya hace tantos años”.
Don Juan era devoto de San Martín de Porras y por eso, durante muchos años, doña Yolanda le prendía una velita durante todo el mes de octubre para conmemorar su muerte. Ahora solo lo hace cada 1º de octubre.
“Desde hace unos cinco años para acá le prendó la velita al santo cuando se conmemora su muerte, ya son 39 años. Las cicatrices se cierran, pero no deja de doler y extrañar uno a las personas, por suerte que a Juan sí se le hizo justicia”, dijo.
Ella aseguró que su pariente no tuvo oportunidad para estudiar, pero sí tenía talento en las ventas y por eso aprovechó para meterse en el mundo de la lotería.
“Vendía bastante y a veces pegaba alguito, le gustaban los números bajitos y siempre vacilaba con que se iba a pegar el mayor y se iba dedicar a descansar, pero bueno, todo eso que anhelaba se lo arrebataron”, dijo la señora.