Seis años fueron suficientes para que un papá marcara hermosos recuerdos en el corazón de su hija menor, ya que ella lo recuerda como un héroe.
Él se llamaba William Antonio Gutiérrez Araya y tenía 61 años cuando protegió a una embarazada de unos delincuentes que asaltaron la panadería Leandro, en barrio Fátima de Heredia, lugar en el que ambos trabajaban.
Aunque valiente acción le costó la vida, lamentablemente, nunca hubo justicia para don William por parte de las autoridades.
No obstante, la familia tiene claro que de la justicia divina nadie se escapa y aunque no les dieron seguimiento a los sospechosos, se enteraron de que al menos dos de ellos murieron años después, al parecer, por seguir haciendo maldades, pero La Teja solo pudo verificar la muerte de uno de ellos.
Trabajito nuevo
El ataque sucedió el sábado 3 de marzo del 2007, cerca de las 7:20 p.m. Don William tenía apenas un mes y medio de estar dedicándose a la labor de guarda en la panadería.
Antes trabajó como locutor, pero por la necesidad de conseguir una ocupación digna para llevar el sustento a su hogar, aceptó ser oficial de seguridad privada.
Esa trágica noche, tres hombres se bajaron de un vehículo Audi, entraron al local y amenazaron a los dos empleados, despojaron a Gutiérrez del arma de fuego y habrían apuntado a la cajera que estaba embarazada.
Don William al percatarse de esa acción se colocó delante de la compañera para protegerla, no obstante en ese momento le dispararon en cuatro ocasiones con una pistola 9 milímetros.
Los delincuentes se llevaron ¢60.000 en efectivo y el revólver Ranger 38 que portaba el guarda. Además, a un doctor que estaba en ese momento como cliente en la panadería le quitaron ¢38.000. Luego, los asesinos huyeron en el carro que llegaron y en el que los esperaba un cuarto sospechoso.
Mientras que la víctima quedó agonizando, la Cruz Roja llegó por él y aún con vida lo llevaron al hospital San Vicente de Paúl, en Heredia, donde falleció poco después.
Solo buenos recuerdos dejó en su hija
Mariela Gutiérrez era la hija menor de don William, estaba a dos meses de cumplir siete años y de un momento a otro solo tuvo que escuchar a su mamá, María Castro, que en medio del dolor le explicaba a ella y a su hermano adolescente que su papá ya no regresaría.
Pese a ese vacío que dejó la muerte de su papá, en su memoria quedaron los momentos en los que su padre siempre estuvo para ella.
“Recuerdo cuando estaba en primer grado y él siempre me cuidaba mucho, una vez estaba muy enferma y él llegó a la escuela por mí. Recuerdo perfectamente mi graduación en el kínder y veo perfectamente su cara en mis recuerdos y que él tuvo que irse antes porque tenía que trabajar”.
“Se me vienen a la mente sus cuidados, básicamente, y el tiempo que estuvo conmigo. Yo estaba muy pequeña (cuando lo asesinaron) y para mí fue muy duro porque con el pasar de los años fui teniendo consciencia de toda la situación, su ausencia ha sido impactante en mi vida, sé que soy una buena mujer, pero sé que con él hubiera sido mejor mi salud emocional”, expresa la joven, quien actualmente tiene 23 años.
Agrega que pese al dolor de que a él le arrebataran la vida, ve a su papá como un héroe.
“Mi papá murió como un héroe, porque a él le dispararon por proteger a la cajera que estaba embarazada, a él lo desarmaron y en lo que estaban viendo el dinero, mi papá solo se movió para protegerla a ella y ellos (los maleantes) supongo que pensaron que seguro tenía un arma debajo del mostrador y le dispararon”, recordó la joven.
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Justicia les quedó debiendo
Mariela señala que la justicia de Costa Rica le quedó debiendo, tiene claro que su papá era un buen ser humano y que pese a las pruebas contra los sospechosos lograron librarse en esa ocasión, sin embargo a los años, la vida les cobró su actuar de alguna manera.
Los sospechosos fueron detenidos esa misma noche en El Alto de La Trinidad, en Moravia, San José, y estuvieron en prisión preventiva, pero en el 2008 quedaron absueltos.
“Mi golpe de realidad fue que me lo arrebataron, que no tuve la oportunidad de vivir más recuerdos con él, eso me duele mucho, él solo estaba cumpliendo con sus funciones para traer comida al hogar y eso es lo que me da impotencia y frustración con lo que pasó en el juicio.
“Igualmente, la vida se hizo cargo de ellos unos años después, porque evidentemente andaban en cosas malas”, expresó la joven.
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La última llamada
Doña María Castro, mamá de Mariela y la esposa de don William, cargó durante unos años con un gran pesar, porque el día del ataque se suponía que él estaba libre, pero ella le pidió que lo cambiara por el domingo para pasarlo en familia, razón por la cual él fue a trabajar.
Ella, además, recuerda la última llamada que le hizo, que se dio dos horas antes de morir, pasadas las 5 p.m., en la que le preguntaba cómo estaban todos en la casa.
“Me llamó a las cinco de la tarde, lo que nunca en la vida hacía porque no le permitían, le pregunté por qué me llamaba y solo me dijo: ‘quería saber cómo estaban’, y le dije que estábamos bien, esa fue la despedida”, recordó la esposa.
Para esta madre fue difícil afrontar la vida con la responsabilidad de sacar adelante a dos hijos, pero tuvo la valentía de decirles la verdad para que también lo despidieran, el dolor de su ausencia siempre quedó, el domingo que lo querían pasar en familia, se convirtió en la vela para don William.
Abrigo es un tesoro
La cajera que don William protegió habló con doña María y le recalcó la valentía del esposo, así como el eterno agradecimiento que le tiene, pues la hija ya era una adolescente y esa noche que él murió salvó dos vidas. Después de esa vez, ellas no han vuelto a coincidir.
Madre e hija conservan fotografías de su ser querido e incluso un suéter que él usaba.
“Nosotros pudimos retirar fotos de la cédula de él siendo más joven, pudimos ver su esencia en fotos de lo que él fue y hasta dónde llegó su vida, también conservo un abrigo azul que él siempre usaba para dormir, además de carnets porque fue profesor de Inglés”, manifestó Mariela, la hija.
Los sospechosos fueron identificados con los apellidos Zambrana, Chaves y Gutiérrez, este último incluso festejaba ese 3 de marzo del 2007 su cumpleaños 18; este hombre murió 16 años después en octubre de este 2023, al ser herido de bala luego de fingir que iba a comprar un carro y amenazar a los dueños, no contaba que estos iban a repeler el ataque.
Los sospechosos fueron investigados mediante el expediente judicial 07-000893-0059-PE de la Fiscalía de Heredia, estuvieron en prisión preventiva, en junio del 2008 los llevaron a juicio por dos robos agravados y el homicidio.
En el debate los testigos no los habrían reconocido porque andaban el pelo rapado, parecían otras personas, pese a las pruebas en su contra no había reconocimiento hacia ellos, también los casquillos de arma que utilizaron para matar a la víctima no coincidían con una arma que les decomisaron.
Ellos fueron absueltos, por dudas, el 22 de agosto del 2008 por decisión de los jueces Joe Campos, Luis Gerardo Boñalos y Alfredo Arias, quienes además alegaron que faltó más investigación por parte del OIJ.