Doña Lucia Arabia López sufre la ausencia de un hijo desde hace 52 años. Nada se sabe de él desde que tenía 6 añitos, pero la señora guarda la fe de volver a verlo.
Su hija Marta Patricia López Arabia nos contacto para pedirnos ayuda pues tienen la esperanza de abrazar de nuevo a Jacinto Torres Arabia, que también podría llamarse Jacinto Torres López porque tiempo atrás los registros no eran tan precisos como ahora.
Marta nos relató la historia de su hermano, que está cargada de angustia, frustración y mucha desesperación para la familia de Ciudad Neily, que cuando desapareció Jacinto vivía en San Isidro de Corredores, Puntarenas.
Doña Lucía Arabia tiene ahora 80 años y a sus hijos les da mucha tristeza que cada Día de la Madre, en su cumpleaños o en la Navidad, sus sentimientos afloran e insiste en que quiere ver a su hijo. Cuenta Marta que su mamá batalló contra un cáncer de cérvix pese a los pronósticos médicos, que no le daban muchas esperanzas, con tal de seguir viva para reencontrarse con Jacinto, su primogénito.
“Mi mamá está segura de que mi hermano está vivo, ella lo siente en su corazón. Dicen que las mamás no se equivocan y por eso es que lo queremos encontrar”, dice Marta.
Se puso enfermo
Añade Marta que cuando Jacinto tenía 6 años, en 1969, enfermó y se puso muy grave; ella no había nacido, así que le han contado lo que pasó.
“Mi hermano pasaba comiendo tierra, estaba muy desnutrido y de un pronto a otro se empezó a poner gordo; una vecina vino y vio que tenía como unas bolsas negras en los ojos, en las ojeras, y empezó a decirle a mi mamá: ‘ese chiquito se le va a morir’, y empezó a insistir con eso, entonces lo llevaron al hospital y vieron que tenía una anemia severa, estaba muy malito”, afirma la hermana.
Al pequeño lo llevaron al Hospital de Golfito, después estuvo internado en Ciudad Cortés. En aquellos tiempos las calles eran de tierra piedra, no llegaban las ambulancia, así que al niño lo trasladaron en avioneta hasta San José porque necesitaba atención especializada y lo internaron en el Hospital Nacional de Niños.
“En aquel entonces no llevaban a nadie más, solo al paciente y a los doctores, entonces había que ir al hospital y mis papás no tenían recursos para ir hasta San José. En telegramas que llegaron a la casa avisaron que estaba mejor, estuvo bastante tiempo (internado), solo que mamá no recuerda cuánto; después mandaron otro telegrama para avisar que había que ir por el niño y mis papás no tenían cómo costear el viaje”, explica Marta.
Días muy difíciles
La situación económica era muy dura. La familia tenía a veces qué comer, pero otras no.
“Se sabía que estaba bien, pero que por falta de plata no se podía ir por él, y así el tiempo fue pasando y mi hermano ya no estaba en el hospital. Creemos que se lo dieron a las monjas del Hospicio de Huérfanos de San José o que en algún momento el Patronato lo recogió y que seguro lo dieron en adopción, pensar en todo eso ha sido muy duro para mi mamá durante tantos años”, dijo.
Marta asegura que cuando ocurrió lo de su hermano, su mamá estaba embarazada y que cuando nació el niño sufrió lo que ahora se conoce como depresión posparto.
El tiempo avanzó y doña Lucía seguía cargando con la angustia de no saber nada de Jacinto. Su esposo, Juan Rafael Torres, murió de un infarto cuando llevaba un saco de naranjas para una finca el 2 de junio de 1983; nunca supo qué fue de su hijo.
“Nos hemos enfrentado a varios problemas para encontrarlo; primero el tiempo, han pasado demasiados años, en esas épocas todos era por papel y en pocos lugares guardan los datos de tantísimo tiempo; no hay fotos de mi hermano ni de nosotros tan pequeños. Yo creo que solo la gente de plata se tomaba fotos en esas épocas, nunca hemos tenido pistas, pero creemos que mi hermano debe tener alguna noción de mi mamá o de algo de su infancia, dicen que los niños guardan muchos recuerdos y él estaba pequeño, pero no tanto”.
¿Será él?
Marta, que tiene cuatro hermanos y dos hermanas más, decidió hace poco empezar a buscar pistas de Jacinto; antes había intentado por medio de las redes sociales y encontró a uno con el mismo nombre y le escribió, pero nunca obtuvo respuesta.
“Yo creo que es una persona que no usa mucho la red social porque le insistí y no me aceptó la solicitud (de amistad), después me fui al Registro en Golfito y un muchacho me ayudó a buscarlo y así logramos encontrarlo y aparece vivo, pero no tiene datos de nada; ni dirección, ni, esposa ni hijos, nada; en el Registro el señor que me atendió me dijo que contratara un detective privado para buscarlo pero nosotros no podemos, eso es muy costoso”, dijo.
