Bryan Alberto Garita Quesada cumpliría en este 2023, 31 años. Él era el menor de siete hermanos y lo más seguro es que sería un gran tío, un excelente hijo, hermano y sobrino para su familia.
Sin embargo, su vida fue brutalmente apagada cuando tenía 8 años y la justicia de Costa Rica se olvidó de él y de su familia, ya que nunca lograron resolver quién fue el responsable de asesinarlo.
Hubo un sospechoso, pero no encontraron las pruebas suficientes para que enfrentara las leyes del país.
Pese a que la justicia terrenal no llegó, pues el caso fue archivado, la familia confía que la justicia divina se cumpla en memoria de Bryan; tal y como lo espera Graciela Quesada, tía materna de Bryan.
“De aquí no nos vamos sin que el karma nos toque, de la justicia de Dios nadie se salva, todos cometemos errores, nadie es perfecto, pero siempre se paga”, señaló la tía del menor.
La última vez que lo vieron con vida fue el lunes 25 de diciembre del 2000, a las 6 p.m., cuando llegó corriendo hasta su casa en barrio Mercedes en San Pablo de Barva, Heredia luego de jugar con sus amigos en el parque que estaba a 100 metros de su casa.
Al inocente lo vieron tomar agua, limpiarse la boca con la manga de la camiseta y salir de nuevo, desde ese momento nadie volvió a saber nada de él.
La Navidad se terminó para esa familia esa noche. A ellos les extrañó no ver que regresara, lo buscaron y pidieron ayuda a la Policía, pero no hubo resultado.
La familia pasó en vela hasta el viernes 29 de diciembre de ese año, cuando les dieron la peor noticia: Bryan apareció muerto.
Lo dejaron en un cafetal
El cuerpo del niño lo dejaron en un cafetal propiedad de Hernán Barrantes, en Santa Cecilia de Flores, lo halló José Pablo Vargas un joven que estaba practicando atletismo.
Él le relató a las autoridades que eran la 1:30 p.m., de ese viernes y se sintió agotado, por lo que decidió cortar camino cruzando el cafetal, pero dos zopilotes que rondaban las matas de café le llamaron la atención.
La curiosidad lo motivó a acercarse y encontró el cuerpo de un niño, que una familia herediana buscaba con desesperación.
Vargas corrió hacia las viviendas más cercanas y les avisó a los lugareños lo que había encontrado. Ellos fueron al sitio y confirmaron que se trataba del cuerpo del inocente.
Al menor lo dejaron en una de las calles del cafetal, tendido boca arriba, sin ropa, con la mayor parte de su cuerpo quemado y signos de violencia en su garganta. Partes de su ropa no se quemaron y quedaron debajo del cuerpo.
Las autoridades avisaron a la familia del hallazgo. De acuerdo con los medios que informaron de esta terrible situación, uno de los primeros en llegar fue el papá del niño, Mario Alberto Garita Mora, quien estuvo allí una hora después de que se dio la alerta.
En ese momento no le permitieron ver a su hijo, fue hasta las 4 de la tarde de ese día que lo dejaron entrar al cafetal.
El papá habría visto parte de lo que quedaba de la camiseta que llevaba puesta el niño y por medio de una figura de Winnie Pooh supo que se trataba de él.
No hubo palabras, no eran necesarias, su expresión lo dijo todo.
¿Alguien conocido es el responsable?
Las autoridades comenzaron a buscar evidencias que los llevaran al responsable de tan espantoso crimen.
No obstante, el fuego se encargó de desaparecer las evidencias.
Los investigadores se cuestionaban qué tipo de persona sería capaz de quemar el cuerpo del menor después de matarlo.
Las autoridades se inclinaron por la hipótesis de que alguien conocido o cercano al menor sería el responsable, ya que logró acercarse a él y ganarse su confianza para atacarlo sin piedad, según detalló un informe de la oficina de prensa del Organismo de Investigación Judicial (OIJ) en ese momento.
Mientras seguían con la investigación, se enteraron de que el niño era mellizo (una hermanita) y que sus papás estaban separados.
Supieron que la mamá del menor se llamaba Luz Mary y era oriunda de Toruel de Acosta, pero desde muy joven se fue a vivir a la Gran Área Metropolitana. Ella era madre de siete niños y Bryan era el más pequeño.
Conforme avanzaban con las indagaciones, los familiares del menor le hicieron saber a las autoridades que sospechaban de un hombre que pretendió tener una relación amorosa con Luz Mary y que la había amenazado con vengarse con uno de sus hijos, si ella no lo aceptaba.
Pese a las sospechas, nunca hubo pruebas contra ese sujeto.
Quizás siempre presintió la fatalidad
Doña Graciela recuerda a su sobrino como un niño muy tímido, siempre comía debajo de la mesa, porque decía sentir temor.
“Nosotros íbamos a visitar a mi hermana y recuerdo que él no quería comer en la mesa porque le daba miedo, siempre comía debajo de la mesa, mi hija le decía que fueran a jugar cerca de la casa y siempre decía que no porque ahí había un hombre malo, eso era lo que él expresaba”, recordó la tía.
Pero, nunca supieron quién era ese hombre y si le había hecho algo.
Esto debido a que Bryan era un niño muy callado.
“Siempre compartía con sus hermanos y la mamá, pero era muy tímido con nosotras que éramos sus tías, él le decía a uno: ‘cómpreme tal cosa’, pero siempre tímido”, manifestó la pariente.
Doña Graciela asegura que nunca se supera el dolor de perder a un integrante de la familia de esa manera.
“Ese dolor nunca desapareció en ninguno de mi familia. Yo tuve que ir a hacer el reconocimiento en la morgue y eso me marcó para el resto de mi vida, nunca pude olvidar eso, uno aprende a vivir con ese dolor terrible”, indicó la tía.
Sostuvo que cuando ve casos de agresión contra menores revive todo ese dolor de perder a un inocente en la familia.
“La mamá de Bryan decayó en su estado de salud y no hay un día que no llore a su hijo. Le digo: ‘que lo deje descansar’, pero es muy fuerte para ella como mamá y especialmente por saber cómo le dejaron a su chiquito”.
“El tenía el futuro por delante y lo trataron peor que a un animal”, expresó la tía.
Aunque muchos años han pasado, la familia siente que esa fatalidad pasó hace poco.
Bryan Alberto fue despedido la tarde del 30 de diciembre del 2000 en la iglesia parroquial de Barva de Heredia. El cuerpo fue llevado luego al cementerio de esa localidad y desde entonces la familia perdió la paz y luchan día a día con una serie de enfermedades que desarrollaron por el sufrimiento de perder a uno de sus seres queridos de esa manera.