Han pasado 34 años desde que doña Rosario Zamora perdió a sus tres hijas, a su hermana y sus tres sobrinas en la masacre de La Cruz de Alajuelita, ella a veces no entiende cómo ha logrado sobrevivir a tanto dolor; sin embargo, asegura que la muerte le ha dado tiempo para recibir alguna respuesta.
“Creo que no me voy a morir hasta tener esa respuesta que tanto le he pedido a Dios, ¿quiénes me las mataron? Yo no tuve justicia para ellas, pero no importa el tiempo que ha pasado porque yo sigo esperando saber, es algo que está en mi mente cada día de mi vida”, dijo Zamora.
El 6 de abril de 1986, en el cerro San Miguel en Alajuelita, la vida de sus hijas Alejandra, de 13 años; Carla María de 11 y María Eugenia de 4, fue apagada brutalmente. Su hermana Marta Eugenia Zamora Martínez, de 41 años, y las hijas de ella, María Gabriela, de 16 años; María Auxiliadora, de 11, y Carla Virginia de 9, también fueron asesinadas.
“Todo está en mi mente como si fuera ayer, yo no pude subir porque me chimaban los zapatos, me quedé al pie del cerro con mi sobrina, y entre mis manos lo único que me quedaba de mis hijas, era la suetita de la más pequeña”, dijo Rosario.
Zamora asegura que ella, durante mucho tiempo, pensó que los hombres que fueron señalados, Viruta, Galleta, Tres Pelos y Arnoldillo, eran los sospechosos porque ella los vio en ese sitio.
“Las justicia no resolvió el caso, pero dijo que ellos no fueron, de uno de ellos sufrí muchas humillaciones cada vez que me lo topaba”, dijo.
Ella asegura seguir viviendo por sus dos hijos hombres, ellos son lo que la mantienen viva, uno de ellos es criminólogo y le tocó escuchar en clases cómo analizaban el crimen de Alajuelita.
Doña Rosario nos contó que Rogelio Ramírez, quien escribió el libro La voz de los muertos, la contactó y le contó las conclusiones a las que él llegó y también la invitó a una de las presentaciones del libro.
“Yo le pregunté a él por los hombres que vi ahí (Viruta, Galleta, Tres Pelos y Arnoldillo) y él me contestó que fue por coincidencia, él me habló de un campamento y yo sí recuerdo haber visto a unas personas como las que él dice, pero no sé qué pensar, yo he tratado de investigar hasta debajo de las piedras, nadie se puede imaginar hasta donde fui a buscar para tratar de tener información”, dijo la mamá.
Doña Rosario trabajó como policía y asegura que muchas veces fue humillada por sus superiores, es una etapa que recuerda con mucha nostalgia, incluso, asegura que recibió muchas amenazas.
Zamora nos contó que mucha gente en la calle la reconoce por el recuerdo de sus hijas, incluso ese recuerdo un día le salvó la vida.
“Siendo policía, me mandaron a la 15 de setiembre a detener a una gente con droga, el muchacho me encañonó y varias veces le dije ‘suelte la droga', mi compañero sacó la mini-uzi que él andaba, pero estaba ceñido y la mamá del sospechoso salió y le dijo ‘quítele esa arma a doña Rosario’ y él muchacho se quedó extrañado, pero le obedeció a la madre”, recordó.
Ella no quiso ser fotografiada para esta entrevista
Esta vecina de San José asegura que ella solo puede decir que estar viva ante tanto dolor es un milagro.
“Mi vida es como una película, lo vivo y lo revivo, yo estoy viva porque Dios es muy grande, solo yo sé lo que he llorado a mis hijas, a mi hermana, a mis sobrinitas, estuve enojada con Dios y durante 10 años no acepte lo que pasó, uno nunca recupera la paz”, concluyó Zamora.