Palos, piedras, golpes, gritos, tres muertos y centenares de heridos en las principales calles de Cartago.
Ese es parte del doloroso rastro que dejó la ola de protestas más grande en la historia de Costa Rica y que duró del 1 de noviembre de 1961 al 12 de octubre de 1964. Nadie daba el brazo a torcer.
Solo se frenaron, pero temporalmente, debido a las erupciones del volcan Irazú, que empezaron en marzo de 1963, y la tragedia del río Reventado, en diciembre del mismo año.
La lucha era por mejores condiciones en el servicio eléctrico para los cartagineses. Los brumosos no aguantaban las pésimas condiciones y las suspensiones que sufrían a cada rato.
Las consecuencias de las manifestaciones fueron tres familias llorando a seres queridos y la fundación de la Junta Administradora de Servicios Eléctricos de Cartago (JASEC).
Desde la Guerra Civil de 1948, la ciudad de Cartago no había vivido hechos tan violentos.
La emisora radio Victoria, de Emilio Piedra Jiménez, y figuras destacadas de la época en la antigua capital, encendieron la idea de luchar. Desde la emisora se llamó a la gente a alzar la voz, a protestar y a no pagar los recibos de luz.
¿Dónde empezó el problema?
“El ICE adquirió una planta hidroeléctrica muy antigua y la energía que se daba no era muy buena. A su vez se inició la construcción de la planta hidroeléctrica Río Macho. El ICE subió las tarifas bajo el argumento de que había que pagar el factor térmico”, explica el historiador Franco Fernández.
Esas decisiones del ICE chivearon a los cartagineses. Primero por la pésima electricidad que recibían y, segundo, porque las plantas hidroeléctricas que se iban a construir estarían mayoritariamente en Cartago. Es decir, ellos abastecerían a una parte del país mientras además pagaban precios altos.
“Mi padre era muy valiente, cuando se le metía algo, se le metía sin temor. Sabía que iba luchando por el bien", recordó Emilio Piedra Guzmán, hijo de don Emilio.
“El servicio era lo más malo que usted se pueda imaginar. Para poner un radio y medio oírlo había que tener un rastreador, los bombillos casi ni alumbraban, a cada rato había suspensiones porque las líneas eléctricas eran muy viejas, a cada rato había problemas con transformadores”, recordó don Franco Fernández.
Los brumosos no veían la luz.
Mucha gente hizo caso al llamado que se hacía y dejó de pagar recibos. El ICE cortaba el servicio, los usuarios, bravos, lo reconectaban y así seguía el estira y encoge.
“La personas humildes tenían la plata guardada debajo del colchón para ir a pagar, pero ellos le hicieron caso a Emilio Piedra y no volvieron a pagar la electricidad”, cuenta Rogelio Coto, vecino de Cartago.
Eso fue calentando los ánimos y pronto se vio algunos de los principales lugares de la Vieja Metrópoli sin luz.
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Por supuesto que nadie esperaba víctimas mortales de aquellos hechos, pero tristemente ocurrió.
Pueblo unido
En el libro “De vecinos a ciudadanos”, la historiadora Patricia Alvarenga recuerda cómo, en los momentos más tensos de la lucha, las llamadas brigadas de reconexión --integradas por gente del pueblo--llegaron a andar a 50 metros de las cuadrillas del ICE que iban quitándole la electricidad a quienes no pagaban.
Era como jugar al gato y al ratón mientras la tensión seguía creciendo...
“Cuando la policía actuaba, el pueblo también actuaba”, recordó Emilio Piedra hijo.
El ICE no aflojaba y la gente tampoco y en un momento se formó lo que llegó a llamarse un comité de huelga.
Las protestas no fueron nunca una huelga, es decir, no se trató de personas que dejaban de prestar un servicio sino de pagarlo, pero en Cartago aquellos meses de protestas se conocen como “huelga”.
En el libro, la historiadora Alvarenga explica que para el presidente Francisco José Orlich, las manifestaciones del pueblo fueron para un reto enorme porque participan en ellas gente de las clases media y alta.
