La música que tanto amaba Gaudy Vanessa Solano Salguera se convirtió en una ventaja para un hombre obsesionado que la atacó de muerte, ya que evitó que su ruego de auxilio fuera escuchado a tiempo.
Gaudy es recordada como una mujer alegre, no había día que no se escuchara música en su casa, en el barrio Santa Isabel Abajo, en Cañas, Guanacaste.
La vida para ella no era fácil, a sus 31 años era madre de cuatro niños por quienes se esforzaba para ser feliz y ser una buena mamá, y ello lo estaba consiguiendo hasta que se cruzó en el camino con el nicaragüense Carlos Jirón Espinoza, de 24 años.
María Ester Salguera, mamá de Gaudy, apenas conoció a Jirón, supo que este no le convenía a su hija, su sexto sentido de madre detectó que era un joven obsesionado con su hija y sabía que esto no es bueno.
Gaudy era la única hija mujer de Ester y era la del medio de dos hombres, para esta madre ella era como sus ojos, pues ambas se hacían compañía y se ayudaban.
“Era mi única hija, pero Dios me multiplicó porque ella me dejó tres niñas y un varón.
“Mi hija era bien alegre, le gustaban los bailes y justamente por la alegría que tenía fue que me la arrebataron”, manifestó esta madre.
La última vez que madre e hija compartieron fue horas antes de su muerte, el 15 de febrero del 2015, ese día, como siempre, había música en la casa de Gaudy y nadie se sentía en peligro porque su última relación fue con Jirón, a quien había dejado por tratar de controlarla siempre.
Nadie sospechó que este sujeto vigilaba de cerca a Gaudy y planeaba no solo hacerle daño a ella, sino a toda la familia, ya que dejaría a sus hijos sin la mamá.
Lo último que ella le pidió a su mamá fueron unas tortillas, porque le encantaba como se las preparaba.
Ellas estuvieron sentadas en una piedra cerca de la casa, hablaron un ratito y luego cada una entró a sus respectivas viviendas, pues solo las dividía una pared, ya que vivían en casas vecinas.
El tipo aprovechó que nadie lo vio entrar por la parte trasera de la vivienda y esperó para atacar a la joven madre y puso el radio a todo volumen para que los vecinos y familiares escucharan la música, pero no los gritos de desesperación de la mujer para que le quitaran de encima al tipo que la apuñalaba.
“Mi nuera estaba con ella lavando ropa y la estaba tendiendo en el patio, nosotras vivíamos a la par. Cuando mi nuera quiso entrar de nuevo a la casa vio que la puerta estaba cerrada, ella le habló a mi hija y en eso escuchó unos gritos, eran de mi hija Gaudy.
“Mi nuera me llamó a gritos y entonces me acerqué para ver qué era lo que pasaba, pero este hombre ya se había lanzado por la ventana trasera, mi hija estaba tirada en el suelo boca abajo en un charco de sangre”, recordó Esther.
Gaudy recibió múltiples puñaladas que le provocaron una dolorosa agonía por varios minutos, lo último que quizás vio fue a su mamá María Ester desesperada tratando de salvarle la vida.
“Llamamos al 911 y cómo hacen un montón de preguntas, no llegó pronto la ambulancia, hasta le pedí ayuda a una vecina para que también llamara, mi esposo me decía que pusiéramos a Gaudy en los asientos de atrás del carro, pero mi hija trataba de hablar y solo me decía: ‘Mami, mami’.
“Yo le decía que no hablara, porque se escuchaba cansada, la tenía en mis brazos cuando solo me dijo: ‘mami no’, yo le decía que se iba a salvar, pero solo suspiró y murió en mis manos”, expresó esta madre para quien es inevitable no llorar al recordar ese doloroso momento de no poder hacer nada por su hija.
Bajo engaños
Ester había conocido a Jirón seis meses antes del crimen, desde un principio no le cayó bien y en reiteradas ocasiones aconsejó a su hija para que lo dejara.
