Alice Ávila salió por primera del país para ir a México y reconocer y recoger allá el cuerpo de José Alexis Rojas Matarrita, papá de sus dos hijos.
Describe el viaje como el más doloroso que ha hecho. Y tiene muchas razones para verlo de esa forma.
José Alexis, quien se caracterizó por ser un hombre fuerte, tenía 39 años cuando su vida se apagó como consecuencia de un hecho que no ocurre con frecuencia. Por esas cosas de la fatalidad lo atravesó por el estómago un marlin rosado, conocido también como pez espada o vela, debido a su enorme y filosa punta.
El puntarenense no murió de inmediato, experimentó una agonía de tres días hasta que perdió la vida muy lejos de su tierra y de su amada familia.
Todo ocurrió entre el 29 de julio y el 8 de agosto del 2000. Este año se cumplirán 21 desde la trágica muerte de “Moreno” o “Chepe”, como le decían a José Alexis de cariño, pero su recuerdo permanece vivo en su familia y en sus allegados.
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Quizás presintió su muerte
Alice cree que su esposo quizás sabía que la muerte andaba cerca. Cuenta que la última vez que se vieron fue el 7 de julio del 2000, cuando su esposo zarpó de Puntarenas en el barco Dragón VI, perteneciente a la compañía puntarenense de origen taiwanés Mariscos Wang.
“Él no era de ir a la iglesia, quizás porque pasaba mucho tiempo en el mar, pero él invitó al pastor para que fuera a la casa y dos días antes de irse el pastor llegó y José Alexis quiso consagrarse, buscó la palabra de Dios”, recordó Alice.
Ya en la embarcación parece que los presagios siguieron, pero la tripulación los pasó por alto.
A los compañeros de trabajo de “Chepe” les llamó la atención que él cantaba mucho el tema “Se me fue”, de Myriam Hernández, que habla de un ser querido que ya no está. Los compañeros contaron luego, ya ocurrido el accidente mortal, que José Alexis quería que ellos se la aprendieran.
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También insistía en que la embarcación y todos ellos regresarían a casa antes del Día de la Madre, un hecho al que tampoco le dieron mucha importancia. Todos sabían que era muy difícil y que como en cualquier otra jornada de trabajo estarían en el mar al menos dos meses. Tenían previsto volver a tierra en setiembre.
Luchó hasta el final por sus hijos
Alice cuenta que el accidente mortal de José Alexis ocurrió la madrugada del sábado 29 de julio del 2000. Sabe todos los detalles porque formaba parte de la tripulación su hermano Luis Julio Ávila.
Dice que la noche anterior a la tragedia había caído dentro de la embarcación un pez vela de unos 200 kilos y por poco golpea a uno de los pescadores: otro pez de los mismos había sido visto saltando alrededor del barco con frecuencia. Los hombres de mar se asombraron, pero luego siguieron en lo suyo.
En la madrugada del 29, José Alexis se mantenía en labores de “estrodeo”, que significa jalar la línea a la que tiempo atrás se habían pegado las carnadas. Así se van recogiendo los pescados.
Antes de que lleguen al barco los animales reciben una descarga de 220 voltios que se les lanza por la misma línea, así se les inmoviliza para subirlos al barco sin que los más grandes representen un peligro para los pescadores.
A “Chepe” le gustaba sacar la línea inclinándose sobre la borda y apoyado en la cadera, así tenía la mitad del cuerpo fuera del bote y con los brazos hacía su trabajo.
En esa posición estaba cuando brincó fuera del agua un pez espada, lo traspasó de costado a costado por el lado derecho del abdomen y volvió a caer al agua.
Un grito resonó en la oscuridad: “¡Ay, Chino, me pegó!”, exclamó José Alexis.
“Chino” era José Alberto Soto, otro de los tripulantes. Al acercarse vio la herida. Todos se sorprendieron mucho porque al principio creyeron que “Chepe” solo se había cortado una mano, pero no. Era algo muy delicado.
Al ver la gravedad del hecho trataron de controlar sus propias emociones para mantener a su amigo tranquilo.