Noche sangrienta
En medio de la tensión que había llegó el 23 de noviembre de 1962, día para el cual se había convocado a una gran gran manifestación en Cartago.
La idea era presionar al gobierno y buscarle una solución al problema.
Habría una reunión frente a radio Victoria, desde cuyos balcones hablarían los líderes de las protestas.
En medio de los discursos, cuando ya anochecía, sonaron balazos y la gente se llenó de miedo.
Al parecer se trataba de disparos al aire por parte de la policía para disolver la manifestación, pero todo se complicó.
“Se armó la mayor balacera que usted se pueda imaginar. Balas contra piedras, contra palos, contra todo. La gente de Cartago hizo circuitos especiales para quitar la energía eléctrica. Cartago quedó sin energía eléctrica. En medio de la algarabía y caos que reinaba en ese momento, la policía optó por disparar a la gente”, recordó Franco Fernández.
Una bala perdida alcanzó a Hugo Solano Ortega, de 32 años, el mayor de los cinco hijos de Teresa Solano González.
Su sobrino Berny Alvarado Ortega ha oído hablar en su familia de aquel hecho trágico. Recuerda a su tío Hugo como un hombre muy responsable, trabajador y que cuidaba y defendía a sus tres hermanas.
“Él era dueño del bar El Estadio, ese día su esposa Nidia (Moya) se fue al cine París y él escuchaba el radio, cuando escuchó la noticia del movimiento que había en Cartago centro se preocupó mucho, dejó todo botado y se fue a buscar a Nidia".
“En la esquina había un espejo muy bonito, cuando pasaba la gente uno se asomaba. Él (Hugo) se asomó por ahí y una bala lo mató, tuvo muy mala suerte”, explica Berny.
La muerte de Solano dejó huérfanas a Gabriela y a Marcela (esta estaba por nacer).
En su portada del sábado 24 de noviembre de 1962 el Diario de Costa Rica títuló: Masacre en Cartago; La República del domingo 25 hacía públicos los nombres de los tres fallecidos.
Se trataba de Víctor Manuel Coto Monge, Hugo Ortega Solano y Fabio Fernández Carpio.
Este último era cabo de la tercera compañía de la Guardia Civil.
Fabio Fernández Carpio era guardia en San José y tenía 30 años, Víctor Manuel Coto era agricultor y tenía 43.
El diario La República publicó los dictámenes forenses: los tres fallecieron por proyectiles de pequeño calibre.
Ese dato dejó dudas sobre si de verdad fueron alcanzados por balas de la Policía, que solo utilizaba proyectiles de alto calibre. Se cree que quienes dispararon fueron otros civiles, no oficiales.
Tanto don Franco Fernández como don Emilio Piedra Guzmán aseguran que fue la policía la que disparó pues sus integrantes eran los únicos armados en aquella noche triste que enlutó a Cartago.
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Finalmente el 12 de octubre de 1964 la Asamblea Legislativa firma el proyecto de ley para crear una junta eléctrica en la provincia de Cartago.
El Concejo Municipal del cantón Central estuvo integrado por los señores: Jorge Mora, Manuel Patiño, Federico Rojas, Jorge López, Roberto Leiva, Mario Quesada, Carlos Aguilar, Franco Fernández, Carlos Schnitzler, Ovidio Navarro, Jorge Araya y Day Morales.
Gladys Coto Carpio, de 63 años, prima segunda de Víctor Manuel Coto Monge, laboró durante 37 años en la JASEC.
“La amo como institución. Sin JASEC sería algo tremendo porque no tendríamos el servicio eléctrico como lo tenemos, siempre se ha distinguido de mantener unas tarifas razonables y siempre pensando en el beneficio de todos los cartagineses”, contó doña Gladys.
La JASEC abastece a más de 100.000 abonados en los cinco principales cantones de Cartago: Centro, Paraíso, Alvarado, Oreamuno y El Guarco.