“Ella lo dejó y luego él la buscó, ella no quería nada con él y hasta lo denunció para que no se acercara a la casa, sin embargo, en febrero él me la mató”, manifestó la mamá.
Esta mamá recuerda que ese día, además de la música, hubo fuertes vientos y esto impidió que escucharan a tiempo que este hombre se había metido a la propiedad, pese a que tenía prohibición de acercarse a la casa de Gaudy.
“Una vecina nos dijo que ella sí escuchó que alguien gritaba: ‘¡Mami, este hombre se metió a la casa!’, pero yo no logré escuchar nada.
Jirón intentó escapar, pero la Fuerza Pública lo detuvo en el barrio Villa Esperanza, en Cañas.
Al sujeto supuestamente le molestaba que su expareja le gustara bailar y que siempre anduviera feliz, él conocía de sus actividades, porque de acuerdo con una prima de Gaudy, para el momento del crimen les explicó a las autoridades que la víctima mantenía contacto con Jirón, pues le vendía comida.
Este sujeto antes del crimen se había llevado a Gaudy y a los hijos de ella bajo engaños a Nicaragua, donde le prohibió tener comunicación con la mamá.
“Él le dijo que iban a ir a pasear a La Cruz, Guanacaste, mi hija como conocía se fue, pero cuando nos dimos cuenta la tenía en Nicaragua prácticamente raptada, no le permitía que se comunicara con nosotros y hasta amenazó con matarme a mis nietos.
“Con unas amistades logré que me los rescataran y los trajeran al país, pero aquí fue donde me la mató”, manifestó esta madre.
El juicio en contra de Jirón lo programaron rápido, cinco meses después del crimen, en el Tribunal Penal de Cañas, donde le impusieron 20 años de cárcel por este homicidio.
Vida difícil pero con mucha valentía
La mamá de Gaudy afirma que sintió que el mundo se le puso de cabeza, pero solo Dios la mantiene fuerte, ella contaba con la ayuda de su esposo, pero tres años después de la muerte de Gaudy, él falleció.
Además, el papá de los hijos de Gaudy se desentendió de sus obligaciones y doña Ester ha sacado valentía para criar a sus nietos. Ella afirma que ha sido difícil y que solo Dios la ayuda, así que se ha dedicado a vender comidas para ayudarse y tener recursos económicos para sus nietos.
Sus nietos contaban con la ayuda del Patronato Nacional de la Infancia (PANI) por ser menores en estado vulnerable, pero ahora esta ayuda se la quitaron y teme no poder comprarles los uniformes para que sigan estudiando.
“Mis nietos son todo lo que tengo, yo padezco de asma y no quisiera partir de este mundo sin saber que ellos han salido adelante con los estudios y siendo personas buenas, pero a veces siento que no puedo, si mi hija estuviera quizás sería la que trabajaría y yo le ayudaría a sacar a estos niños adelante.
“Con ellos empecé de nuevo a enviarlos a la escuela y a pelear con el PANI, porque no me querían ayudar”, exclama esta abuelita.
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Pese a todo el dolor que María Ester ha soportado, afirma que perdonó al agresor.
“En el momento que me quitó a mi hija lo odiaba, pero con los años he aprendido a perdonar y saber que de la justicia divina nadie se escapa y tarde o temprano debemos responder por nuestros actos”, señala.
No siente rencor hacia nadie, pero a María Ester le duelen las fechas del 14 de febrero, conocido como el Día del Amor y la Amistad, u otras porque no las disfruta sin su hija.
“Para mí ya no hay Día de la Madre, lo sufro, me duele la fecha de su cumpleaños, esas fechas para mí no son importantes”, dijo.
Esta abuelita quiere que sus nietos tengan computadora, útiles y uniformes para este nuevo curso lectivo, pero aún no sabe cómo va a conseguirlos pues el PANI les quitó la ayuda que ellos recibían.
Usted puede ayudar a esta valiente abuelita por medio de un Sinpe móvil al 8614-5915 a nombre de María Ester Salguera para que pueda seguir sacando adelante a sus nietos.
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