El Jacinto Torres Arabia que aparece en el Tribunal Supremo de Elecciones (y se cree que es el hermano de Marta porque registra el mismo nombre de sus padres) nació el 6 de julio de 1964 y tiene como domicilio electoral Río Claro de Guaycará, en Golfito.
“Yo quiero cumplirle a mi mamá con esa ilusión que ella tiene, porque nunca pudo viajar a San José; sabemos que en algún momento un señor nos anduvo buscando donde nosotros viviamos, pero en esa oportunidad no supieron darle razón de nosotros y de cuál era la casa. Tenemos la esperanza de que fue él, de que va a ver esta nota y nos va a llegar a buscar de nuevo. Pensamos que tal vez se sigue llamando igual, por la edad que él tenía ya un niño es consciente de su nombre y lo memoriza”, piensa Marta.
Sin denuncia
La familia no denunció ante las autoridades judiciales el caso. Aseguran que hace tantos años lo único que se podía hacer era pedir ayuda a la policía y que muchos casos iban quedando en el olvido.
“Me pasa que ando en la calle buscado cualquier parecido a nosotros, a mis hermanos o mis papás y deseosa de preguntarles a quién sea si es mi hermano, o sus apellidos y así.
En mi casa todos tenemos lunares y unas manchas cafés que son como mapas en distintas partes del cuerpo y estamos seguros de que él debe tenerlas también porque ha sido así de generación en generación. Mi mamá desearía tener una foto de él, pero lo único que conserva en su mente es el recuerdo de su hijo, ella dice que era un niño menudito”, añade.
Cuenta que una vez les pasó esto: les dijeron que habían visto en una fiestas de Pérez Zeledón a Moisés, otro de los hijos de doña Lucía, pero él nunca fue a esa actividad.
“Una allegada le dijo a Moisés ‘ajá, andabas en las fiestas, te vi’ y mi hermano no había salido de la casa ese día. Nosotros todos nos parecemos mucho y creemos que puede ser que mi hermano Jacinto era ese hombre que andaba en las fiestas”, comentó esperanzada.
Marta nos contó que doña Lucía quería conocer a sus hermanos porque fue separada de ellos muy pequeña y ella --al igual que lo está haciendo con su hermano Jacinto-- se dio a la tarea de buscarlos y los encontró en Panamá y logró que su mamá se reencontrara con ellos y que hasta disfrutara unas vacaciones con su mamá.
“Un día me fui y me dijeron que mi tío vivía a diez casas de un lugar, vi que era un señor mayor y le entre suave, me presenté y le dije que yo era Marta la hija de Lucía y él me dijo ‘pase, sobrina, usted no sabe que mi hermano y yo tenemos mucho tiempo de querer encontrar a nuestra única hermana mujer’”, dijo.
Siempre presente
Marta asegura que aunque antes se daba mucho, sobre todo en familias muy numerosos, que los hijos fueran dados en adopción a otras familias para garantizarles bienestar, en el caso de Jacinto fue la falta de recursos lo que dio inicio a esta historia.
“Queremos que sepa que ha estado presente en nuestros pensamientos y que su ausencia nos ha dolido; mi mamá ha soñado muchas veces con su niño, creemos que como parte de su preocupación de madre; yo siempre he tratado de tener a la familia unida.”, dijo.
Marta pide que si alguien conoce a Jacinto o sabe de él, la llame al 8931-0538 o al 8565-3307, de su hermana Jeaneth.
Doña Lucía está viviendo en Pérez Zeledón con una de sus hijas, ellas aseguran que es una mujer de pocas palabras y que la consienten mucho y pese a su edad se hace todo solita y le gusta ser independiente.
Sobre este caso el PANI informó que no encontraron nada con el nombre de Jacinto ni de su mamá en los registros; recalcaron que por ser un caso tan viejo revisaron los ficheros y archivos manuales y tampoco. Además comentaron que podría ser que tuviera algo la oficina local más cercana (la de Pérez Zeledón, en este caso) pero tampoco hubo suerte.
Randall Zúñiga, jefe de la Oficina de Planes y Operaciones del OIJ, aseguró que la insititución investiga casos de desaparecidos desde hace 40 años, cuando inició labores.
“La mayoría son por una ausencia voluntaria de la persona (más del 90%), sea mayor de edad o menor de edad. Una de las submodalidades es fuga del hogar así como egreso de centros de cuido, entre otros. En la actualidad el OIJ recibe siete denuncias de personas desaparecidas por día”, dijo Zúñiga.
En La Teja también consultamos al Hospital de Nacional de Niños desde el martes, pero no hubo datos concretos; informaron que estaban viendo si existía algún registro.