Entre todos trataron de salvarlo y lo acostaron de lado, con la herida hacia abajo. Por medio del radio comenzaron a pedir auxilio, pero no hubo ninguna respuesta.
El porteño nunca se quejó de dolor aunque supo que su intestino estaba perforado. Se mantuvo fuerte, la única muestra de queja fue cuando le preguntó a su amigo “¿verdad que estoy mal, Chino?”.
Los compañeros le daban ánimo, le decían que resistiera.
Larga espera
Fue hasta las 8 de la mañana cuando tuvieron contacto con la empresa en Puntarenas y Guardacostas de Estados Unidos informó que podría mandar un helicóptero, pero un día después, el 30.
La nave salió aquel 30, pero debió devolverse y se les informó a los pescadores que llegaría un día después.
La tripulación explicó entonces que el porteño estaba muy grave y Guardacostas accedió a mandar de nuevo el helicóptero, que recoge a “Chepe” en alta mar para llevarlo a un centro médico en el puerto más cercano, que era Acapulco.
Alice supo lo que había pasado por una llamada de la secretaria de la compañía Mariscos Wang, para la que su esposo trabajaba desde 1990.
“Me llamaron por teléfono preguntándome por el tipo de sangre de él, yo no lo sabía, luego me dijo que había pasado un accidente, pero me decía que no era grave. Creo que no me querían decir, pero ya yo estaba preocupada”, recuerda.
“Lo llevaron al hospital un día después de tener la herida, había perdido mucha sangre”, recordó Alice.
Buscando detalles
Meilyn Rojas tenía tres años cuando su papá tuvo el accidente. Conforme ha ido creciendo ha buscado información para saber más de él.
“He intentado hablar con mi mamá sobre mi papá, pero es imposible porque nos ponemos a llorar, más yo. Busqué al mejor amigo de mi papá (Chino), lo visité y hablé con él, me contó cómo sucedió el accidente y me dijo que mi papá deseaba ver a sus hijos crecer y que no nos faltara nada”.
“Mi papá le pidió al mejor amigo que no se alejara de él y decía que él iba a vivir porque tenía dos motivos para vivir (ella y el hermano). Me dicen que le presionaban la herida y él les decía a los compañeros lo feliz que era de trabajar con ellos”, cuenta la hija.
Hasta donde tiene entendido su papá no soportó una segunda operación que le hicieron en el hospital de Acapulco, donde falleció el martes 1 de agosto del 2000.
“Me dicen que él decía que no quería morir para no dejarnos, que haría lo posible por vivir”, cuenta Meilyn.
La causa oficial de la muerte fue anemia aguda por hemorragia interna y externa.
Vela de dos días
Alice viajó el miércoles 2 de agosto hasta México.
Los compañeros se dieron cuenta de la muerte de “Chepe” un día después y fue porque insistieron en que les dieran noticias de José Alexis.
El capitán de la embarcación quería que siguieran con la faena, pero era imposible, nadie estaba de ánimo para hacerlo.
Alice regresó a suelo tico el día 6 con el cuerpo de José Alexis y comenzaron una vela que duró dos días.
“Estuvimos esperando a sus compañeros del barco, por eso tardamos en enterrarlo”, cuenta Alice.
La tripulación llegó a tierra el martes 8 de agosto, día en el que “Chepe” fue sepultado en el cementerio de Chacarita.
Ocurrió una semana antes del Día de la Madre, y todos cayeron en cuenta de que era la fecha que su amigo había mencionado tantas veces cuando estaban en el mar.
Alice cuenta que en algunas ocasiones ha visto a José Alexis en sueños y que el mayor recuerdo que tiene de él son los hijos.
“Teníamos diez años de casados, él soñaba con otro hijo, pero no se pudo, mis dos hijos son verlo a él, sobre todo Jose Jazdany”, contó.
Meilyn cuenta que a veces como el recuerdo de su padre se le quiere borrar, entonces lo que hace es ponerse a ver sus fotos.
“Hace unos días nos compartieron un video en donde mi papá sale sonriendo, es bonito verlo en movimiento”, dice.